Entrevista al economista político Julio Gambina
M.H.: Hace exactamente 40 años se inició el plan de reforma y apertura chino. Y hoy en China los consumidores y los negocios están perdiendo confianza, se han desplomado la venta de autos, el mercado de vivienda se tambalea, algunas fábricas están dejando que sus trabajadores se vayan de vacaciones a celebrar el año nuevo chino con dos meses de anticipación. La economía se ha desacelerado en forma drástica. Estas son las noticias que están llegando ¿qué opinión te merece esta situación?
J.G.: Hay que ver lo que está pasando con la economía mundial que entró en una crisis muy profunda hace 10 años y eso motivó que la estrategia general que empezó hace 40 años en China como modernización, que supuso acelerar y desarrollar relaciones monetario mercantiles en China, supuso un crecimiento hacia afuera. De estos 40 años los primeros 30 tuvieron que ver con una inserción de la producción china en el mercado mundial, lo que uno puede llamar un crecimiento hacia afuera. En ese proceso China fue creciendo como una potencia económica del sistema mundial, eso le permitió ingresar en la OMC, intervenir crecientemente en el comercio mundial, transformarse en un gran productor industrial y vendedor al mundo de su producción industrial, por eso se llegó a hablar de China como la fábrica del mundo.
La contrapartida de esto que estoy contando es que países capitalistas desarrollados como Japón, Europa y el propio EE UU, en esos 30 años de crecimiento para afuera de China, llevaron grandes cantidades de recursos como inversiones externas directas, es decir, que prefirieron contratar fuerza de trabajo barata en China lo que supuso la salarización masiva de la población mayoritariamente rural de China. De alguna manera hubo una industrialización del agro porque buena parte de la industria para el mercado mundial se desarrolló en las zonas campesinas de China para avanzar en esto que los propios chinos llamaron modernización de la economía y de la sociedad chinas.
Pero con la crisis del 2008, en estos últimos 10 años de esos 40, reorientaron la planificación económica de abastecimiento del mercado mundial, de crecer vía exportaciones, de producir para el mundo y ante la crisis mundial del orden capitalista, reorientaron el proceso productivo para atender el mercado nacional. Al mismo tiempo que empezaron a tener en cuenta algunas restricciones que se planteaban desde el sistema mundial atendiendo al cambio climático, es decir, un cambio productivo al interior de China, ya no tanto mirando hacia el exterior sino a satisfacer las demandas internas.
Eso hizo que China pasara de tasas de crecimiento económico promedio del 10% anual, con años que crecieron al 12 o 14% durante los primeros 30 de los 40 años de los que estamos hablando, a tasas mucho más moderadas, menores al 10% que se estabilizaron en los últimos años en el 7% y que ahora están en torno al 6%.
Hay que señalar que aunque haya disminución de la tasa de crecimiento de China en torno del 6% es una tasa que duplica el promedio del crecimiento de la economía mundial y triplica la perspectiva de crecimiento de las principales economías del capitalismo mundial, entre otros Japón, Europa o EE UU. Con lo cual el balance hay que hacerlo y verlo en la estrategia de crecimiento que China se dio en estos 40 años, 30 de los primeros orientados hacia afuera, con mucho éxito y que transformó a China en un actor económico de primerísimo nivel y coincide con la reaparición en el sistema mundial de Rusia, y la asociación China y Rusia le impuso una característica muy particular al debate de la hegemonía económica, política, militar y cultural del sistema mundial de los últimos años.
Hay que ver que la tendencia al decrecimiento de la economía china respecto de las tasas que una vez fueron famosas y que se solía decir “se crece a tasas chinas” porque se aludía al 10/12% o más, hoy son tasas más moderadas pero siguen siendo muy superiores al promedio de la economía mundial y más por encima todavía de las economías capitalistas desarrolladas. China está viviendo una adecuación de su estrategia de crecimiento y esto es lo que acaba de analizar la conducción del gobierno chino, el Partido Comunista Chino, que ha hecho en estas horas un balance de lo que ha pasado en estos 40 años.
El tema es muy interesante para analizar porque los 40 años vienen desde 1978, y hay que pensar y asociar con lo que pasaba en el mundo. En 1979 gana Margaret Thatcher en Gran Bretaña y en 1980 Ronald Reagan en EE UU. Y son Thatcher y Reagan los que dan carácter global a las políticas neoliberales que se habían ensayado en las dictaduras militares del Cono sur de nuestra América a comienzo de los ´70. Aquello que empezó como ensayo en nuestro territorio se transformó en hegemonía neoliberal en Gran Bretaña y EE UU. Esa restauración conservadora del imperialismo contemporáneo que ha entrado en crisis ahora con el gobierno de Trump en EE UU. Lo que Trump viene a plantear desde su discurso al decir “Primero EE UU” es criticar las políticas de globalización neoliberal desarrolladas desde Ronald Reagan hasta Obama.
Entonces lo de Trump es una crítica a aquella globalización porque la cuenta que saca es que EE UU favoreció el comercio mundial, la apertura de la economía mundial, la libre circulación de capitales internacionales pero en desmedro de la producción estadounidense, su empleo y las condiciones de vida de la población obrera blanca de EE UU, que además fue reemplazada en trabajadores de menores salarios por un conjunto de migrantes que pueblan EE UU. Solo se estima que de México hay una población cercana a los 30 millones de habitantes, sin contar toda la cantidad de centroamericanos, caribeños y de otras latitudes que habitan EE UU.
Por eso creo que lo de China hay que mirarlo en el marco de estos últimos 40 años, de los cambios, la modernización y las dificultades que se expresan en un menor crecimiento de la economía china, de lo que pasa en la economía mundial, porque me parece que la noticia a nivel mundial es la guerra comercial y monetaria planteada por EE UU contra China y una réplica similar desde China que fue la famosa tregua que se plantearon aquí en Buenos Aires en el último día de la reunión del G20, en una bilateral entre China y EEUU. Con Donald Trump encabezando su delegación y Xi Jinping encabezando la propia. Pero fue una tregua sobre sanciones que iban a empezar el 1º de enero.
Entonces creo que lo de China hay que verlo en la dinámica interna, en los problemas que tiene la economía nacional china como cualquier otra y sus vínculos con la economía mundial en un momento en que aparece como un actor que disputa la hegemonía del capitalismo global.
Tengan en cuenta que se hizo el G20 en Buenos Aires y muchos analistas dijeron que hay G20 pero en rigor lo que está marcando el rumbo de la economía mundial es el G2, de EE UU y China. De un EE UU con muchos problemas en sus cuentas macroeconómicas, específicamente contra China y una China que es tremendamente superavitaria respecto de EE UU y que está creciendo en el territorio considerado propio por EE UU que es América Latina.
Así que me da la impresión que hay una crisis de la economía mundial desde el 2008 que no está resuelta y que, por lo tanto, impacta de manera distinta en cada uno de los países del sistema mundial. Mucho más aguante tienen países hegemónicos como EE UU o China, sobre todo China que mantiene su fase expansiva aunque ralentizando el crecimiento, que lo que puede aguantar un país como Argentina que depende totalmente del financiamiento externo. La novedad es que Argentina se financia por un lado gracias al FMI solo con el apoyo de EE UU, sin el apoyo de Donald Trump era muy difícil que el FMI otorgue el préstamo, y China hizo ingresar parte del swap, el préstamo que acordó con Argentina para incluirlo en las reservas internacionales. Las reservas internacionales argentinas aumentaron prácticamente en 8.000 millones de dólares porque se acreditó el swap de China.
China está interviniendo en el proceso económico de América Latina de manera creciente tanto en las relaciones comerciales como en las económicas (léase inversiones) como en su carácter de prestamista de última instancia. Es decir, cuando no hay a quién pedirle quien aparece atrás como prestamista es China. Por eso creo que es interesante ver qué acontece, porque cuando se plantea y discute el orden mundial, en este esquema de 40 años que me estás proponiendo, lo que hay es un desorden mundial.
Así como Trump desordena la economía mundial buscando el lugar de EE UU en el sistema, Gran Bretaña la potencia imperialista previa al dominio estadounidense en el capitalismo global, plantea su salida de la UE que también desarma la estrategia de integración más antigua impuesta como ejemplo en el sistema mundial. Y en rigor no es sólo Gran Bretaña porque hace pocos años hubo un intento malogrado de salida de la UE de Grecia, hay problemas muy serios que atraviesa hoy Italia y ni hablar del desorden político que hay en Francia motivado por las movilizaciones populares de los chalecos amarillos. Con lo cual ese gran engranaje de integración que suponía la UE está en un proceso de crisis.
Creo que cuando uno dice que hay una crisis mundial del capitalismo, se pregunta de qué crisis se habla si en general se consolidan gobiernos pro inversiones, gobiernos pro capital, que estimulan la ganancia y la acumulación capitalista. Eso es cierto pero en un marco de un desorden global donde además de estas disputas por la hegemonía ha recrudecido el gasto militar en el sistema mundial. Y entre otros, uno de los que crece en el gasto militar es China que en los últimos años ha pasado a constituirse en la segunda potencia por gastos militares, después de EEUU, y obviamente cuando un país intenta disputar hegemonía en el sistema mundial, crece en el gasto militar y es una forma de desatender otros tipos de gastos como podría ser el gasto social, el consumo de las familias, eso que tiene que ver con mejorar la calidad de vida cotidiana y que desde el punto de vista de los Estados siempre se defiende como bueno invertir en la defensa nacional.
Pensemos en otra época, antes de los ´90, esa fue la discusión que había sobre el uso de los recursos públicos en la ex URSS que para seguir el ritmo armamentista, demoró el consumo popular, el gasto social en atender necesidades populares, privilegiando la defensa. Es un argumento que sirve para pensarlo en cualquier país, por ejemplo, en Argentina donde hay una política de ajuste fiscal deliberada para el 2018 y mucho más con el Presupuesto 2019 aprobado y, sin embargo, son cuantiosos los argumentos para no reducir los gastos en Seguridad y Defensa, e incluso mejorarlos y ampliarlos porque la estrategia de militarización hoy está en todas partes como una característica del capitalismo de esta época.
Argentina está funcionando gracias a los préstamos del FMI y China
M.H.: En el marco de este escenario mundial que acabás de describir. ¿Cómo ves la perspectiva económica de nuestro país para el año entrante?
J.G.: La veo muy compleja. Argentina está funcionando gracias a los préstamos que están dando el FMI y China. Se han conocido los datos económicos sociales del tercer trimestre, o sea de lo que llegó hasta septiembre de este año. Más adelante conoceremos qué paso con octubre, noviembre y diciembre. Pero en el anterior trimestre la desocupación abierta es del 9%, en la misma fecha del año anterior era del 8,3%. Los ocupados que demandan empleo hace un año eran 15,4% ahora son 16,7%. Los sub ocupados pasan de 10,8 a 11,8%. Quiere decir que por todos lados hay una presión en el mercado de trabajo. Si en el 2017 la presión en el mercado de trabajo era del 29% de la población trabajadora, hoy es del 32%. O sea que hay más gente que está buscando mejorar su calidad de ingreso por vía del empleo.
Si analizamos las cifras difundidas hoy por el INDEC del desarrollo de la actividad económica, encontramos que el PBI del tercer trimestre, cae respecto del mismo del 2017 un 3,5%, esto confirma la recesión de la economía. Y la recesión tiene un impacto en cierre de empresas, cesantía de trabajadoras y trabajadores, con características muy negativas en materia de evolución de las cuentas económicas. Por ejemplo, si el PBI cayó un 3,5% y analizamos en detalle, vemos que las importaciones que son claves para que haya producción industrial, cayeron 10,2%. El consumo privado cayó 4,5%. Esto no le sorprende a nadie porque sabe que con los ingresos salariales, de jubilaciones o planes sociales contenidos como están y la evolución de la inflación y el crecimiento de los precios hay menos propensión a consumir.
Pero más aún, si el consumo privado cayó 4,5%, el consumo público cayó 5% y eso es el ajuste fiscal que lleva adelante el gobierno. En materia de inversión, cayó un 11,2%. Hemos comentado varias veces que si el gobierno quiere algo es que vengan inversiones del exterior, porque en el interior de la Argentina no hay empresarios en capacidad de apostar e invertir y el Estado tampoco tiene capacidad de hacerlo. Si la producción económica cae 3,5%, la inversión cae un 11,2%.
Y las exportaciones también cayeron, un 5,9% y la gran apuesta del gobierno según dice el Presupuesto para el año que viene es crecer con exportaciones. Se están haciendo balances muy exitosos del crecimiento de la cosecha de este año y se habla de un crecimiento de las exportaciones de hidrocarburos no convencionales para el próximo año, pero los datos alarmantes que estoy dando plantean el piso sobre el que se va a desarrollar la economía el próximo año.
La ganadería cayó en el tercer trimestre un 5,2%. La industria manufacturera que tiene que ver con el empleo industrial cayó 6,2%. El comercio mayorista, el minorista cayó 8,9%. Lo que creció fueron los servicios financieros 5,1%. El negocio inmobiliario también 1,1%. Lo que está mostrando un deterioro de las cuentas macroeconómicas en la Argentina, que los datos característicos son que la inflación va a estar cercana al 50%, entre el 48/49% para el 2018, un piso del 25% para el 2019, más cercano al 30% que por debajo del 25%. Y una recesión que el presupuesto dice que será del 0,5% y es muy probable que la triplique o cuadruplique, cayendo entre el 2 y el 3%.
Eso es muy negativo para la mayoría de la población, digo la mayoría porque no es correcto creer que la situación económica que estamos describiendo golpea por igual a toda la población. Hay sectores que ganan mucho dinero, vinculados a la especulación financiera, a la gran producción y exportación, no solo del agro sino también de la industria. Se pueden escuchar argumentos de empresarios de la industria automotriz que dicen que aunque se cayó de 900.000 autos anuales a poco más de 500.000 autos armados en la Argentina, igual sigue siendo negocio para ellos ese nivel de producción. Que duplica o triplica la producción que había en la crisis del 2001/2.
La incógnita para el 2019 es si la mayoría social va a permitir que siga la transferencia de recursos a los sectores minoritarios
Por eso digo que la economía argentina para 2019 no va a afectar de la misma manera a la mayoría de bajos ingresos que a la minoría que concentra riqueza e ingreso en el país. Y como el año que viene es un año electoral, hay que mirar el tema porque con la foto de hoy, todavía no pesa la economía en el voto y sigue pesando mucho la política, y creo que esa es la estrategia del macrismo para intentar sucederse un período más y profundizar su objetivo que es el de generar una gigantesca transferencia de recursos de la mayoría de la sociedad a los sectores minoritarios que hegemonizan la actividad económica. La incógnita es si la mayoría social va a permitir eso.
Hasta ahora el movimiento sindical, obrero, territorial, popular, viene impidiendo que avancen muchas cuestiones, entre otras la presión del movimiento de jubilados motivó que la Corte Suprema de Justicia fallara 4 a 1 en contra de la fórmula que utiliza el gobierno para la liquidación de los haberes jubilatorios, lo que puede producir que unos 150.000 perjudicados accionen contra el Estado para adherirse al fallo de la Corte Suprema.
La política argentina va a estar interesante el año que viene más allá del resultado general, por el debate político que esto genera, que insisto, no está directamente asociado al malestar económico de la población, porque no se vota desde el malestar económico sino que hay otras consideraciones en la política y eso tiene que hacernos pensar, a quienes nos consideramos de izquierda, cuál es el discurso con el que hay que disputar consenso político electoral a la derecha que expresa el macrismo o a sectores a la derecha del macrismo que incluso lo consideran liviano, que no ha hecho el ajuste de shock que se pretende, tal como están expresando algunos sectores desde el ámbito económico, empresario y político.
Pero hay una lección para el movimiento popular, para la izquierda partidaria, social, periodística, intelectual en la Argentina para generar argumentos que puedan disputar el consenso de la sociedad y poner los términos del debate político del país en otro plano para que no se consolide un régimen claramente a la derecha que pueda tener sintonía con lo que acontece en Brasil, Chile, Colombia y creo que la capacidad de organización y movilización del movimiento social popular es el que puede hacer que todo lo acumulado en estos años en la Argentina y en la región, y digo región porque ayer venían noticias de la reunión del ALBA en La Habana donde los países integrantes se planteaban ante la ofensiva de las derechas y los gobiernos reaccionarios en la región, defender lo acumulado que no es poco, para disputar conciencia en la sociedad.
Lo decían desde los países del ALBA-TCP pero me parece que vale para la Argentina porque es uno de los países de mayor sindicalización en la región y en el mundo, es uno de los pocos que está en condiciones de desplegar estrategia de paro nacional, tiene un movimiento social territorial muy dinámico.
Los niveles de acumulación de organización popular de la Argentina en estos últimos 20 años, desde antes de la crisis de 2001 para acá son muy importantes, por lo tanto, el escenario de lucha de clases tiene una fuerte ofensiva del capital, del gobierno y los sectores hegemónicos, pero también hay una iniciativa popular de resistencia, de freno a las políticas estructurales que para traducirlas en concreto son ese intento demorado que tienen de una reforma previsional a fondo y una reforma laboral que quite derechos a trabajadores activos y pasivos.
Mario Hernandez
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