La persistente caída del consumo tal vez sea el dato que mejor desmiente el relato oficial acerca de que habría mejorado el poder adquisitivo de los trabajadores. Lo cierto es no hubo recomposición salarial alguna luego del golpe devaluatorio de diciembre 2023 y el supuesto “triunfo sobre la inflación” del cual se jacta el gobierno está basado en una manipulación estadística.
¿Sino cómo se explica que sigan cayendo las ventas de los supermercados? El propio Indec publicó que las mismas retrocedieron en septiembre 12,8% interanual a precios constantes. Como hemos señalado en estas páginas, el gobierno se resiste a actualizar la fórmula mediante la cual se calcula la inflación, subestimando así la incidencia que han tenido los aumentos correspondientes al rubro “vivienda y servicios”.
La motosierra en subsidios energéticos, compensada con tarifazos sobre los usuarios, llevó a que el peso de la canasta de servicios públicos sobre el salario privado registrado promedio pasara del 5,9% en diciembre pasado al 12,2% en octubre de este año, según el Observatorio de Tarifas y Subsidios de la UBA-Conicet. En ese período, el costo de la misma trepó 369%, duplicando la variación salarial.
Por otra parte, el relevamiento realizado por Inquilinos Agrupados en septiembre 2024 reveló que el 44,5% de los ingresos de los hogares inquilinos se destina a pagar el alquiler más las expensas. Esto, cuando el precio de los alquileres en el Gran Buenos Aires ha escalado 186,2% entre octubre 2023 y septiembre de este año, debido a la desregulación prevista en el DNU 70. Por este motivo, uno de cada cuatro inquilinos tuvo que mudarse en los últimos tres meses al no poder afrontar el costo del alquiler. Incluso, la Encuesta Permanente de Hogares de Indec arroja que, en el primer semestre, 53.782 hogares inquilinos dejaron de serlo para pasar a vivir en condiciones de informalidad, como villas y ocupaciones de tierras.
No solo es mentira que los salarios se recuperaron, sino que además, buena parte de la población trabajadora directamente dejó de percibir ingresos como resultado de los cierres y despidos. Según un informe de Cepa en base a datos oficiales, en agosto 2024 se contabilizaron 261.017 trabajadores registrados menos que en noviembre 2023. Finalmente, las patronales no dudaron en descargar las políticas recesivas del gobierno sobre las espaldas de sus empleados, dejándolos en la calle.
Ni qué decir de los jubilados que cobran la mínima, quienes, según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), finalizarán el 2024 con una caída real de sus haberes del 4%, respecto a noviembre 2023. La misma alcanza el 12,7% si comparamos con 2017, demostrando que las jubilaciones han sido flanco de ataque por parte de los sucesivos gobiernos, con independencia de su signo político.
A fin de cuentas, la “desaceleración inflacionaria” que festeja Milei no se traduce en un abaratamiento del costo de vida para el pueblo. Los grandes capitalistas que se beneficiaron de la megadevaluación de diciembre que destruyó los salarios, ahora disfrutan de la bicicleta financiera que proporciona el dólar planchado, mientras que las mayorías populares siguen hundidas en un mar de privaciones.
Un gobierno que nos hace elegir entre llenar la olla o pagar el alquiler no puede continuar su mandato. Hay que echarlo con la movilización callejera y reemplazarlo por una alternativa que tenga como prioridad resolver las necesidades sociales.
Sofía Hart
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