En una entrevista en Radio con Vos, Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita, avaló la reforma laboral antiobrera que busca implementar Milei. “El 50% de los trabajadores no está registrado, incluso el 75% no tiene plenos derechos, lo que quiere decir que los que tienen derechos son una minoría del 25% o incluso menos… ¿por qué preocuparnos por la minoría de la clase trabajadora?”, sostuvo. Es un llamado a los trabajadores precarizados y desocupados y a las organizaciones sociales a dejarla pasar.
En primer lugar, lo que dijo Pérsico es falso: la tasa de informalidad se ubicó en un 43,2% durante el segundo trimestre de 2025, según el Indec. Muchos trabajadores informales son monotributistas que serán afectados por la reforma tributaria propuesta por el gobierno, que barre con el monotributo; pues si se aprueba millones tendrían que pagar mucho más dinero por su inclusión en el régimen de autónomos –lo que alentaría la informalidad. Si a esto se suma que se les pretende reducir las contribuciones a los capitalistas, el resultado es un desfinanciamiento masivo de la Anses, el Pami y las obras sociales.
Es decir, la aplicación de la reforma laboral afectaría a más de la mitad de la clase obrera. Por otro lado, contra lo que afirma Pérsico, también representaría un golpe contra el sector que se encuentra laborando bajo un régimen de informalidad. O sea que a Pérsico no le importan ni los trabajadores registrados ni los no registrados.
La reforma laboral que el gobierno de Milei buscará aprobar en el Congreso incluye jornadas de trabajo de 12 horas, la eliminación y/o el abaratamiento de las indemnizaciones por despido, fraccionamiento de las vacaciones, convenios por empresa en desmedro de la negociación por industria, supresión de las asambleas, ataques contra el derecho a huelga, entre otras medidas reaccionarias. Un retroceso hacia el siglo XIX en nombre del “blanqueo” de trabajadores y de la “creación de empleo”. Ahora bien, ¿por qué dicha reforma no afectaría solo a una “minoría” de la clase trabajadora, como sostiene Pérsico?
Porque implicaría la legalización de las formas precarizantes del trabajo. Si tiene lugar tal “blanqueo” o creación de empleo, los informales no gozarían de ninguno de esos derechos. Con la reforma, los capitalistas quieren avanzar en una degradación general de las condiciones de trabajo y de los salarios. Tampoco constituye una política para combatir el desempleo: si se implementara, muchos trabajadores pasarían a realizar jornadas de hasta 12 horas de trabajo, es decir, que la oferta de empleo se reduciría fuertemente, y, además, las patronales tendrían más facilidades para avanzar en despidos.
En Argentina, bajo los gobiernos de Menem y De la Rúa, se aplicaron reformas laborales de este tipo que terminaron por producir desocupación masiva y tasas altísimas de trabajo no registrado. En ese marco tuvo lugar precisamente el surgimiento del movimiento piquetero, que se convirtió en un factor de lucha clave contra los despidos y en reclamo de la apertura de puestos de trabajo, así como también en el Argentinazo que volteó al gobierno de La Alianza. Ni siquiera la Ley Bases de Milei, que trajo consigo la eliminación de las indemnizaciones ante la nula o deficiente registración laboral, produjo una mejora: la tasa de informalidad mencionada anteriormente es la más alta desde 2008.
El Partido Obrero y el Polo Obrero, en cambio, están embarcados en una campaña para explicarles a los trabajadores y a la juventud por qué es necesario rechazar la reforma laboral, impulsando la organización y la lucha en los lugares de trabajo y de estudio. Nos separa una frontera de clase. Unidad de ocupados y desocupados para derrotar el plan de Milei y los capitalistas.
Nazareno Suozzi

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