viernes, noviembre 14, 2025

Bessent-Caputo, adónde va una relación incestuosa


Pagan un vencimiento de intereses con el FMI con la moneda ficcional del FMI. 

 Acaba de saberse que el pago de una cuota de interés al FMI, el primero de noviembre, por 680 millones de dólares, fue saldado por parte del Tesoro norteamericano (Financial Times, 13/11). Fue ejecutado por el Fondo de Estabilización Cambiaria en favor del Banco Central, mediante la transferencia de Derechos Especiales de Giro, equivalente a 870 millones de la divisa norteamericana. El FEC tiene en el activo de su balance unos 173.000 millones de dólares en DEGs. Los DEGs son una moneda escriturada del FMI, que se encuentra repartida entre sus miembros de acuerdo al porcentaje de participación en el capital del Fondo. La transferencia aparece en los balances del FEC y del Banco Central, pero ninguna de sus autoridades (tampoco del FMI) han querido informar acerca de esta operación. Los “acuerdos de confidencialidad” que amparan las transacciones financieras privadas, se han extendido a la esfera pública. Lo que ocurre en el seno de la democracia capitalista se encuentra guardada bajo siete llaves. 
 El trascendido de la trasferencia, por parte del Financial Times en la fecha de hoy, oscurece aun más la intervención pre-electoral del Tesoro norteamericano en el mercado de cambios de Buenos Aires, donde habría vendido dólares a cambio de pesos por medio de las sucursales de dos bancos extranjeros – el Santander y el Morgan. Esta operación para contener la hemorragia de divisas y una fuerte devaluación del peso, aparece añadida al pago de intereses al FMI mediante un canje de monedas (“swap”) de valor desconocido. Todo sumado, el swap habría sido activado por alrededor de 3 mil millones de dólares. Los DEGs no son una moneda transaccional, dadas las restricciones que tiene impuestas. Pero pueden ser usados por los Tesoros para adquirir divisas en poder de los bancos centrales, por plazos cortos, o medianos, en caso excepcional. El pago de intereses al FMI se hizo en ‘circuito cerrado’: los DEGs fueron depositados en el Central, que los giró al FMI, o sea a los países miembros. Argentina ha quedado con una nueva deuda que, probablemente, el Central transferirá al Tesoro nacional, o sea al gasto público, a costa de prestaciones sociales y obras públicas. “Swap” o no, el Tesoro argentino ha quedado endeudado con el Tesoro norteamericano. – por primera vez. Estamos ante un caso extremo de las “relaciones carnales”, que hizo famoso el fallecido canciller de Menem, Guido Di Tella. En este caso, una relación incestuosa entre Bessent y Caputo, en medio del enorme escándalo que se ha descargado sobre Trump por el caso de prostitución de menores de edad que habría compartido con el matrimonio Epstein. 
 La relación incestuosa entre el Fondo de Estabilización Cambiaria, de Bessent, y el Banco Central de Caputo, plantea el interrogante acerca de quién pagará los vencimientos de deuda soberana en enero que viene, del orden de los 4.500 millones de dólares. Se hizo correr la versión que lo financiaría un cártel de bancos, encabezado por el JP Morgan, con el respaldo de fuertes garantías del Tesoro estadounidense y de Trump – no, por supuesto, del Banco Central de Argentina, que ha consumido por completo los ingresos del superávit comercial, los blanqueos de dinero no registrado, los nuevos préstamos del FMI y tres préstamos ‘repo’ de 6.800 millones de dólares con garantía en oro (alojados en bóvedas suizas). El FEC tiene en caja unos 30.000 millones de dólares, que quedaría vaciada si fuera usada para pagar los vencimientos de deuda hasta diciembre de 2027. Pero tiene 180.000 millones de dólares en DEGs. Ámbito Financiero (7/11) cree haber descubierto una fuente alternativa a las dos mencionadas para pagar los vencimientos de bonos soberanos hasta 2027. El Tesoro norteamericano, de nuevo, estaría planeando una refinanciación de su propia deuda pública, mediante la emisión de nuevos bonos por sumas superiores a las necesarias, para dejar un saldo en “cash” del orden de los 60.000 millones de dólares, que serían utilizados para sacar del naufragio financiero a Luis Caputo – un timbero de profesión.
 El oficialismo ofrece un desapego fingido frente a esta crisis. Interpreta que la caída del riesgo de los bonos soberanos de Argentina (un desplome de más de 600 puntos en dos semanas) permitiría pagar los vencimientos por medio de operaciones corrientes de mercado. Apuesta a un “peso fuerte” para incentivar el ingreso de capitales de corto plazo con la zanahoria de altos rendimientos en moneda local y dólar devaluado, sin la necesidad de una acumulación previa de reservas; en lugar de ellas, tiene el respaldo de Bessent y del Tesoro estadounidense. Ha creado un clima de calma financiera ficticia que desplomaría las variables económicas comprometidas (inflación, tasas de interés, tipo de cambio) que se volverán a disparar a corto plazo, como ocurriera seis veces desde diciembre de 2023, dejando lucros enormes para unos y pérdidas para otros. Trump, por su lado, ha abierto un nuevo frente de conflicto con la FED (el Banco Central de USA), al cual debe venderle ahora los DEGs del FMI a cambio de dólares estadounidenses contantes y sonantes. Las operaciones de DEGs por dólares del Fondo de Estabilización del Tesoro norteamericano se realizan a través de la Reserva Federal de Nueva York. La banca central norteamericana se encuentra descentralizada en 14 regiones y es parcialmente privada. El JP Morgan, entre otros, interviene en la gestión de la deuda del Tesoro por parte de la FED. El rescate del régimen de Caputo-Milei se encuentra atrapado por numerosos intereses contradictorios. 
 El club de los economistas y casi toda la prensa financiera internacional discrepan con las fintas de Caputo y Bessent, y reclaman la “flotación del peso”, para que alcance una nueva cotización – ‘de acuerdo al mercado’. Aseguran que, de este modo, se acumularán reservas internacionales y se normalizaría el comercio interno, que con el “peso fuerte” tiene un fuerte sesgo deflacionario, importador, regulatorio e inhibidor de inversiones extranjeras a largo plazo. Caputo respondió a la cofradía de sus colegas con un eso es “comunismo” – inflación, estallido social y movilización obrera. Lo que busca, en realidad, es que se apruebe el Presupuesto 2026, con ajustes más severos, y se vote la liquidación del derecho laboral. Obtenidos estos ‘reaseguros’ dejará “flotar el peso” o, en su defecto, lo harán ‘flotar’ para devaluar.
 Argentina asiste, otra vez, a una crisis sin aditamentos, que es aquella que lleva a un estallido si se sigue por el ‘mal’ rumbo y también si se adopta el contrario. Ocurrió en julio de 1975 (rodrigazo); en febrero de 1981 (“el que compra dólares, pierde); en febrero de 1989 (la devaluación de Machinea); en 2001 (fin de la convertibilidad) – en 2008, 2014, 2018, 2021/2. Bajo el gobierno liberticida, la inflación es excepcional (dos dígitos anuales), con una depresión industrial que camina a convertirse en excepcional. 
 La camarilla financiera levanta el espectro del comunismo, sólo en parte como herramienta de extorsión. Con varios siglos de experiencia, sabe que el impasse y la inviabilidad del capitalismo ha sido siempre la antesala de las rebeliones populares y de la revolución social. 

 Jorge Altamira 
 13/11/2025

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