“…en mi nombre, que sólo vale por ser hoy el de mi patria, agradezca, por hoy y para mañana, cuanta justicia y caridad reciba Cuba. A quien me la ama, le digo en un gran grito: hermano. Y no tengo más hermanos que los que me aman “
Si por dos norteamericanos buenos manifestaremos siempre gratitud y llevaremos luto en el corazón los cubanos son por uno fallecido muy recientemente, el miércoles 23 de marzo, Leonard Weinglass, y por otro muerto el martes 7 de septiembre del 2010, Lucius Walker.
Por Lucius, negro y pastor religioso, porque fue capaz de desafiar leyes injustas de los gobiernos de su país contra Cuba, que califican legalmente como genocidio, y que le exponían a sanciones, tanto a él como a sus seguidores, desde una prisión de varios años hasta multas en extremo costosas. Todo eso desafió con una valentía y entereza de cristiano verdadero, ese hombre para quien la amistad y solidaridad de su pueblo con el nuestro, era una causa por la cual valía la pena correr cualquier riesgo y soñar que un día cercano o lejano las relaciones entre el pueblo norteamericano y cubano se inspiraran y basaran en los sentimientos que su espíritu y creencia religiosa le permitían concebir como posibles y alcanzables por medio de una lucha pacífica sostenida.
Por Weinglass, blanco y jurista, porque también fue capaz, en un clima de intolerancia y de venganza política e ideológica de larga data de su país contra Cuba, supo ser consecuente con su trayectoria de compromiso con la justicia verdadera y, sin importarle su edad avanzada, y los riegos que ello pudiera acarrear a su seguridad personal y al prestigio profesional alcanzado como defensor de conciudadanos, aceptó participar en la defensa de cinco cubanos acusados del más estigmatizador, pero más falso aún, de los cargos: espías dentro de los Estados Unidos. Y lo hizo sin mayo recompensa que la expresada al compañero Alarcón, quien solicitara sus servicios jurídicos: “Gracias”. Lo cual significaba el agradecimiento de Weinglass por el honor que representaba para él aquella defensa y la confianza que implicaba depositar en él una causa que era de la mayor significación para el pueblo cubano.
Y es que en Weinglass estaban presentes valores y principios excepcionales que se reflejan en sus palabras recogidas en una entrevista hace 7 años en el sitio web CubaDebate: “Nunca he ejercido como abogado para obtener dinero... Desde que estudié en la universidad y nos enseñaron que ser abogado era un compromiso de justicia, lo asumí como tal, con absoluta pasión. Desde entonces me he involucrado en casos donde se dirime la justicia, o tienen un carácter político tal y como yo entiendo la política – un compromiso con aquellos a quienes se les niega cotidianamente la justicia- Y, también, en procesos que, a veces, adquieren dentro de Estados Unidos una trascendencia internacional . En este caso (se refiere a la causa de los 5) se han entrelazado esos tres elementos, pero hay algo más: representamos a cinco seres humanos excepcionales.”
Sobre Weinglass y la noticia de su muerte, escribió Antonio Guerrero, en nombre de los 5, en su mensaje: “En su corazón se albergaban la fuerza de la justicia y la pureza de la verdad” y “esta es una de esas ocasiones en las que no hay palabras para expresa el profundo dolor que se siente por la pérdida de un compañero de lucha tan entrañable” y, además, “pensar en Weinglass me conduce a Martí: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida…” “Hasta muertos, dan ciertos hombres luz de aurora”.
Por su parte Gerardo Hernández Nordelo escribió en su mensaje: “Siempre que nos encontrábamos me ocurría lo mismo: en algún momento de la conversación , escuchándolo , mi mente se apartaba de sus palabras, para enfocarse en la persona, en el gran hombre, en el tremendo abogado , en la leyenda que tenía enfrente. “
En mi caso, durante su visita a Santiago de Cuba, tuve el honor de que aceptara hacer llegar a los 5 mi novela “Y miro desfilar mi vida”, gesto que agradeceré por siempre, e hilvané una dedicatoria para el ejemplar suyo. Y en las ocasiones en que tuve la oportunidad de escuchar sus declaraciones para la TV, admiré sus argumentos precisos y convincentes y esa exposición pausada y serena que, a pesar de su carácter sintético, era exacta y contundente.
Por eso, tan pronto conocí de su muerte, me vino a la mente un fragmento de una carta de José Martí, dirigida a su amigo dominicano Federico Enríquez y Carvajal, de fecha 25 de marzo de 1895, y que al reproducirlo quisiera que fuera tributo a la memoria y al espíritu que nos deja Leonard Weinglass, y llegara a sus descendientes de sangre e ideales: “…en mi nombre, que sólo vale por ser hoy el de mi patria, agradezca, por hoy y para mañana, cuanta justicia y caridad reciba Cuba. A quien me la ama, le digo en un gran grito: hermano. Y no tengo más hermanos que los que me aman “
Así que ahora que ha muerto Leonard Weinglass a la edad de 78 años, tendremos motivo para gritar, hoy y mañana, con sentimientos fraternos: ¡VIVA EL HERMANO WEINGLASS!
Wilkie Delgado Correa
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