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viernes, noviembre 17, 2017
Acto por los desaparecidos de la Facultad de Arquitectura
“Un homenaje a cada compañero”
La FADU-UBA presentará hoy un libro con los nombres y los rostros de los 117 estudiantes, docentes y trabajadores que fueron secuestrados o asesinados bajo el terrorismo de Estado. También se entregarán legajos de las víctimas a sus familiares.
La bandera que está en el patio central de la FADU fue instalada el año pasado a 40 años del golpe.
La bandera que está en el patio central de la FADU fue instalada el año pasado a 40 años del golpe.
La enorme bandera que preside el patio central de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA) recuerda los rostros y los nombres de los 117 estudiantes, docentes y trabajadores de la casa que fueron secuestrados, desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado. Ese emblema de la memoria en la universidad fue llevado ahora por la FADU a un libro, Siempre presentes, que recupera también los principales datos personales y de militancia política de las víctimas, junto a imágenes y textos aportados por sus familiares. Con la participación de organismos de derechos humanos, el libro será presentado hoy en un acto en el que también se entregarán los legajos académicos de siete detenidos-desaparecidos de la facultad a sus familias.
“Siempre presentes es un homenaje a cada uno de los compañeros detenidos-desaparecidos de la Facultad de Arquitectura, en busca de la reconstrucción de la memoria histórica y como reconocimiento a su lucha por una sociedad más justa. Y también intenta ser una mínima, pero sentida, retribución a sus familiares por las pérdidas que han sufrido”, explica el subsecretario de Relaciones Institucionales de la FADU, Luis Angilletta, coordinador del libro.
La publicación y el encuentro organizado hoy son parte del trabajo que viene realizando la Comisión de Derechos Humanos de la facultad, continuación, a su vez, de una larga historia de militancia por la memoria que a fines de la dictadura se plasmó en un gran cartel de papel con los nombres de las víctimas del genocidio escritos a mano, reemplazado en 2006 por una bandera impresa, anterior a la instalada el año pasado, a 40 años del golpe.
Siempre presentes se abre con un listado de los detenidos-desaparecidos de Arquitectura identificados hasta el momento, “un listado en permanente construcción”, aclara Angilletta. El prólogo fue escrito por Roberto “Toti” Corvaglia, presidente del centro de estudiantes entre 1973 y 1974: “La facultad antes de la dictadura –cuenta allí– era un espacio público con mucha participación, efervescente, con una relación muy fuerte con la sociedad (...) Aquellos estudiantes eran protagonistas y se sentían parte de una transformación, tenían una fuerte y decidida voluntad de cambiar la sociedad, estuvieron dispuestos a relegar sus sueños personales y profesionales en pos de un proyecto político-social colectivo.”
De alguna manera, el libro busca reponer aquellas experiencias de vida para las nuevas generaciones que habitan la facultad. La mayor parte del libro está dedicada a reproducir los rostros de cada uno de los 117 estudiantes, docentes y no docentes, sus nombres, sus espacios de militancia política, la fecha en que fueron secuestrados o asesinados. Las últimas cien páginas incluyen los aportes realizados por los familiares de las víctimas: recuerdos personales, fotos, testimonios, poemas, dibujos.
Esta tarde a las 19, en el aula 323 del Pabellón III de Ciudad Universitaria, además de la presentación del libro, la FADU continuará con la entrega de legajos académicos a familiares de las víctimas, una iniciativa a través de la que ya se entregaron 53 expedientes. Hoy se sumarán otros siete. “Este siempre es un momento muy especial para la Comisión de Derechos Humanos, en el cual sentimos que hacemos nuestro pequeño aporte en restituirles a los familiares una parte de su historia que la dictadura les quitó –dice Angilletta–. A veces nos parece poco, son solo algunos papeles, pero muchas veces el resultado es gratificante. Uno de los primeros legajos que entregamos lo recibió el hijo de una estudiante desaparecida. Entre las cosas que le dimos estaban la ficha de inscripción que ella había completado y una pequeña foto tipo carnet. Él nos dijo que no tenía ningún otro papel con su letra manuscrita. Y que esa era la foto más linda que tenía de su mamá.
Página12
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