viernes, noviembre 17, 2017

Nuevas revelaciones sobre la relación del Che Guevara y el trotskismo



Una ponencia presentada en un coloquio cubano, a cincuenta años de la muerte del Che, recoge las vicisitudes de este vínculo en la voz de uno de sus protagonistas.

Prensa Obrera publicó un sentido y justo homenaje al Che con motivo del 50° aniversario de su asesinato (1).
Es útil volver sobre las relaciones entre Guevara y el trotskismo porque se están produciendo nuevos materiales, que subrayan la validez del enfoque del Partido Obrero.
El tema ya fue tratado en Gary Tennant, “El Che Guevara y los trotskistas cubanos”, (En Defensa del Marxismo n° 18, octubre 1997) y desarrollado por los compañeros Daniel Gaido y Constanza Valera en “Trotskismo y guevarismo en la revolución cubana, 1959-1967” (En Defensa del Marxismo n° 46, octubre 2015).

Lo que importa es que el tema se está debatiendo en Cuba a estas horas

La cátedra Antonio Gramsci del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello convocó en noviembre del 2016 a un seminario sobre Las Izquierdas Latinoamericanas. Las ponencias fueron publicadas en libro en Santiago de Chile en agosto de este año (2017). Rafael Acosta de Arriba presentó una contribución sobre “El final del trotskismo organizado en Cuba”. El autor es hijo de Roberto Acosta Hechevarría, militante trotskista del POR cubano (posadista) perseguido en 1965. El trabajo está dedicado “A la memoria de Roberto Acosta Hechevarría e Idalberto Ferrera Acosta, revolucionarios”.
Rafael Acosta comienza por afirmar que “El tema del trotskismo en Cuba es una de las asignaturas pendientes de nuestra historiografía. Trotski y el trotskismo fueron tabú en los años 70 y solamente después de la ‘disolución del campo socialista’ se crearon condiciones para análisis como el que podemos presentar”
La ponencia de Acosta se concentra en los años 63-65 cuando la Revolución Cubana “afrontó un cuadro complejo en su política interior y exterior”. El Che fue protagonista de un debate intenso y terminó por abandonar la dirección y la isla misma, pero no la lucha revolucionaria –un tema que no abordaremos ahora.

El Che frente a la persecución a los trotskistas

Un episodio importante en este período fue la persecución de los trotskistas cubanos entre 1961 y 1965. El grupo trotskista cubano, Partido Obrero Revolucionario-Trotskista (POR T) estaba ligado al posadismo (2). El padre de Rafael Acosta era uno de sus dirigentes. Era funcionario del Ministerio de Industrias y tenía un trato permanente con el Che.
En 1961, el Che apoyó la represión de los trotskistas cubanos. Según Acosta, el Che no fue trotskista pero había leído a Trotsky y comenzaba a revalorar sus ideas, haciendo una distinción entre el dirigente de la Revolución de Octubre y sus seguidores. Su afirmación central es que “en el orden práctico, el Che fluctuó (…) en su posición ante los trotskistas cubanos desde el inicial encono de 1961, a una posición de tolerancia, colaboración y comprensión entre 1964-65”.
A comienzos de 1965, se produjo el episodio final de la represión del POR (T), que da lugar a su desaparición. El aparato represivo, con una clara inspiración y dirección estalinistas, lanzó una operación contra los militantes del POR, luego de que esta organización publicara La revolución traicionada, de León Trotsky. Fueron encarcelados y amenazados con penas enormes. En ese momento, el Che intervino activamente para frenar la represión. Se entrevistó con Roberto Acosta Hechevarría y le propuso un acuerdo posible: los trotskistas serán liberados de la prisión y no habrá más represión a cambio de que acepten la no continuación de las actividades del partido. Acosta solicitó y obtuvo la posibilidad de una reunión entre todos los presos para decidir. Los militantes aceptaron el acuerdo. Fueron liberados y gran parte del material secuestrado les fue restituido. El acuerdo arrancado por el Che al aparato político y represivo fue respetado.
Acosta Hechevarría relata su última entrevista con el Che. Reproducimos un párrafo de este relato.
“En la última conversación que tuve con él, estando ya preso, el Che me comentó que entre los papeles que se habían encontrado en el registro de mi casa, había una carta del POR-T a la Cuarta Internacional, y que él había podido comprobar que yo había reproducido fielmente nuestra conversación acerca de la ley del valor y otras cuestiones sobre el marxismo. Después me preguntó qué pensaba hacer y le contesté que si no se permitían había que suspender las actividades trotskistas. El Che, para mi sorpresa, me respondió que si creíamos que teníamos razón debíamos luchar por mantener nuestra actividad y no desistir. Finalmente, el Che me dijo que sería puesto en libertad en corto plazo. Poco después, el Che salió de Cuba. Al terminar la reunión me despidió con un abrazo y con esta frase: Nos veremos en las próximas trincheras”.
“Pasaron unos días y el instructor de mi caso (que, por cierto, quedó pasmado con la actitud del Che para conmigo en la reunión citada) me planteó que me iban a liberar junto a los demás trotskistas, siempre y cuando todos nos comprometiéramos con el Ministerio del Interior a no proseguir con las labores del partido y por supuesto a no seguir publicando nuestro periódico o cualquier otro tipo de publicación. Le contesté que tenía que consultar con los demás compañeros y haciendo énfasis en que la libertad tenía que ser para todos los detenidos. Acompañados por ese oficial viajamos a Guantánamo y allí se nos planteó a todos los trotskistas que seríamos puestos en libertad si aceptábamos lo discutido en Villa Maristas. Aceptamos, era la única forma que veíamos como posible para recuperar nuestra libertad, pero, naturalmente, sin dejar de pensar como trotskistas”.
La salida del Che de Cuba, su emprendimiento guerrillero y su asesinato en 1967, frustraron un posible desarrollo revolucionario. La actitud de Guevara en relación a los trotskistas cubanos se entiende en este escenario.

Roberto Gramar

Notas

(1) Christian Rath, "El asesinato del Che, cincuenta años después", Prensa Obrera Impresa n° 1478.
(2) Posadismo: corriente del trotskismo dirigida por J. Posadas (muerto en 1981). Llevó hasta el final el planteo del anacronismo de la revolución proletaria en nuestra época, elaborado antes por M. Pablo (ex secretario general de la IV en 1952). La burocracia de la ex URSS debía ser la encargada de realizar la transformación socialista, con los trotskistas como asesores, a lo que llamaron “teoría de la regeneración parcial de la burocracia”.

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