Sin dudas el crimen de Andrés “Pillin” Bracamonte, asesinado junto a su mano derecha ayer por la noche tras el encuentro de Rosario Central y San Lorenzo, no será uno más en la historia de los enfrentamos criminales de la ciudad y de la provincia, que se vienen sucediendo con la complicidad de todos los gobiernos, el poder judicial y la policía.
Conforme pasan las horas se despliegan en el mundo periodístico distintas teorías sobre los motivos del asesinato del líder de “Los Guerreros”.
La hipótesis que tomó más fuerza apunta a una banda narco llamada Los Menores, que está sospechada del último intento de asesinato fallido contra Bracamonte después del clásico que jugaron Central y Newell’s en agosto de este año. El mismo Bracamonte había apuntado contra esta banda hace poco tiempo en una entrevista al diario La Nación donde decía que había un grupo mafioso que pretendía correrlo de la barra y del control del norte de Rosario. Haciendo referencia a Los Menores, un grupo criminal que tiene base en el barrio 7 de septiembre, en la zona noroeste de Rosario (La Nación, 10/11/24).
Otra hipótesis indicaría que, en la lucha por el control de los negocios ilegales en la ciudad, Pillín Bracamonte siempre estuvo ligado a Guille Cantero, líder de la banda criminal Los Monos. Pero hace un tiempo dos laderos de Cantero, Leandro Vilches y Pablo Caminos, habrían crearon una red paralela y le ofrecieron a Bracamonte un pacto para compartir territorios, liberar zonas mediante acuerdos con la policía y ampliar el dominio de la Uocra (que Pillín controlaba en la zona norte) y el parque industrial, hacia toda la ciudad y alrededores. El mantenerse en ambos bandos habría generado rapideces (Infobae 10/11/24).
Más allá de los rumores, los diversos prontuarios de Bracamonte en la justicia demuestran que existen numerosos vínculos entre el narcotráfico, las barras bravas, la burocracia sindical y el poder político que deben ser investigados.
El asesinato de Pillín Bracamonte, el histórico líder de la barra brava de Central, luego de 29 intentos de asesinato, marca en primer lugar que se rompió la protección que lo blindó durante 25 años, empezando por la zona liberada por la Policía de Santa Fe en Arroyito
Estado policial
Lo curioso del hecho es que la balacera ocurrió dentro del perímetro de seguridad habitual durante los partidos de Rosario Central, a tan solo cuatro cuadras del estadio. Según indicaron testigos se habrían apagado las luces de dos cuadras, una de ellas donde fueron interceptados Bracamonte y su mano derecha y no había ningún policía.
Esto pone de manifiesto la idea de una zona liberada para el crimen en medio de la campaña furiosa del gobernador Pullaro, que asegura la baja de los crímenes sobre la base de la militarización de la ciudad, una política alentada por Bullrich.
Esta orientación apunta a un amedrentamiento general de la población, que incluye perseguir y encarcelar a docentes que luchan, contra trabajadores que vuelven de su trabajo a los barrios y son parados por la policía por no llevar DNI, contra estudiantes que son apretados e intimidados con preguntas sobre sus pertenencias políticas a organizaciones estudiantiles.
Según informó La Capital, de las 4000 demoras/detenciones que hubo por no llevar DNI en Rosario “solo una persona contaba con antecedentes penales”. A esto se suma otras detenciones al boleo, como la del periodista deportivo que fue confundido con una persona en búsqueda y captura, y fue detenido en la puerta del partido que venía a cubrir a Rosario. Estuvo 24 horas sin poder defenderse, sin agua y con riesgos para su salud por ser diabético.
En este marco se produce el crimen de Bracamonte, mostrando que el Estado policial que montaron Pullaro, Milei y Bullrich no vino a desmantelar las estructuras narco que continúan operando en la ciudad y la provincia a través de sus distintos vasos comunicantes.
José Rosario
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