Durante los últimos días las bolsas mundiales han sufrido caídas significativas. Todo parece que comenzó en China. El gobierno de Pekín dio a entender que la especulación en la bolsa de Shangai se estaba descontrolando y que el gobierno podría introducir un impuesto especial sobre los beneficios de capital conseguidos allí. Eso provocó una caída de los precios del 10 por ciento, la mayor caída en un solo día de estos diez últimos años.
Resulta irónico que el gobierno chino hiciera esta declaración. Sólo seis meses antes habían abierto el camino a los especuladores bursátiles, relajando las restricciones y anunciado grandes ventas de acciones de las empresas estatales. ¡La bolsa subió un 100 por cien en sólo medio año! Ahora después de la ganancia llega el dolor. También demuestra como el movimiento hacia el capitalismo emprendido por los llamados dirigentes “comunistas” ha demostrado que la economía china está expuesta a los vaivenes de la volatilidad capitalista.
Pero la caída de la bolsa no sólo afectó a China. Pronto se extendió a los mercados de Japón, Europa y EEUU. Cayeron en un solo día un 3-4 por ciento, no es una caída grande pero sí significativa después de la gran subida que han tenido estos mercados desde el verano pasado.
Que un hipo en China se extienda por los mercados del mundo demuestra lo globalizado que está el capitalismo, particularmente su sector financiero. Ciertamente la teoría del caos se aplica a la anarquía del capitalismo mundial: cuando la mariposa de Pekín aletea sus alas provoca una tormenta de nieve en Nueva York.
El problema se agravó por otros dos acontecimientos. Los datos económicos de EEUU sugerían que la economía estadounidense podría entrar en recesión mucho antes de lo que esperaban los mercados. Parece que el PIB real creció en EEUU durante el último trimestre de 2006 sólo un poco por encima del 2 por ciento, frente al 3,5 por ciento esperado.
También, el anterior presidente de la Reserva Federal norteamericana, Alan Greenspan, pronunció una videoconferencia a los inversores de Hong Kong (¡por 150.000 dólares!) en la que dijo que existía una posibilidad de recesión económica en EEUU a finales de 2007.
Todo esto hizo que los inversores vendieran sus acciones. Ayer, 28 de febrero, la bolsa norteamericana parecía estable. Pero hoy la caída ha continuado en China, Japón, Europa y EEUU, en el momento de escribir este artículo.
¿Hasta donde puede llegar esto? Depende de cómo se analicen las causas de la caída. Los capitalistas optimistas dicen que no hay nada mal en los cimientos del crecimiento capitalista: el empleo está bien, los beneficios van bien, los tipos de interés están bajos, la inflación está bajo control. Así que la caída de la bolsa es sólo una “corrección” sana que pronto terminará, después los mercados comenzarán de nuevo a crecer, como ocurrió el verano pasado después de una “corrección”.
Esta es la idea de la mayoría y del actual presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke. Hablando ante el Congreso, ayer, Bernanke se esforzó por decirles a los senadores que todo estaba bien. El mercado estadounidense, según sus palabras, pronto se estabilizaría.
Sin embargo, hay otros que defienden que los mercados financieros norteamericanos son demasiado caros debido al “excesivo” crédito que hay en la economía. Se están invirtiendo unas enormes sumas de dinero en comprar empresas a través de los acuerdos de “capital de riesgo” y prestar dinero para propiedad y acuerdos de intercambio. El dinero no va a inversión productiva (en realidad la inversión en nueva planta y maquinaría apenas está creciendo en EEUU), así que se está despilfarrando.
Tal es el exceso que cualquier signo de que la principal central manufacturera de Asia, particularmente China, puede estar ralentizándose y, de este modo, aumentando la inflación y ralentizando el crecimiento mundial, fácilmente puede desencadenar un colapso de los precios de las acciones y llevar al mundo a una recesión.
Mi visión es algo diferente. La clave para comprender la salud del capitalismo son los beneficios. Los beneficios globales y en EEUU se han disparado desde la recesión de 2001. Sin embargo, la mayoría de estos beneficios no son reales (realmente son los beneficios del capital financiero arrancados a los sectores productivos de la economía). Además, aunque los beneficios han subido en los últimos cinco años, apoyándose en los precios de la bolsa más elevados, todavía están por debajo de los niveles conseguidos en 1997.
Lo más importante es que los beneficios empezarán a caer desde este punto. El crecimiento de la productividad en EEUU se está desacelerando y los costos de producción subiendo en comparación con el crecimiento de las ventas. Las ventas están cayendo mientras que el mercado inmobiliario norteamericano está cayendo. También, el coste de los préstamos ha aumentado porque la Reserva Federal ha subido los tipos de interés.
El recorte de beneficios comenzará a crecer sostenidamente durante los próximos años. Eso debilitará el entusiasmo en el mercado bursátil. Finalmente los beneficios caerán a los niveles que provocarán una recesión económica y una caída sostenida del mercado bursátil.
La actual caída de los mercados probablemente no lleve a ningún crash ni a una recesión económica inmediata. Pero sí es un indicador del deterioro futuro de la salud del capitalismo global que durante los próximos años se intensificará.
Michael Roberts
Tuesday, 06 March 2007
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