domingo, marzo 30, 2008

Cuba derrotó al criminal racismo sudafricano. 20 años de una gran victoria militar y politica‏


Cuito Cuanavale: 20 años de una batalla decisiva para Africa

Armando Reyes Calderín

A dos décadas de la histórica homónima victoria de las armas angolanas, cubanas y namibias contra el Ejército surafricano del apartheid, Pedro Ross embajador cubano en Angola ofreció declaraciones a Prensa Latina, basándose en el libro Cien Horas con Fidel.
Esa obra del periodista Ignacio Ramonet relata diversos acontecimientos de la vida del líder cubano y dedica uno de sus capítulos a Africa y en especial a Cuito Cuanavale.
Aquella localidad de la provincia de Cuando Cubango, 825 kilómetros al sureste de aquí, se convirtió a partir del 23 de marzo de 1988 en icono para este continente, en tanto transformó la geopolítica de Africa Austral.
Era un momento decisivo para Angola, explicó el también integrante del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, pues las mejores tropas de este país les era imposible enfrentar un enemigo más poderoso en número y medios.
También para los cubanos se trataba de una encrucijada, porque enviar 40 mil uniformados como se hizo, significaba ponerse a merced de la agresividad del gobierno estadounidense que de igual manera era beligerante en el conflicto.
La Casa Blanca apoyaba tras bambalinas a Pretoria e incluso dotó a su cuerpo armado de ocho armas nucleares, explicó Ross, por lo que siempre hubo la posibilidad de que en un momento de desespero, los surafricanos las utilizaran.
Junto a 30 mil angolanos y tres mil guerrilleros de la Organización del Pueblo de Africa Sudoccidental (SWAPO), en Cuito Cuanavale los cubanos dieron su aporte durante a la consolidación de la soberanía de este país.
Antes lo habían hecho en la proclamación de la independencia el 11 de noviembre de 1975 cuando coadyuvaron a la derrota de tropas zairenses, de mercenarios y de surafricanos que amenazaban con escamotearle el triunfo al pueblo angolano.
Empero, acotó el jefe de la misión diplomática cubana, Estados Unidos y su aliado, el régimen del apartheid, no cejaron en hostigar y mantener presiones sobre esta nación.
Así, después que las Fuerzas Armadas para la Liberación de Angola (FAPLA) acorralaron en Cuando Cubango a elementos de la entonces insurrecta UNITA, comandada por Jonas Savimbi, entró en acción el Ejército surafricano con todo su poderío.
Cuba envió a sus tropas para contener la contraofensiva surafricana, en una decisión muy valiente de Fidel Castro, quien antepuso principios internacionalistas ante cualquier otra consideración.
La táctica era, comentó con posterioridad el presidente cubano, aguardar el momento propicio para dar un golpe mortal a la potencia surafricana, uno tal que abandonara para siempre sus deseos de dominio de la parte sur del continente.
Esa contundente respuesta sucedió en Cuito Cuanavale, pues el 23 de marzo de 1988, Pretoria se lanzó con todo contra esa posición y cubanos, angolanos y namibios la rechazaron y pasaron a la contraofensiva.
Fidel Castro en una de sus intervenciones ilustró aquel episodio con una imagen pugilística: “contener al adversario con la izquierda usando el jab (Cuito Cuanavale) y rematarlo con la derecha (avance por el suroeste angolano hasta Namibia)”.
A la sazón se desarrollaban en Nueva York, conversaciones entre los gobiernos de Estados Unidos, Angola, Cuba y Suráfrica.
Este último presentaba una posición arrogante, prepotente, pese a que en el campo de batalla sus tropas huían a la desbandada ante el empuje de angolanos, cubanos y namibios.
El desarrollo posterior de la victoria de Cuito Cuanavale hizo variar la postura surafricana, pues aceptó abandonar territorio angolano, se comprometió a permitir elecciones libres en Namibia y más tarde, cayó el régimen del apartheid.
La sangre derramada en aquellos combates no fue en vano, señaló el embajador cubano, en tanto 20 años después se ve a una Angola en reconciliación, reconstrucción, en lucha contra el hambre, las enfermedades y el subdesarrollo.
Ahora también los cubanos estamos ofreciendo nuestro aporte, indicó Ross, pero ya no con las armas, sino con los medios para salvar vidas, eliminar la ignorancia y el analfabetismo y levantar obras.
“Es un Cuito Cuanavale diferente, pues si aquel requirió del valor y el coraje derrochado con creces por angolanos, cubanos y namibios, hoy día, insistió, la faena es ganar la batalla con el conocimiento”.

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