Imagina por un momento que el país donde resides tiene prohibido la adquisición de equipos, aplicaciones informáticas y software de las compañías de Estados Unidos -que son las más importantes en esta actividad- e impedida la conexión a Internet por medio de cables de fibra óptica que pasan cerca de tu territorio, obligando a utilizar las conexiones basadas en los satélites que no sólo son más costosas sino que son de banda menos ancha, haciendo las conexiones más lentas con escasos 209 Mbps (megabytes por segundo) para la salida y 393 Mbps para la entrada.
Este panorama no es ciencia ficción, es la realidad de una isla situada en el Caribe, llamada Cuba, que constantemente es atacada por los medios de comunicación al servicio del mismo país que dispone aquellas prohibiciones, cuestionando la política del gobierno cubano en relación con el acceso a Internet. Me imagino lo difícil que resultaría para cualquier gobierno diseñar una estrategia bajo estas limitadas condiciones de conectividad y equipamiento informático.
Sin embargo, la Isla cuenta con recursos humanos altamente calificados en las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones -cuarto lugar mundial, según el último informe de la UIT-, priorizando la conexión a la red de manera organizada para garantizar un uso social de la misma, y que pueda ser utilizada adecuadamente por médicos, científicos, estudiantes, profesionales, periodistas, personalidades de la cultura, empresas, centros de investigación y muchos más.
Hace poco, un amigo me comentaba luego de su visita a una isla vecina, que en esta cuentan con varias instalaciones al estilo de los Joven Club de computación cubanos, con un equipamiento de primer mundo; pero con un uso y conocimientos limitados de los ciudadanos. Hoy existen en Cuba más de 1,5 millones de usuarios de correo electrónico y más de 500 mil de Internet, todo lo cual se multiplica en cientos de miles más si se tiene en cuenta el carácter social de muchas de estas facilidades, que permite que un mismo punto de conexión sea utilizado por varias personas, al igual que sucede con una cuenta de correo electrónico.
Resulta una paradoja que se acuse a Cuba de limitar el acceso a Internet y a la información cuando todos los estudiantes de todas las enseñanzas acceden diariamente a múltiples materiales e información útil a través de computadoras instaladas en todos los centros escolares, en el caso de las universidades, a través de la red de redes. Más de 600 Joven Club de Computación han graduado a más de 2 millones de personas en cursos que tienen como objetivo proporcionar una cultura informática a la comunidad, con prioridad para los niños, adolescentes y jóvenes; pero también a personas con discapacidad o de la tercera edad. Por estos días esta organización desarrolla un foro en la red con el objetivo de sumar personas en la batalla por preservar la paz en el planeta. (Véase foros.cubava.cu). Todos los hoteles poseen cibercafés para el acceso a la red de redes, también varias unidades de correos, cibercafés de otros organismos y de asociaciones no gubernamentales como la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la Federación de Radioaficionados, la Unión de Arquitectos e Ingenieros de Cuba y otras.
Es significativo que en los últimos tiempos se aprecie un incremento de naturales cubanos, en su mayoría jóvenes, participando en las redes sociales y en la construcción de una Enciclopedia colaborativa cubana. A pesar de este esfuerzo y de que se han invertido más de dos mil millones de pesos para llevar las comunicaciones hasta los lugares más apartados de la geografía de la Isla, muchas personas aspiran a conectarse a Internet desde su vivienda; pero a los elementos ya citados se une que el fuerte bloqueo aplicado por el imperialismo a nuestro país desde los primeros años de la Revolución, limita el mantenimiento de la técnica instalada, la adquisición de equipos nuevos de comunicación y el crecimiento de la densidad telefónica. En el museo de las Telecomunicaciones en La Habana, se conservan muestras de centrales telefónicas de las primeras décadas del siglo pasado, de fabricación norteamericana que estuvieron en operación hasta mediados de la década del 90. Por supuesto, estas realidades no se publican en los grandes medios de comunicación capitalistas y se insiste en presentar al gobierno de Cuba como enemigo del acceso Internet. Entonces, me pregunto cómo se explica que a pesar de las limitaciones materiales se gasten millones de dólares para universalizar el acceso a la informática y a contenidos que enriquecen la cultura y los conocimientos del hombre.
A pesar del bloqueo y los ataques trasnochados de los demonios del imperialismo, la estrategia seguida por Cuba y reconocida por organismos internacionales es un modelo a seguir por los países subdesarrollados, pues posibilita el uso más justo y equitativo de la tecnología y la información que se pueda procurar en cualquier sociedad.
Omar Pérez Salomón
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