domingo, abril 01, 2012

Charles Dickens: una mirada desde el cine


Charles Dickens fue uno de los mejores escritores británicos de la era victoriana, y el más popular de todos, tanto por su interés por el pueblo bajo como por una capacidad narrativa que le hizo asequible para el gran público.
Charles Dickens fue uno de los mejores escritores británicos de la era victoriana, y el más popular de todos, tanto por su interés por el pueblo bajo como por una capacidad narrativa que le hizo asequible para el gran público. El reflejo del romanticismo se cumple con la novela de Dickens reuniendo los más típicos rasgos de esta época. Plasma muy bien en su obra las consecuencias sociales, los desastres humanitarios de la primera revolución industrial, que marcó el destino de la historia económica, y que fue vivida por los de abajo como una auténtica pesadilla mientras que los que se enriquecieron, por lo más general, no tuvieron la menor clemencia obligando a los trabajadores (trabajadoras, niños, ancianos, todos), a subsistir con jornadas de trabajo interminables y salario de miseria. Dickens no soportaba la pobreza, ni las injusticias, y sus obras son un recio alegato contra una cosa y otra.
3en otro lugar ya me he referido más ampliamente a este escritor en un artículo aparecido en Kaos (Leer a Charles Dickens en tiempos difíciles), cultural y socialmente imprescindible para comprender su tiempo. En el mismo trabajo me refería a alguien al que por su procedencia social, el franquismo condenaba a la incultura, pudo acceder al autor de Oliver Twits, primero a través del cine, y ulteriormente, gracias a las ediciones baratas de libros como lo fueron las ediciones Pulgas y otras, que pusieron la gran literatura a alcance de la gente trabajadora.
En sus obras, Dickens logra plasmar ciertos elementos que van a ser señas particulares en su producción: La ciudad de Londres con sus calles neblinosas y bulliciosas, donde refleja el contraste entre la riqueza del ascendente capitalismo simbolizada en su monumental arquitectura, y la presencia de los niños como protagonistas de sus aventuras literarias. Para Dickens, la infancia representa a las víctimas más inocentes de un sistema que se revelaba cruel y explotador, de tal manera que cuando hablamos de una “situación dickensiana”, todo el mundo entiende que lo estamos haciendo de una realidad social cruel en la unos pocos se benefician, y una mayoría social sufre situaciones insostenibles. Realidades que algunos creían que ya eran cosas del mundo mayoritario, pero que en los últimos tiempos se están haciendo cada vez más familiares.
La relación de Charles Dickens con el cine resultaría especialmente importante, al menos por tres motivos diferentes. Primero, por su manera de escribir sus novelas por entregas en la prensa iluminada con magnífica ilustraciones, fue ya de por sí una manera bastante cinematográfica de escribir, una manera que resultó determinante en la concepción de David Wark Griffith. A este no se le puede perdonar el haber realizado El nacimiento de una nación, una de las películas más infecta de la historia del cine…, pero al que hay que reconocerle que también realizó películas sino puestas, sí muy diferente como Intolerancia o La culpa ajena, tan dickensianas. Recordemos por sí hace falta que Griffith está considerado nada más y nada menos que el “padre” del cine. Sus ideas del guión y del montaje fueron heredadas de Dickens, su autor favorito. Griffith tenía en mente a Dickens cuando fue creando un lenguaje a través del montaje, ofreciendo una trama que alternaba situaciones en un esquema “realista” en oposición a la otra fórmula, a la fantástica, la experimentada por Mélies. Segundo, porque no se puede hablar del universo de Charles Chaplin sin recurrir a la literatura de Dickens.
El tercero es que el grueso de su obra fue adaptada en numerosas ocasiones con un saldo bastante desigual, pero con numerosos aciertos. En las líneas que siguen trataré de establecer un cierto listado reservando las adaptaciones de Historia de dos ciudades, para otro artículo, y esto por dos motivos. Resulta una novela bastante diferente dentro de su obra, y segundo porque al abordar una historia tan extraordinaria como lo fue la Gran Revolución Francesa de 1789, Dickens incide en el punto de mira de la equidistancia entre los tiranos y los revolucionarios, lo que le hace bastante representativo de cierta tradición historiografía liberal “centrista” sobre la que el cine –y Hollywood en especial- ofreció numerosas muestras. Partiendo de la cronología de sus ediciones, nos encontramos con la siguiente lista:
--1) Oliver Twist (escrita entre 1837 y 1839), de la que existe una esmerada adaptación en el cine mudo de 1922 (USA, 94 min.), obra del notable Frank Lloyd (su película más celebrada será Rebelión a bordo), interpretada por Jackie Coogan (célebre por El chico, de Chaplin), y por el legendario e inigualable Lon Chaney. Su revisión (gracias a su edición en DVD), nos muestra una película que resulta intensa y vigorosa a pesar de los diálogos quedan son obviamente muy sintetizados. La más clásica y reconocida de todas las adaptaciones es la de David Lean (RU, 1948, 105 min.) con la ayuda de Noel Coward, cinematográficamente modélica, narrada deliciosamente e interpretada sobria por un reparto que ha quedado para los anales compuesto por Alec Guinness, Robert Newton, Kay Walsh, Henry Stephenson… Incluso el niño resulta totalmente adecuado. Anotemos que se trataba de John Howard Davies, recientemente fallecido (agosto, 2011), que siguió una discreta carrera como actor y director, por ejemplo filmó la famosa adaptación televisiva de Guerra y paz, con Anthony Hopkins.
No menos famosa es la adaptación musical que llevó a cabo en 1968 (RU, 153 min.) por un declinante Carol Reed (firmante de El tercer hombre entre obras de primera), que tuvo 11 nominaciones al Oscar consiguiendo cinco, y que resultó un éxito total, gracias a las canciones de Lionel Bart y Johnny Green. Este Oliver contribuyó a relanzar momentáneamente el musical, y algunas de sus canciones se hicieron muy populares, y que lanzó a la fama a un insufrible niño, Mark Lester, para el que se produjeron diversas películas. De ella se puede decir que fue un musical mayor pero un Dickens menor, si bien algunas de sus interpretaciones como Oliver Reed y la de Ron Moody, son inolvidables. Claro que lo poco que queda de Dickens se hace notar, y no hay que decir que la producción favoreció la divulgación del original literario entre nuevas generaciones que de otra manera seguramente no la habían reconocido igual.
Existen otras versiones más o menos espúrea como Oliver y su pandilla (USA, 1988) de George Scribner, una producción de la Disney que se desplaza a un ambiente perruno y gatuno, y que incide en el musical, pero la verdad es que carece del prestigio de otras obras de la Factoría; tampoco resultó memorable la miniserie Twist (Canadá, 2003) de Jacob Tierney. Y que moderniza sin mucho rigor los ambientes decimonónicos…El ciclo se cierra con otra adaptación mayor, la versión de Roman Polanski (RU, 2005, 130 min.). Dirigida por Polanski después de El pianista, esta versión, que introduce importantes modificaciones para aproximar la historia al presente, puede aspirar a codearse con la de David Lean. Es una película que ofrece una sensación muy cercana al a de la lectura, las imágenes mejoran a cada instante; una oscuridad estupendamente aprovechada por un creador de ambientes como es este director. Se nos ofrece un Fagin tan ambiguo y entrañable como quizás sólo Kingsley podría interpretar. La música es totalmente adecuada, y la trama conecta el siglo XIX con el presente, la trama nos resulta actualmente reconocible como una tendencia que se está fraguando en el presente como consecuencia de la llamada “revolución conservadora”.
--2) Nicholas Nickelby (escrita entre 1938 y 1839), de la que, aparte de dos ignotas versiones mudas, existen al menos dos adaptaciones conocidas. La primera titulada Vida y aventuras de Nicholas Nickleby (RU, 1947, 108 min.), es una versión muy clásica y muy ajustada al original firmada por Alberto Cavalcanti (Río de Janeiro, 1897-París, 1982), un cineasta que realizó cine experimental y documental, y que conoció una carrera muy interesante en Francia y Gran Bretaña, y al que algunos han llamado “padre do cinema novo” brasileiro. Esta es seguramente su producción más popular. Fue interpretada por un equipo de eficientes actores británicos: Cedric Hardwicke, Derek Bond, Stanley Holloway, Alfred Drayton... Parece que a Dickens le sentaba mejor el blanco y negro, lo clásico que las tendencias coloristas del cine-entretenimiento. Revisando a gusto la película, se adivina que Dickens conocía el capitalismo al dedillo. La obra describe una sociedad basada en el beneficio que doblega y humilla a los pobres y más honestos. Se percibe la existencia del trabajo basura con el que el capitalismo pudo crear sus fortunas, y se denotan las dificultades económicas de la gente llana para sobrevivir en “tiempos difíciles”. Cavalcanti reconstruye la historia con imágenes sobrias y adecuadas, si bien parece que se olvidó de sus inquietudes vanguardistas de antaño. Aparte de un par de ignotas versiones mudas.
La otra es una versión reciente y claro está, más asequible. Se trata de La leyenda de Nicholas Nickleby (RU, 2002, 132 min.), obra del irregular Douglas McGrath. La trama se atiene al original: cuando muere el padre de Nicholas Nickleby (Charlie Hunnam), éste debe marchar a Londres junto a su hermana y su madre, y a solicitar ayuda a su rico tío Ralph (Christopher Plummer), pero las intenciones miserables de este hacen que Nicholas acabe dando con sus huesos en Dotheboys Hall, un internado dirigido por el cruel Wackford Squeers (Jim Broadbent). Dentro de las oscuras paredes de Dotheboys, Nicholas ofrece su amistad a un chico bondadoso y maltratado llamado Smike (Jamie Bell). Juntos se escapan emprendiendo numerosas aventuras para reunirse con su familia, reconstruir su hogar e intentar desenmascarar a su tío, un hombre despiadado. Como es ya propio en este tipo de producciones, la película contó con un nutrido reparto compuesto por Charlie Hunnam, Hugh Mitchell , Henry McGrath, Jamie Bell, Jim Broadbent, Tom Courtenay, Alan Cumming, Edward Fox, Romola Garai y una casi debutante Anne Hathaway…Aunque se trata de un versión menor a la clásica, no está exenta de interés., Ofrece una buena reconstrucción del universo dickensiano, del contraste entre los bajos fondos y la riqueza, siendo más posible hallar buena gente entre los desfavorecidos que entre los potentados. En muchas ocasiones se señala a Dickens como sentimentalista, pero yo creo que eso es una visión poco justa de su obra. El dolor y la injusticia es moneda común en sus argumentos, pero siempre hay lugar para la esperanza, algo que yo veo más cercano al estoicismo que a la sensiblería.
--3) A Christmas Carol conocida como Cuento de Navidad (escrita en 1843), es una de sus obras que más adaptaciones ha tenido en los últimos tiempos. Entre las clásicas sobresale una primera y muy ajustada versión (RU, 1951, 86 min.) del discreto Brian Desmond Hurst, que era pariente de John Ford y que trabajó a sus órdenes como ayudante. Está justamente considerada como la mejor adaptación de todas, con un pletórico Alastair Sim en el papel de Ebenezer Scrooge. Narra con destreza la historia de un viejo burgués sin sentimientos, que dice cosas que hemos escuchado a mucha gente poderosa y prepotente, y al que se le aparecen tres espíritus se le aparecen la noche de navidad, ofreciéndole la oportunidad de reconducir su vida a través de visiones del pasado, el presente, y el futuro. Aunque muy poco conocida Deliciosa, entrañable y conmovedora, la recomiendo para verla todas las navidades para hacer una buena reflexión sobre los desafueros del egoísmo propietario.
Le siguió Muchas gracias, Mr. Scrooge (RU, 1970, 118 min.) del aplicado Ronald Neame, y sigue la estela del musical tratando de emular el éxito del Oliver de Carol Reed…Fue nominada a cinco oscar, entre ellos el de la mejor canción original. En su momento obtuvo un cierto reconocimiento como un producto navideño clásico. Hay que decir que se trata de un musical más que notable, con muy buenos números de Leslie Bricusse que además de músico fue guionista. No es un mero canto al espíritu navideño, sino que por el contrario, toma la Navidad como metáfora sobre la crueldad empresarial. No hay que decir que las interpretaciones son todas excelentes, comenzando por las de de Albert Finney y Alec Guinness interpretando al fantasma de Marley, el fallecido socio de Scrooge, y siguiendo por un extenso equipo en el que conviene no olvidar la fotografía de Oswald Morris con sus tonos fantásticos y tenebrosos.
Con una historia como esta no podía faltar una aportación de la Disney, el Cuento de navidad de Mickey (USA, 1983) de Burny Mattinson.con Mickey, Minnie, Donald, Goofy y Daisy incrustados en las peripecias de Mr. Scrooge (Tio Gilito); o de subproductos en la línea de “cazafantasmas” como Los fantasmas atacan al jefe (Scrooged ,USA, 1988, 101 min.), lamentable variación del muy irregular Richard Donner (un tipo que firmó un manifiesto en contra del “coloreado” en Barcelona y otro favor en Hollywood, lo que nos puede dar una pista de aquello de Groucho: “Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”). Fue realizada a la mayor gloria del entonces insoportable on .Bill Murray, y contó con la presencia de Robert Mitchum que seguro que echó pestes. El conmovedor melodrama de Dickens también fue pastos de los muñecos de Brian Henson en Los teleñecos en cuentos de Navidad (USA; 1992, 86 min.), como más tarde lo haría en una execrable variación sobre La isla del tesoro…En este caso, los The Muppets se las ven con un Mr. Scrooge encarnado por Michael Caine, gran actor pero que se ha prestado a proyectos que no lo merecían.
Dentro de la heterodoxia Cuento de Navidad de Charles Dickens (RU, 2001, 90 min.) de Jimmy T. Murakani, responsable de un clásico del género de dibujos animados: Cuando el viento sopla, una subyugante aproximación sobre los riesgos del armamento nuclear…En este caso, es el propio Dickens (Simon Callow) el que ofrece una versión sintética de su propio cuento con la voluntad de ayudar a la causa de los niños pobres…La película subraya debidamente sobre el cómo y el porqué de la miseria, y apunta sin tapujo hacia sus responsables: Mr. Scrroge no es más que un representante de la clase pudiente cuyo afán de beneficio pasa por encima de cualquier otra consideración. En la versión original, las voces de los personajes está servida por actores conocidos como Kate Winslet, Nicolas Cage y Simon Callow….Mucho más atractiva es Cuento de Navidad (USA, 2009, 96 min.) del interesante e inquieto Robert Zemeckis que toma el espíritu de la obra para convertirla en una película a través de la tecnología motion capture en 3-D. Ebenezer Scrooge (voz y figura inspirada en Jim Carrey) comienza la Navidad haciendo ejercicio de su habitual mezquindad, gritando a su fiel empleado y a su alegre y conciliador sobrino… Pero esa misma noche, los fantasmas de las Navidades Pasadas, Presentes y Futuras se presentan en su habitación para llevarle a un viaje en el que tendrá que enfrentarse a una realidad que no quiere ver. El viejo Scrooge tendrá que abrir su corazón e intentar arreglar todo el mal que ha hecho antes de que sea demasiado tarde. Lástima que estas cosas no sucedan a menudo.
--4) David Copperfield (escrita entre 1849 y 1850), cuya versión más reconocida es la de George Cukor, cuyo titulo original es The Personal History, Adventures, Experience, & Observation of David Copperfield the Younger (USA, 1935, 135 min.). Resultó nominada a 3 Oscar (mejor película). Producido por David O. Selznick para la MGM, con guión escrito por Hugo Walpole y Howard Estabrook. Nuevamente nos encontramos con un áspero melodrama social en el que el egoísmo trata de imponerse a la cultura de la solidaridad, todo de de la mano de una excelente adaptación de la novela, muestra el pálpito de la sociedad de la época. La tía Betsey se ha separado del marido, que ha enviado a la India. Jane Murdstone asume el gobierno de la casa en lugar del hermano. Agnes Wickfield tiene la fuerza necesaria para sostener la familia cuando el padre cae en el alcoholismo. Al perder el referente de su familia, David se incorpora a la de la tía Betsey. La hipocresía de unos y la irresponsabilidad de otros son sancionadas severamente. Se elogia el sentido del deber familiar de quien acoge a los sobrinos huérfanos y a la cuñada viuda. David decide ser escritor, una profesión con mayores oportunidades que en el pasado. Se censuran los castigos físicos, en especial los destinados al sometimiento de personas. Se hace exhibición de modas americanas como la de fumar tabaco en pipa de caña larga. El humor se hace presente a través de personajes pintorescos como tía Betsey, el loco muy lúcido Sr. Nick, el bueno de Wilkins Micawber, acosado siempre por las deudas, etc.. Se trata de una producción cuidada al detalle con una música y una fotografía de primera calidad. Las interpretaciones son gratas y convincentes. Algunas de las composiciones de los actores se hicieron inolvidables, a señalar especialmente las recaracterísticos de la talla de W.C. Fields, Roland Young, Edna May Oliver, Basil Rathbone, Maureen O'Sullivan, Lionel Barrymore, Lewis Stone, y la estupenda Elsa Lanchester...
Las que le siguen no se le pueden comparar. Si acaso se trata de adaptaciones más o menos aplicada como la de Simon Curtis. (RU, 1999, 180 min.), una miniserie televisiva protagonizada por Daniel Radcliffe, el futuro protagonista de la serie sobre Harry Potter, acompañado por un sólido elenco de actores como Bo Hoskins, Maggie Smith, Imelda Staunton, Ian McKellen y Colin Farrell no obstante, conviene anotar algunos valores destacados, de entrada el propio formato televisivo que permite un acercamiento más detallado, de ahí que se puede hablar de una adaptación casi literal de la novela del maestro, que tantísimo ha influenciado a autores como Roald Dahl, CS Lewis o JK Rowling. El equipo técnico es primoroso, y la evocación de la Inglaterra victoriana más cruel es veraz, puntilloso, y se puede hablar de un producto digno, incluso de una obra de divulgación envidiable que demuestra las potencialidades de la “caja tonta” cuando se trabaja bien. De ahí que al año siguiente el propio medio ofreciera otra ambiciosa adaptación (USA-RU, 2000, 180 min.), en tres capítulos de una hora, y bajo la batuta de Peter Medak, cineasta poco valorado pero autor de un título tan notable como Al final de la escalera que empero no logró superar el precedente a pesar de contar también con un listado de actores ciertamente notable: Sally Field, Paul Bettany, Hugh Dancy, Michael Richards, Eileen Atkins, Max Dolbey, Anthony Andrews, Nigel Davenport, Freddie Jones, ...
--5) Grandes esperanzas (escrita entre 1860 y 1861), cuya primera versión conocida data de 1917, pero entre las más memorables se encuentran muchas otras, sobre todo adaptaciones para seriales de la BBC como las Alan Bridges (1967), Joseph Hardy (1974), que fue estrenada en los cines seguramente por contar con un reparto sobresaliente presidido por Michael York, Sarah Miles, y los inmensos James Mason y Robert Morley, más Margaret Leighton, Anthony Quayle, etc…; la de Robert Fryer (1975) pensada originariamente como un musical, y la más conocida de Julian Jarrold (1999) que fue emitida por TVE, y que contó con Charlotte Rampling como la señorita Havisham…En el cine, está la de Stuart Walker (USA, 1934), una producción de la Universal que también había producido la película más famosa de Walker, El hombre lobo con Henry Hull, también presente en este Dickens que difiere ligeramente de la novela en la toma de la señorita Havisham más excéntrica que una locura. Los protagonistas fueron Phillips Holmesl y Jane Wyatt. A diferencia de la novela, ella no usa el velo de novia constantemente, no parece que realmente han diseñado todas las desgracias de pepita con Estella, y muere fuera de la pantalla de causas naturales en lugar de en un incendio. La película tuvo una cierta resonancia. Curiosamente, el inmenso Francis L. Sullivan interpretó el personaje del odioso Jaggers, y lo hizo tan bien que David Lean lo volvió a emplear para la versión de 1946…
La de David Lean (RU, 1946, 118 min.) es con mucho, la versión más aclamada, que ganó dos Oscar y fue nominada al mejor director y la mejor película, un clásico reestrenado en su tiempo, pasado decenas de veces en TV y distribuido en DVD. Los personajes de Dickens son una bendición del cielo: insólitos, terribles, hermosos, complejos….Esta película un ejemplo perfecto de progresión narrativa, de puesta en escena y de depuración literaria. Obviamente, se trata de la película, de un guión que se inspira en la esencia de la obra literaria, de otra cosa que empero, te permite leer la novela teniendo en mente los rostros y los escenarios de la película. Retorcida historia de pasiones y ambiciones, de sueños alcanzados y truncados, de ricos fagocitando a pobres (tan Dickens) y viejos amargados jodiendo a jóvenes aún con mucho que vivir, Grandes esperanzas cohesiona su multiplicidad de registros y acaba rompiendo la crisálida de un espectador que, primeramente interesado, y luego literalmente absorbido, se deja abandonar ante la hipnosis narrativa que el propio original literario ya inspirara en lectores de medio mundo. Lo hace con ritmo, grandes actores, con lecciones de moral subversivas (aquí es la "mala gente" y las clases bajas los que ayudan a progresar en la vida, no los poderosos), pero sobre todo destaca por su limpieza descriptiva que sublima la misma carne de sus personajes, todos inolvidables. Especialmente los femeninos, el encuentro entre Martita Hunt y la bisoña Jean Simmons permanece en el subconsciente.
Luego está la adaptación moderna del mexicano Alfonso Cuaron con el concurso del veterano Joseph Hardy (USA, 1998), que cuenta con un listado de actrices (Gwyneth Paltrow, Anne Bancroft), y actores
(Ethan Hawke, Robert De Niro) muy notables, pero que no convenció a casi nadie. Sucede algo que ya había sucedido con Shakespeare y otros clásicos, que se entiende adaptación con el presente con canalización. Los contextos no son para nada equiparables, no están tan trabajados como lo están en la obra, no reflejan las realidades y situaciones que se respiran en el original. Con todo, tiene sus partidarios.
Seguro que existen más adaptaciones, por ejemplo, recuerdo una versión en TVE de La pequeña Dorritt, con Ana Belen, pero esto es –creo yo- lo fundamental para disfrutar a Dickens a través del cine. Y lo dicho: en una próxima ocasión trataremos de Historia de dos ciudades.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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