En el contexto del escándalo por la revelación de la red de espionaje cibernético operada por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés), el fundador de Wikileaks, Julian Assange, dijo ayer que Internet ha sido ocupada militarmente por Estados Unidos y sus aliados anglosajones con el fin de dominar a las sociedades y provocar que éstas pierdan la soberanía nacional y la libertad.
Tienen significación los dichos de Assange que se producen el mismo día en que el diario holandés NRC difundió un documento filtrado por el propio Snowden en el que se asienta que la NSA infectó a más de 50 mil redes de computadoras en todo el mundo con software maligno diseñado para robar información confidencial. Ese caso no es aislado: debe recordarse que en agosto pasado The Washington Post reveló que la NSA había instalado unos 20 mil de esos implantes en 2008 y que realizaba estas operaciones cibernéticas desde 1998; un mes después, el proveedor de telecomunicaciones Belgacom afirmó haber descubierto que durante varios años el servicio de inteligencia británico instalaba software malicioso en sus redes para recolectar los datos telefónicos y de tráfico de sus clientes.
Si se considera que las plataformas informáticas de orígenes estadunidense y europeo están infestadas de mecanismos de espionaje gubernamentales y privados, como demuestran los documentos obtenidos por Wikileaks, los señalamientos de Assange cobran no sólo verosimilitud, sino un amplio sentido de urgencia. Es indudable que la virtual ocupación de Internet por parte de Estados Unidos y sus aliados compromete gravemente la confidencialidad de los datos gubernamentales, institucionales, empresariales y particulares de los distintos países. y los hace particularmente vulnerables a las actividades de espionaje del gobierno y de las grandes corporaciones informáticas del país vecino.
En ese contexto, resulta necesario y perentorio formular y operar vías independientes de acceso a la red mundial que rompan con el predominio estadunidense en ese ámbito. No es gratuito que el grupo de economías emergentes conocido como BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) hayan impulsado la creación de una estructura internética alternativa, conocida como cablebrics, constituida por un sistema de conductores de fibra óptica de 34 mil kilómetros de longitud, que deja fuera a los grandes centros de telecomunicaciones estadunidenses y europeos, y que es vista como una amenaza a la hegemonía occidental en ese ámbito.
En la hora presente, la lucha por la autodeterminación de las naciones pasa inexorablemente por los terrenos de la comunicación y la información, los cuales se encuentran hoy cooptados por los centros del poder político y económico mundial. Sería deseable que los países latinoamericanos, incluido el nuestro, siguieran el ejemplo del BRICS y exploraran la creación de plataformas propias de acceso a Internet, que sean alternativas a las estadunidenses, como una forma de avanzar en la consolidación de sus respectivas soberanías.
La Jornada
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