La crisis de la economía rusa no es ajena a la del resto de los países denominados emergentes. La baja del precio del petróleo aceleró este proceso y no se puede descartar un efecto contagio sobre nuevos países.
Las Bolsas de Valores del mundo entero, principalmente en los países periféricos (llamados eufemísticamente emergentes por los medios patronales), fueron golpeadas por la repercusión de la fuerte caída del rublo, moneda nacional rusa, frente al dólar. El martes 16 de diciembre la desvalorización fue del 11%, la mayor desvalorización diaria desde la gran crisis que afectó al país en 1998.
Las autoridades rusas, comenzando por Vladimir Putin, culparon a las sanciones de la Unión Europea y de los Estados Unidos por la fuerte caída de la moneda; analistas burgueses destacan, además, la caída del petróleo (principal producto de exportación de la economía rusa) como elemento determinante de los problemas económicos que afectan al país. Si es evidente que estos factores juegan un papel importante en la crisis rusa, ellos son catalizadores de un proceso más profundo que se viene desarrollando desde por lo menos comienzos de 2014, y que con la crisis rusa puede ingresar en una nueva fase que haga que la crisis mundial ingrese en un nuevo nivel.
Los países de la periferia capitalista (semicolonias) ingresan fuertemente en la dinámica de la crisis
Durante todo el primer momento de la crisis mundial, ésta se caracterizó por afectar directamente los centros más importantes de la economía capitalista: las principales potencias imperialistas con ritmos e impactos desiguales, tanto en el espacio como en el tiempo. Las principales economías de los países dependientes y semicoloniales, agrupadas en torno de los llamados BRICS (Brasil, Rusia, Indica, China y África del Sur) a pesar de sentir los efectos de la crisis, en varios momentos parecían ser una contratendencia a su desarrollo, con China manteniendo niveles de crecimiento económico, Brasil creciendo al beneficiarse de la demanda china por materias primas, y Rusia logrando un buen desempeño de su economía.
Este escenario comienza a cambiar a mediados de 2013 y gana fuerza a comienzos de 2014. Surgen elementos de una desaceleración importante de la economía china; las economías brasilera y rusa dan señales de que podrían estar encaminándose al estancamiento económico; Argentina (que a pesar de no ser parte de los BRICS es también una importante economía periférica) enfrenta problemas cada vez mayores en relación a su deuda externa, en conflicto con los "fondos buitres" estadounidenses; el precio de las principales commodities -importantes productos de exportación de las economías semicoloniales-, alcanzan caídas acentuadas, entre ellas, el petróleo, que perdió el 40% de su precio internacional en cinco meses.
Así, vemos que los problemas actuales que atraviesa la economía rusa, lejos de ser algo coyuntural o específico del país son parte de los cambios estructurales por los que está atravesando la economía mundial y de la posibilidad cada vez más real de que la crisis afecte de manera más directa los países semicoloniales, que hasta ahora venían logrando mantenerse en relativa estabilidad.
¿Cuáles son los impactos de la crisis rusa sobre la economía brasilera?
La crisis en Rusia tuvo impacto casi inmediato sobre la economía de Brasil. El 17 de diciembre pasado el dólar tuvo una fuerte subida, mostrando que los acontecimientos en el país del Este europeo repercuten rápidamente sobre nuestra economía. Esto se da porque la crisis del rublo es el marco que demuestra de manera clara este nuevo momento de la economía mundial, donde las grandes economías periféricas son alcanzadas de manera más integral por las contradicciones engendradas por la crisis capitalista.
Los "mercados" y el capital financiero -que en un primer momento se habían refugiado en estos países periféricos en busca de mayor seguridad (puesto que las economías centrales estaban en crisis) y de sus altas tasas de interés-, con el fin de la estabilidad relativa que venían manteniendo estos países, la también relativa recuperación de la economía norteamericana y la indicación de la Fed (Reserva Federal de Estados Unidos) de que los intereses en el país no irían a subir, fluyen a los países centrales, principalmente a Estados Unidos, escapando de los riesgos de las economías "emergentes".
El primer impacto de la caída del rublo sobre la economía brasilera es el efecto de contagio, la inseguridad que el capital financiero sentirá en invertir dinero en economías más inestables y dependientes de los ingresos provenientes de materias primas, en un contexto de caída de la demanda mundial. A esto se suman los problemas específicos de la economía brasilera, que desde mediados de 2013, y con más fuerza a partir de este año, viene siendo golpeada por los efectos de la crisis: las retracciones al crédito, en el consumo, en el empleo, la desaceleración de la economía nacional. Todos estos elementos tienden a ser factores que van a alejar aún más las inversiones de capitales en Brasil, lo que a su vez tiende a profundizar estos efectos como una bola de nieve.
Esta corrida contra las inversiones en países dependientes de materias primas (como queda claro con las preocupaciones con gigantes del gas y petróleo como Gazprom y Rosneft en Rusia, enfrentando dificultades con el pago de deudas en dólares) puede afectar también a Brasil en medio de la mega crisis de Petrobras, ya que los lucros proyectados por inversores internacionales en el pré-sal están seriamente cuestionados con el barril de petróleo en caída, a 60 dólares.
Llegando al octavo año de la crisis mundial y con la integración de los "emergentes" en la economía global, las consecuencias de "defaults" o quiebras de grandes empresas vinculadas a las commodities de los BRICS en 2015 serían incomparablemente mayores a las de las crisis de la deuda asiática o el default de Rusia de finales de la década de 1990. La crisis rusa, por tanto, en el marco de ser posiblemente un punto de inflexión en la crisis mundial, es un síntoma de los problemas económicos de todos los llamados "emergentes" de los BRICS, como la economía brasilera. Los trabajadores debemos prepararnos y no descartar que Brasil sea la próxima "burbuja" a ser golpeada por sus efectos de forma más contundente.
Santiago Maribondo
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