Fundado el 14 de diciembre de 1914 mientras los ejércitos campesinos de Zapata y Villa ocupaban la ciudad de México, se llamó primero Sindicato de Empleados y Obreros del Ramo Eléctrico y, días más tarde, se renombró Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). En medio del fragor revolucionario el SME nació luchando por demandas obreras; en 1915 se niega a participar en los Batallones Rojos, integrados por obreros, para enfrentar militarmente a los ejércitos campesinos; y en 1916 encabeza la primera huelga general en la ciudad de México demandando el pago del salario en oro. La respuesta de Carranza fue reprimir a los huelguistas y condenar a muerte a su secretario general, Ernesto H. Velasco. Sin embargo, la protesta del SME, de sus aliados y de los diputados jacobinos del Constituyente de 1917 logró que la pena de muerte fuera conmutada por una condena de 20 años de cárcel. Finalmente fue liberado el 18 de febrero de 1918.
La derrota de la huelga causó desaliento en las filas del SME, situación que comenzó a superarse a inicios de 1920. A partir de entonces el SME encabezó movilizaciones obreras, exigiendo la reglamentación del artículo 123 de la Constitución, hasta lograr la primera ley del trabajo en 1931; a la par que sus principales dirigentes, recorrían el país organizando a los trabajadores electricistas, coronando su esfuerzo unitario en 1925 con la creación de la Confederación Nacional de Electricistas y Similares.
En los años 30 la contribución del SME en la defensa de los derechos obreros y de huelga fue enorme: en 1935 convocó a la creación del Comité Nacional de Defensa Proletaria; en 1936 realiza la histórica huelga a la Mexican Light, con la cual logra la bilateralidad contractual y consolida el derecho a la jubilación, siendo secretario general Francisco Breña Alvírez. Ese mismo año funda la Confederación de Trabajadores de México, de la cual se separó en 1937, ante sus evidentes signos de charrificación. Luego vendría un largo periodo cercano al charrismo. Con el arribo de Juan José Rivera Rojas a la secretaria general en 1942, el SME se sumió en la antidemocracia y se incorporó al control político del PRI, a cambio de puestos de senadores y diputados. Sería el llamado Movimiento de Verónica en el que participaron miles de electricistas, hartos de los abusos, represión y antidemocracia, quienes en 1952 lo derrocarían, restableciendo la democracia sindical basada en asambleas generales y el voto universal, secreto y directo. En este proceso de restitución de la democracia, jugó un papel destacado Agustín Sánchez Delint, secretario general de 1954 a 1959 y su reforma estatutaria para garantizar el derecho a formar grupos para discutir y criticar las acciones de la dirección del SME. En ese vaivén burocrático el SME honraría su tradición nacionalista como el principal impulsor de la nacionalización de la industria eléctrica realizada por Adolfo López Mateos.
El férreo control de la burocracia sindical formada al amparo del crecimiento numérico del sindicato y de un contrato colectivo complejo y rico en prestaciones, mantuvo al SME al margen del movimiento estudiantil de 1968, salvo la excepción de algunos electricistas que expresaron su apoyo a las demandas estudiantiles. Ocurrió igual en el periodo 1971-76 cuando el SME dio la espalda a la lucha del STERM y a la tendencia democrática del Suterm, a sabiendas de que si eran derrotados, el siguiente sería el SME, como finalmente ocurrió con las recurrentes invasiones a su zona y materia de trabajo, por parte del Suterm-CFE durante la década de 1980.
En pleno periodo neoliberal la huelga del SME de 1987, constituyó un serio intento para frenar las políticas neoliberales y los topes salariales; pero la semilla de la burocratización ya había germinado y con el beneplácito del gobierno federal llegó a la secretaría general Jorge Sánchez García (1987-1993) cuyo periodo se caracterizó por la corrupción, el nepotismo y la desmovilización del sindicato, así como por su apoyo incondicional a Carlos Salinas de Gortari y su reforma privatizadora a la Ley del Servicio Público de la Industria Eléctrica de 1992. La irrupción del EZLN en 1994 propició un ambiente político favorable al SME, obligando a Salinas a modificar sus planes y a decretar la creación de Luz y Fuerza del Centro.
Como parte de esos planes privatizadores, en 1999 Ernesto Zedillo promovió una iniciativa de reforma constitucional a los artículos 25, 27 y 28. Sin embargo, la firme respuesta del SME y el apoyo de cientos de organizaciones integradas en el Frente Nacional en contra de la privatización eléctrica, permitió derrotar dicha iniciativa. Pero los neoliberales, con Felipe Calderón a la cabeza, habían aprendido la lección de 1987 y de manera sigilosa prepararon y aprovecharon una disputa electoral para dividir y fracturar al SME y en octubre de 2009 decretar la inconstitucional extinción de Luz y Fuerza del Centro. Lo que vino después todos lo sabemos: una larga, digna y heroica resistencia de miles de hombres y mujeres, trabajadores y jubilados, en defensa de su sindicato y el derecho al trabajo.
¡Vivan los 100 años del SME!
José Antonio Almazán González
La Jornada
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