Un viaje hacia las utopías revolucionarias (CLXXVIII)
Esta fue la denominación que le diera el gobierno de María Estela Martínez de Perón a un gran operativo represivo realizado por fuerzas de seguridad federales, con la participación del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército, que contara con el respaldo de la fracción burguesa del peronismo y el beneplácito absoluto de la burocracia sindical.
Se trataba de descabezar a los cuerpos de delegados y a las direcciones obreras elegidas democráticamente por las bases que lideraban la oposición al plan económico diseñado por el Ministro de Economía Alfredo Gómez Morales.
Este comenzó el 20 de marzo de aquel año 75 y abarcaba todo el cordón industrial de las riberas del Paraná que se extendía desde Rosario hasta Zarate e incluía, lógicamente, a San Nicolás, Villa Constitución y San Lorenzo.
En Villa la dirigencia de la UOM intentaba, con esta represión, intervenir la Seccional y garantizarle a la patronal de Acindar que pudieran mantener la super explotación de los trabajadores de la planta; con la que pretendían obtener ganancias fabulosas.
La represión estuvo a cargo de 4000 efectivos de Gendarmería, Policía Federal, Prefectura y Policía de la provincia de Santa Fe.
En la primera noche detuvieron más de 200 delegados entre los que estaba la totalidad de la Comisión Directiva de la Seccional de Villa Constitución.
Las listas fueron confeccionadas por las patronales y por la dirigencia nacional de la UOM, encabezada por Lorenzo Miguel.
La respuesta obrera no se hizo esperar.
Los operarios, en asambleas multitudinarias, decidieron ocupar las plantas fabriles.
La medida contó con el apoyo total de la población y de los comerciantes que cerraron sus establecimientos y paralizaron su actividad; en rechazo a la política represiva decidida en la Casa Rosada. .
Las organizaciones revolucionarias –Montoneros-ERP y Organización Comunista “ Poder Obrero” –garantizaron la autodefensa armada.
El comando represivo articuló métodos para estatales y la Triple A. comenzó a amenazar a los familiares de los delegados, que estaban encarcelados, para sembrar el terror.
Por su lado los ocupantes de las fábricas rodearon las mismas con tanques llenos de nafta para prenderles fuego en caso de que fueran atacados.
La tensión iba en aumento. Escenas similares se vivían en el cordón industrial de Rosario, en Somisa, en Dalmine Siderca y en empresas del gran Buenos Aires que se sumaron a la protesta.
En Alpargatas, el cuerpo de delegados de esta, decidió cortar la ruta y distribuir volantes; denunciando la complicidad de la CGT oficialista con el régimen.
Los compañeros de Montoneros ejecutaron, en esos días, al Sub Jefe de la Policía de Santa Fe, Telémaco Ojeda; responsable de detenciones y tratos crueles y aberrantes aplicados a dirigentes de base del movimiento obrero.
Esta acción generó polémicas al interior del movimiento huelguístico ya que los militantes del Partido Socialista de los Trabajadores, que suscribían una postura reformista y contraria a la lucha armada, intentaron que la asamblea de los trabajadores de Acindar, Metcom y Vilber condenara la acción de los revolucionarios.
La respuesta de compañeros, alineados en las organizaciones guevaristas, y el prontuario del represor, hicieron que la mayoría rechazara la moción del PST.
Días antes de que se armara este escenario que ratificaba, una vez más, qué este gobierno respondía a los intereses de las clases dominantes, llevamos a cabo un encuentro nacional del Frente Antimperialista y por el Socialismo en un convento de sacerdotes franciscanos que había conseguido Miguel Ramondetti; que estaba ubicado en la provincia de Buenos Aires.
En el mismo participaron delegados de todo el país, y de las organizaciones que conformaban la alianza.
Por el PRT concurrió un integrante del Buro Politico, al que conocí en esa oportunidad, y que me dio una buena impresión, ya que sostuvo posturas que contemplaban la necesaria unidad, en la diversidad, que reclamaba este difícil momento de nuestra historia moderna.
Se trataba de Luis Matini, que había militado junto Silvio Frondizi en el grupo Praxis el que, por su extracción obrera, contemplaba fraternalmente a los compañeros que proveníamos del peronismo o a los que seguían en el Movimiento.
En la reunión me enteré que ese apelativo o “nombre de guerra “ se lo había puesto un extraordinario combatiente guevarista; asesinado el año anterior por la policía federal :Guillermo Perez.
Este, en el momento en que fuera abatido, era el “compañero de vida “ de mi hermana Susana e integraba el Comité Militar del Partido.
Le adjudicó el seudónimo en el V- Congreso en el que se fundara el Ejército Revolucionario del Pueblo, porque Luis estaba, permanentemente, tomando mate.
Los informes de las diferentes regionales daban cuenta de un clima de represión legal y paraestatal que reducía los espacios democráticos y hacían que fuera, absolutamente imposible, que repitiéramos un Congreso similar a los que habíamos llevado a cabo anteriormente en Tucumán, en el Chaco y en Rosario; con participaciones masivas de militantes y simpatizantes.
Alicia Eguren insistió que, pese a ello, era necesario que no nos dejáramos empujar a la clandestinidad y que siguiéramos recorriendo caminos alternativos para mantener la actividad y el contacto con las masas.
Se aprobó un documento condenando el plan económico y reiterando el llamado a construir un amplio frente antifascista.
Al finalizar el conclave tuve la sensación de que las expectativas esperanzadoras de nuestra querida “Rosa Luxemburgo” se iban alejando de la realidad y que la represión nos estaba aislando del conjunto de la sociedad; reduciéndonos a una actividad de “aparato” que había que romper.
En esa vorágine de avances y retrocesos logré que un grupo de compañeros de la Juventud Peronista de Avellaneda, que integraban el FAS, se incorporaran al Partido y al ERP.
Entre los mismos estaba una compañera abogada “Paula” con la que forme un equipo con la tarea de preparar los encuentros con dirigentes políticos democráticos, con los que teníamos una fluida relación.
En el marco de la confrontación que se vivía en las Riberas del Paraná se planteó la posibilidad de realizar un gran acto en Villa Constitución de solidaridad con los trabajadores en conflicto que habían desocupado las plantas; pero mantenían un paro por tiempo indeterminado.
Estos organizaron Comités de apoyo y resistencia en los barrios dificultando la acción de los represores y obteniendo un gran respaldo de la población.
El compañero Luis Segovia, que era el único que había eludido la detención y se mantenía clandestino, le planteo a la dirección del Partido que sería bueno que yo participara como orador del referido acto; ya que los trabajadores recordaban la solidaridad y el apoyo que había desplegado el diario “El Mundo”, en febrero de 1974.
Alberto me lo propuso y no dudé que debía viajar.
Había un problema mis documentos estaban a nombre de Luis Velez y haría uso de la palabra con mi nombre legal.
Sin titubear y con el convencimiento de que en ese lugar se daba una de las batallas por la Liberación Nacional y Social que protagonizaban los obreros y las organizaciones revolucionarias guevaristas y del peronismo revolucionario; empecé a organizar mi viaje.
Paula se ofrecio a acompañarme ya que si me detenían podía intervenir en mi defensa; dada su condición de abogada.
Esta formidable confrontación que libraban los trabajadores en oposición a un modelo económico que pretendía acomodarnos al rol que, conforme a la división internacional del trabajo, nos adjudicara el Consenso de Washington; se daba en un contexto internacional particular.
En esos días, de abril del 75, se libraban los últimos combates en las puertas de Saigón entre los combatientes del Viecong y el ejército títere con asesores estadounidenses.
Los Estados Unidos, en esa invasión de mas de 550 mil marines, destruyeron el 70 % de los poblados del Norte, inutilizaron 10 millones de hectáreas de tierras fértiles y descargaron más toneladas de bombas que en la Segunda Guerra, pese a lo cual no pudieron doblegar al heroico pueblo vietnamita.
Este ejemplo fortalecía a los trabajadores y a los revolucionarios argentinos y alimentaba la idea de que la Revolución era posible. -
¿Qué pasó en aquél acto? ¿Cómo se produjo la llegada de Celestino Rodrigo el Ministerio de Economía? Estos y otros temas abordaremos en nuestra próxima nota.
Manuel Justo Gaggero, Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”.
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