Sucede que en Italia, otrora poderoso centro industrial de Europa, las marchas obreras contra la flexibilización laboral en Roma, Milán y Turín, fueron violentamente reprimidas por la Policía, con un saldo de once heridos por balas de goma y gases lacrimógenos, y nueve detenidos.
Sucede que en España, hasta no hace mucho "ejemplo de democracia y bienestar", al tiempo que las protestas sociales se multiplican y los carteles dicen que "el derecho a la protesta está amenazado", organizaciones defensoras de los derechos humanos denuncian que en los últimos 10 años, se comprobaron judicialmente más de seis mil casos de torturas en los lugares de detención.
También sucede que en México, la sostenida lucha del pueblo ya ha encontrado e identificado el cuerpo de uno de los 43 estudiantes asesinados por la trama policía-narco-estatal del gobierno "democrático" de Peña Nieto, poniendo en evidencia que torturar, matar y desaparecer es tarea habitual de los que mandan bajo la apariencia de "un estado tercero, neutral o autónomo".
Sucede que en Honduras, el paisito de la pobreza y los golpes dictatoriales, la ADEPZA , una organización de campesinos y pescadores originarios, denuncian al estado hondureño y a sus socios terratenientes y empresarios por "persecución, hostigamiento, amenazas e intento de asesinato" sobre sus dirigentes.
Y sucede que en EEUU, el país de la libertad (burguesa), mientras continúan las movilizaciones multitudinarias contra la represión policial racista (y clasista) a partir de la indignación popular por la absolución del policía que mató por asfixia al afroamericano Erik Gardner en Nueva York y del que baleó al joven Michael Brown en Ferguson, se conoció el informe del senado, que se horroriza de la CIA por la aplicación de torturas a los detenidos sospechados de terroristas (se impone recordar que el estado yanqui siempre las avaló, en sintonía con el fallo que, en Israel, en 1999, declaró lícito ese procedimiento aberrante).
¿Qué sucede, entonces, si esto de la represión estatal, sucede al mismo tiempo en tan diversas regiones y realidades?
Sucede que estamos ante la concreción lisa y llana de la reorganización hegemónica del capitalismo; sucede que los pueblos del planeta estamos pagando el peaje con el que los poderosos pasan de un mundo bipolar a otro de inimaginables consecuencias.
Sucede que la concentración económica en un mercado globalizado, advertidos de la creciente resistencia popular, requiere de estados capaces de emprender contra los pueblos la violencia de sus políticas represivas sin que ellas ocupen las tapas de los diarios.
Sucede que, para que los ricos italianos, españoles, yanquis, mexicanos, hondureños, y de todas partes, vivan bien y encuentren legitimada su carroñera acumulación, hacen falta democracias ficcionales, formales, reglamentarias... y absolutamente autoritarias y violentas.
Sucede que, en el discurso antiterrorista y la lucha contra el delito, la inseguridad y otras pretendidas pandemias, encontraron la excusa para disciplinar cada vez más violentamente, al mismo tiempo que succionan todas las aspiraciones de libertad y emancipación de las clases subalternas del mundo.
Pero por sobre todo, sucede también que la lucha de clases los ha descubierto, y que, aunque la subjetividad de los pobres se halla interferida por la retracción hacia lo privado de cada uno y la manipulación del consenso por los medios masivos, los grandes crímenes del capital más temprano que tarde salen a la luz y, también, más temprano que tarde, obtienen del pueblo su más categórica condena.
Sucede el capitalismo, ni más ni menos. No hay formas de gobierno, ni historias, ni emblemas, capaces de ocultar sus barbaries.
María del Carmen Verdú
militante de CORREPI en el ENA
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