miércoles, agosto 17, 2016

El tren blindado del camarada Trotsky



Trotsky alentando a las tropas rusas desde el tren blindado

No muchos conocen la historia del “tren blindado de Trotsky”. Una reseña sobre el rol que jugó en la resistencia ante los ejércitos que buscaron destruir al primer Estado obrero de la historia.

Justo es que digamos algo acerca del célebre "tren del Presidente del Consejo Revolucionario de Guerra". Con estas palabras empieza el capítulo que Trotsky dedicara en su autobiografía, Mi vida, al tren blindado que lo llevaría a recorrer el frente durante la guerra civil entre 1918 y 1921.
Estaba fresca la primera revolución obrera victoriosa que había llevado al Partido Bolchevique al poder mediante la mayoría ganada en los soviets (consejos de obreros, campesinos y soldados), verdaderos organismos de doble poder, cuando el naciente Estado Obrero se vio asediado por diecisiete ejércitos imperialistas y la contrarrevolución interna. Un frente de ocho mil kilómetros fue el escenario de una de las más grandes batallas que dio la clase obrera en defensa de las conquistas de la revolución de octubre de 1917.
Para enfrentar la avanzada reaccionaria, el Partido Bolchevique logró poner en pie un ejército de cinco millones de hombres. Trabajo arduo en un país que venía ya de tres años de guerra imperialista (la Primera Guerra Mundial había comenzado en 1914) y se encontraba devastado económicamente. Un país en donde las consignas de “paz, pan y tierra” habían sido los motores de la revolución, contra la opresión del ejército zarista que compulsivamente llevaba obreros y campesinos a morir en los campos de batalla para proteger sus privilegios.
Trotsky asume la dirección militar y política de la resistencia, organizando el Ejército Rojo. Para dirigir un ejército tan grande, en un frente tan grande, se valió del célebre “tren blindado”, preparado para la guerra en tan solo una noche luego de haber sido expropiado al antiguo Ministro de Fomento. Trotsky diría en Mi vida que “era un vagón magníficamente equipado para el confort de un ministro, pero poco cómodo para trabajar”. Allí pasaría dos años y medio de su vida organizando los frentes de batalla, aprovisionando a las tropas y, principalmente, levantando la moral, “llevando el cemento de las lecciones de la revolución de Octubre a todos los frentes”.
El tren blindado de Trotsky contaba con una organización de secretaría, una imprenta, una estación telegráfica, un centro de radio y otro eléctrico, una biblioteca, un garaje para varios autos y un tanque de gasolina, y una estación de baños. Transportaba siempre entre doscientos y trescientos soldados, una reserva de militantes comunistas que se irían repartiendo en los distintos frentes de batalla, armas y provisiones. Era tan pesado que necesitaba dos locomotoras para moverse.
Aunque no hay datos exactos, se estima que el tren recorrió no menos de 105.000 km en menos de tres años. Otras versiones dicen que le dio la vuelta al mundo, al menos, cinco veces y media. En este largo recorrido, varias veces fue tiroteado o bombardeado desde el aire. No sólo por el importante rol militar y político que jugaba, siempre corriendo detrás de los lugares más críticos del frente de batalla, sino en gran medida por su rol moral en la contienda bélica. La sola presencia del “tren blindado del camarada Trotsky” hinchaba el pecho de valor a unas (la mayoría de las veces) alicaídas tropas. “Su visita vale por toda una división de la reserva”, cuenta Trotsky que le referían algunos jefes militares de las zonas que visitaba. Del mismo modo, la leyenda que se tejía a su alrededor llegaba a oídos de las tropas imperialistas, reforzando la influencia moral que el tren ejercía.
Relata Trotsky en “Mi vida” que, pasando por Riazan (zona rural alejada del frente), decidió ir a ver a aquellos jóvenes campesinos tildados de “desertores” por no haberse enrolado en el Ejército Rojo. Los “desertores” se habían imaginado a un Trotsky mucho más terrorífico, pero se encontraron con un ser humano de carne y hueso que, en una hora y media, logró infundirles confianza en sus propias fuerzas y empaparlos del “espíritu soviético”. Terminaron prometiendo fidelidad hacia la revolución. Muchos de los 15.000 “desertores” que allí se encontraban, se convertirían en excelentes soldados. Cuando alguno mostraba signos de resistencia ante una orden, era común recordarle la promesa hecha al camarada Trotsky.
Al contar con una imprenta, el tren editaba varias publicaciones a la vez. Además de las órdenes militares, publicaba dos periódicos: “En ruta” era el órgano oficial, mientras que “Montando la guardia” sería la publicación de los bolcheviques que allí se encontraban. Realizaba, a su vez, una importante labor social: apadrinaba un distrito campesino y varios orfanatos.
El tren se convertiría en un cuartel general montado sobre ruedas. Corriendo detrás de cada crisis que se abría en una guerra despareja, su actuación resultó determinante para la defensa de la revolución rusa. Lamentablemente, gran parte de su historia quedó perdida en las purgas realizadas por el estalinismo. Sin embargo, al igual que las lecciones de la revolución de octubre de 1917, la historia del “tren del Presidente del Consejo Revolucionario de Guerra” mantiene vivo el legado de uno de los más grandes revolucionarios de la historia, y aviva la llama de quienes hoy en día continuamos su lucha.

Patricio Sandrini
Estudiante de Abogacía UNPaz

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