sábado, junio 10, 2017

Un cóctel explosivo de Brexit y complicidad con el terrorismo



En momentos en que Gran Bretaña se apresta votar por un nuevo gobierno, la crisis política ha alcanzado el punto más alto desde el referendo que debía determinar, hace cuatro años, si Escocia continuaba dentro de la Unión; y desde la decisión, por parte de Gran Bretaña, de abandonar la Unión Europea, el Brexit. Los comicios del jueves 8 son en sí mismos un hecho de excepción, pues se han adelantado en casi cuatro años a la terminación del mandato del gobierno actual. La anticipación tenía el propósito de obtener una mayoría abrumadora en la Cámara de los Comunes, para negociar, ‘desde una posición de fuerza,' las condiciones del Brexit con sus ex socios de la Unión Europea.

Brexit y adelantamiento electoral

Por esa razón, el adelanto electoral fue interpretado por la Unión Europea como una declaración de guerra, o sea como una tentativa para imponer las condiciones de Gran Bretaña en las negociaciones del retiro -lo que se conoce como un “Brexit duro”. La respuesta vino en forma inmediata: la UE expuso en forma pública la exigencia a Gran Bretaña de un monto elevado de indemnizaciones por el incumplimiento de obligaciones que producía el retiro, que se prolongarían más allá del abandono de la UE. Asimismo, sumó a este reclamo la imposición de limitaciones fortísimas para el acceso financiero de la City de Londres al mercado europeo. Este último punto, conocido como “pasaporte”, determinó un principio de éxodo de capitales financieros de Londres hacia París y Frankfurt y, más serio aún, un cambio de política de inversiones de parte de Japón y de China hacia las capitales europeas en detrimento de la capital británica. La primera ministra, Theresa May contestó insinuando la posibilidad de un retiro de la UE sin ninguna clase de negociación. Un Brexit unilateral sería una bomba atómica para el capital mundial y desataría la crisis política más aguda que se haya visto desde la Segunda Guerra Mundial. La convocatoria anticipada era también un recurso para ajustar cuentas dentro del Partido Conservador en favor de los partidarios del Brexit, en oposición a la legión que se manifestó en contra del retiro de la UE en ocasión del referendo de hace dos años. En resumen, las elecciones de este jueves fueron proyectadas para establecer un Ejecutivo fuerte con el propósito de arbitrar, por un lado, la crisis interna, y por el otro la crisis con la UE.

Certificado prematuro de muerte

La maniobra de May fue recibida en forma ambivalente por la burguesía británica y por los capitales internacionales que operan en la City. Los sondeos de opinión, sin embargo, le otorgaban una mayoría aplastante sobre el Partido Liberal y sobre el Laborista -al cual se describía en estado de disolución como consecuencia de la orientación iz-quierdizante de su secretario general, Jeremy Corbyn. El laborismo, en efecto, enfrenta una crisis terminal: Corbyn tiene el apoyo aplastante de los afiliados del partido y en especial de la juventud, al mismo tiempo que enfrenta una ruptura potencial con la ‘casta política' tradicional que cuenta con la mayoría de los parlamentarios. En este cuadro, las encuestas comenzaron a registrar, sin embargo, un aumento de la intención del voto por el laborismo, a partir de la publicación del manifiesto electoral que planteaba la nacionalización de los servicios de electricidad y del transporte, en especial de los ferrocarriles, así como un conjunto de medidas para restablecer el llamado “estado de bienestar”. El vilipendiado ‘izquierdismo' obtenía réditos electorales, como ya había ocurrido con Bernie Sanders en las elecciones norteamericanas. Por otro lado, el ala de la burguesía que se identifica con la oposición internacional a Donald Trump y que también se opuso al Brexit, ha declarado su preferencia por el voto al Partido Liberal -que había gobernado en coalición con los conservadores hasta la victoria del Brexit. Las elecciones británicas se encuentran cruzadas, al igual que lo que ocurre con las europeas, por una disputa internacional en torno de la salida de la crisis capitalista -en especial desde el ascenso de Trump en los Estados Unidos.

Los Arriba, Stiuso y Parrilli de Gran Bretaña

Cuando los sondeos dieron un achicamiento significativo de la ventaja de los conservadores sobre los laboristas -una diferencia del 4%-, quedó en evidencia el fracaso de los intentos plebiscitarios de May, aunque no una reversión de los resultados. Fue entonces que se produjeron los atentados en Manchester y Londres. La trama de estos atentados ha puesto a May contra las cuerdas -además de proyectar una enorme clarificación acerca de la relación entre el ‘terrorismo' y las grandes potencias. John Pilger, un periodista calificado del blog Counterpunch, es terminante: “Las causas de la atrocidad de Manchester (...) se han ocultado para proteger los secretos de la política exterior británica” (31/5). Ocurre que “el servicio de seguridad M15 mantuvo ‘activos' terroristas en Manchester y el gobierno no advirtió al público de la amenaza” -que ahora pretende ocultar con “la promesa de una ‘revisión' interna”.
Pilger señala: “El presunto terrorista suicida, Salman Abedi, es parte (. ) del Grupo de Combate Islámico Libio (CGIL), que floreció en Manchester y fue cultivado
y utilizado por el M15 durante más de veinte años”. Esta revelación puso a May, supervisora del M15 en su condición de ex ministra del Interior, al borde de la renuncia una semana antes de las elecciones. Corbyn la exigió por otras razones -por haber reducido en veinte mil personas los servicios de seguridad. El CGIL, bautizado por los servicios como “Los chicos de Manchester”, jugó un papel instrumental para el imperialismo británico, pues participó en combate para derrocar a Gadafi en Libia y se afilió a los grupos de Al Qaeda en Siria. La complicidad de los Estados imperialistas con el “terrorismo” se revela en una faz distinta al ‘relato' oficial e incluso de algunos de izquierda: esos terroristas no son jóvenes indignados por los crímenes del imperialismo en el Medio Oriente: los más activos de ellos son agentes tolerados de ese mismo imperialismo en las guerras que se libran para ‘remodelar' los Estados de la región que no son sus incondicionales. Pilger informa que durante la guerra contra Libia, “se levantaron las órdenes de control” sobre este grupo. “El M15 -agrega- les devolvió sus pasaportes y a los agentes de contraterrorismo en el aeropuerto de Heathrow se les ordenó que les dejaran tomar sus vuelos”.

“Vos sos el terrorista”

La situación del gobierno de Gran Bretaña se presenta más comprometida aún debido a que “El año pasado -dice Pilger- el FBI (. ) advirtió al M15 que este grupo terrorista estaba buscando un ‘objetivo político' en Gran Bretaña”. Esta ‘advertencia' se conoce ahora por ‘filtraciones' del gobierno de Trump, quien luego se “disculpó” por la alcahueteada. La complicidad de Gran Bretaña con el ‘terrorismo' tiene que ver también con su alianza con Arabia Saudita, el mayor nido de terroristas del planeta y el mayor comprador de armas de Gran Bretaña. El negocio armamentista es precioso para el capital británico: “El Royal Bank of Scotland (aún en situación de quiebra luego de la bancarrota de 2008) es un importante inversor en bombas de racimo, profusamente utilizadas contra la población civil en Siria”. Todo esto destruye el ‘relato' que asocia la inmigración al terrorismo, y liga a éste, por el contrario, al capital financiero y a los Estados imperialistas. Es archiconocido que Estado Islámico fue desarrollado por Turquía, Arabia Saudita y Estados Unidos.

La supercrisis

Theresa May se vio forzada a adelantar las elecciones para obtener el poder de arbitraje en la crisis integral de Gran Bretaña -porque hay que recordar que siguen pendientes el retiro de Escocia del Reino, y el planteo de unificación de Irlanda para poder seguir en la Unión Europea. Al final del recorrido, su situación es más precaria que al comienzo; hasta podría perder frente a Corbyn -quien incluso podría anular el Brexit y proponer el retorno al status quo anterior. Corbyn ha recibido el apoyo del partido Nacionalista que gobierna Escocia. “En la política de Gran Bretaña nadie confía ahora en nadie”, titula Clarín (3/6), las declaraciones de un reputado analista inglés. La revelación de la complicidad con el terrorismo del gobierno conservador, de May en particular (como ministra del Interior) y de los servicios de inteligencia, proyecta un agravamiento extraordinario de la crisis política, más allá de las elecciones.
Jeremy Corbyn se perfila como el rescatista de última instancia.

Jorge Altamira

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