El carácter de clase de las dictaduras en el Cono Sur
La dictadura no fue un hecho azaroso. Los golpistas no fueron “locos trasnochados” que no sabían lo que hacían. Por el contrario, eran parte de una aceitada maquinaria represiva y sanguinaria de magnitud continental, formados en la tortura en la Escuela de las Américas, y con fuertes lazos con las oligarquías locales y el imperialismo norteamericano.
El golpe de Estado y la dictadura fueron una necesidad de la burguesía local y extranjera para, sobre la base de la derrota de la clase trabajadora que estaba en pleno ascenso revolucionario en la región, poder instaurar un nuevo régimen económico. No es casualidad que para el historiador marxista británico Perry Anderson, Chile fue el primer experimento mundial del neoliberalismo (mediante la imposición de la dictadura pinochetista), antes incluso de la ola neoliberal internacional comenzada por Thatcher y Reagan en lo que fue el ataque más grande a las conquistas de la clase trabajadora en la historia. La liberalización mayor de la economía, la apertura hacia el capital trasnacional, la flexibilización laboral, etc., todo fue impuesto a sangre y fuego por la dictadura militar chilena.
¿Quiénes apoyaron el Golpe?
El Golpe de Estado de Junio fue apoyado por las grandes patronales nacionales y extranjeras. Algunas de las cámaras y asociaciones patronales que apoyaron el golpe fueron: Asociación Rural del Uruguay, Federación Rural, Cámara de Comercio, Asociación de Bancos del Uruguay, y la Cámara de Industrias del Uruguay, entre otras. Todas estas instituciones reaccionarias, sumadas a algunos sectores de la Iglesia y a los sectores más conservadores de los partidos tradicionales (Partido Nacional, Partido Colorado y la Unión Cívica) promovieron que los militares dieran la asonada y permitiera imponer a sangre y fuego sus intereses de clase. Ya desde antes, en el gobierno de Jorge Pacheco, los partidos tradicionales sostuvieron la política represiva de éste, la instauración sistemática del régimen de excepción a través de las medidas prontas de seguridad y la declaración del estado de guerra interno en 1972, medida que fue votada por el parlamento y apoyada por los sectores mayoritarios de los partidos tradicionales.
¿Quiénes se enfrentaron al golpe?
En la noche que se decreta la disolución de las cámaras y la imposición del gobierno de Bordaberry de facto a través de las fuerzas armadas, fueron la clase trabajadora, el movimiento estudiantil, y sectores populares quienes se opusieron al golpe. Con gran heroísmo las bases obreras (pese a las vacilaciones de la dirección de la CNT) ocupaban sus lugares de trabajo, resistían la proscripción de los sindicatos y sufrían detenciones masivas de sus principales dirigentes y activistas. El movimiento estudiantil acompañó la Huelga con movilizaciones masivas que fueron brutalmente reprimidas y que le costaron la vida a dos estudiantes: Ramón Peré y Walter Medina.
La Huelga duró 15 días, la clase obrera dio enormes demostraciones de valentía y disposición a la lucha. Pero la dirección mayoritaria de la CNT (hegemonizada por el Partido Comunista) no desarrolló todo el potencial de ese gran movimiento dispuesto al combate y renunció a postular a la clase obrera como sector social que podía convertirse en hegemónico entre las clases subalternas para derrotar el golpe militar. Esta alternativa podría haber abierto la posibilidad de profundizar el cuestionamiento del orden burgués y llevar a cabo un cambio revolucionario.
El 12 de Julio la dirección de la CNT decidió levantar la medida llamando a resistir “por otros medios”, posición que se transformó en la continuidad de la política de confianza en un sector de los militares considerados “patriotas” o “peruanistas” (como ya habían hecho en ocasión de los comunicados 4 y 7 de los militares de febrero),lo que llevó al movimiento a un callejón sin salida, además de permitir que la burguesía infringiera una derrota física y moral de las fuerzas en lucha, generándose así una relación de fuerzas favorable a los sectores reaccionarios de la sociedad.
Por otra parte, los “demócratas” de la burguesía lejos de resistir el golpe de Estado en las calles, demostraron su cobardía no solo frente a los militares, sino también frente a la movilización popular, a la que en todo momento observaron temerosos. El interés de estos sectores era que nada se saliera de los carriles de la negociación y el respeto a las instituciones de la democracia para ricos.
Claudio Álvarez
Sebastián Artigas
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