Los chilenos somos cada vez más vulnerables. Los niveles de estrés son altos; ello se expresa en la forma de manejar, en las peleas que se dan en las calles, en los buses, en el femicidio e incluso en el asesinato de lactantes a manos de sus padres. El suicidio ha aumentado.
Se dice que Chile ha sido un éxito en los últimos 25 años, que entramos a la OCDE y somos un modelito.
Notablemente, algunas encuestas concluyen que somos felices, porque vamos al mall y tenemos los bares carísimos repletos. Los políticos nos tratan de convencer que lo único que necesitamos es que el precio del cobre se mantenga alto, que los empresarios reciban todo tipo de prebendas para que inviertan y creen empleo, y así haya más crecimiento y por ello más igualdad. Sin embargo, están completamente equivocados. Aunque los cambios valóricos hayan sido tremendamente valiosos en nuestra sociedad, el neoliberalismo ha afectado gravemente a Chile. Es imprescindible que los que nos dirigen dejen de jugar y se pongan serios, ya que también saldrán perjudicados, por más plata que acumulen.
Los chilenos somos cada vez más vulnerables. Los niveles de estrés son altos; ello se expresa en la forma de manejar, en las peleas que se dan en las calles, en los buses, en el femicidio e incluso en el asesinato de lactantes a manos de sus padres. El suicidio ha aumentado. Según la OCDE, con datos 2017, Chile es el segundo país en el mundo con mayores tasas de suicidio adolescente. Esto significa que una parte de la población necesita atención siquiátrica y sabemos que el costo de este tipo de atención es prohibitivo para los presupuestos de la mayoría de las familias. Estas enfermedades sicológicas debido al estrés se intensifican con los niveles de drogadicción y alcoholismo existentes en la población, especialmente en la población joven de menores ingresos, y ello se auto reproduce de generación en generación.
Hemos comentado antes estadísticas sobre estas materias y no vale la pena repetir que anualmente a Chile ingresan 80 toneladas de coca, pero todos sabemos que las poblaciones están impregnadas de microtráfico y que gran parte de la delincuencia juvenil proviene de este flagelo. Y no por la ausencia de represión como argumenta la derecha, ya que los presos han aumentado de 8 mil en 1992 a 44 mil en 2017.
Los bajos salarios y los altos niveles de sobreendeudamiento afectan a altos porcentajes de la población lo que aumenta el estrés previamente mencionado y por cierto la vulnerabilidad. Ya no existe el Estado protector y esta población debe pagar la educación superior de los hijos y la salud. El costo de la salud, aunque la salud pública preventiva es buena, crea otra fuente de vulnerabilidad, especialmente cuando la familia cuenta con discapacitados, niños con capacidades especiales, o algún tipo de enfermedad invalidante. El costo del internado en un hospital para discapacitados o enfermos mentales es inalcanzable.
El trabajo ha cambiado de categoría, se ha perdido la identidad en la gran mayoría de los puestos de trabajo, debido a los cambios tecnológicos. El trabajo manual cada vez es más polifuncional y desechable, lo que se intensifica con la legislación laboral impuesta por la dictadura y que la democracia no logró cambiar. Así la organización sindical es débil, ha disminuido cuantitativamente o ha perdido el poder. El derecho a huelga es prácticamente retórico en la misma medida que aumenta el trabajo temporero, el pago a destajo o por hora. El trabajo por cuenta propia o el de emprendedores carece de apoyo desde que el BancoEstado pasó a llamarse como tal y a competir con la banca privada entregando préstamos a los más ricos, cobrando intereses usureros a los menos ricos y negando todo tipo de apoyo a los que pretenden crear una empresa.
Otro de los fenómenos mundiales y que también se desarrolla en Chile, es la crisis del matrimonio como forma social de convivencia básica. Los divorcios aumentan sistemáticamente y con ello la irresponsabilidad paterna. Solo basta ver programas como el de La Jueza, donde la mayoría se refiere al pago de pensiones alimenticias. Los hombres ignoran responsabilidades y aumentan las mujeres solas jefas de hogar. Aún si los padres cumplieran sus obligaciones, los gastos per cápita igualmente aumentan cuando la pareja se separa, puesto que los gastos fijos se duplican. Ello también aumenta la vulnerabilidad.
Finalmente, el nuevo fenómeno, que intensifica el estrés por la vida agitada, la crisis del matrimonio, los bajos salarios, es el aumento de la longevidad. La longevidad crece en el mundo y en Chile también. Los años que vive en promedio el hombre y la mujer en el país son 83 y 79, las más altas de América Latina. Lo grave de todo esto es que las jubilaciones, a partir de los 60 a 65 años, no satisfacen las necesidades de los viejos y estos cuando no llegan a una situación de calle deben vivir de los hijos. A ello hay que agregar que la crisis del matrimonio también ha llegado a los adultos mayores, lo que aumenta el gasto de cada uno. En esos casos, la preocupación de los hijos por los padres ya no solo se concentra en la sobrevivencia económica, sino también en la soledad de cada uno, sus enfermedades y la disminución de sus neuronas, única parte del cuerpo que no se regenera.
Además de todo esto, el mundo está enfrentando una Cuarta Revolución Industrial que traerá cambios positivos. Sin embargo, la transición será dura y se agregará a los fenómenos antes señalados y a la vulnerabilidad generalizada. Las nuevas tecnologías digitales, que significarán, por ejemplo, que en 2018 el Metro use más de un 70% de energías renovables, que ya no se necesite abrir tajos para extraer los minerales que están en las profundidades de la tierra, que se hagan todas las cirugías con robots, también conllevan una disminución drástica de fuentes de trabajo, la desaparición de la demanda por algunas especialidades técnicas y la necesidad de nuevas especialidades que las universidades actuales no están impartiendo.
En los países europeos y en Japón hace tiempo que hay preocupación por la vulnerabilidad. Se desarrollan diferentes formas de apoyo a los viejos, ya hay preocupación por la Cuarta Revolución Industrial, en algunos países se entrega o discute la entrega de una renta básica y en Japón se indemnizan los casos de “karoshi”. Ello no solo se enfrenta con el pago de impuestos de los más ricos, sino que con la discusión y valoración de las formas en que se enfrentará la nueva realidad; también con formas de solidaridad local. En el caso de Estados Unidos aparecen enfermos como Trump, especímenes que surgen cuando el capitalismo está sufriendo un gran cambio de ciclo, como ocurrió con Reagan. Ahora será más duro, Trump encontró un alma gemela en el retardado de Kim Jong Un y quizás el sistema nos embarque en una tercera guerra mundial. Estas producen empleo, durante y después de los enfrentamientos, generan inmensas ganancias a la industria armamentista y de paso Trump podrá deshacerse de inmigrantes.
La vulnerabilidad debería ser la gran preocupación de los candidatos actuales en nuestro país y no solo en lo que se refiere a generación de ingresos. No todo se soluciona con crecimiento e impuestos. Deberán discutir las realidades con la verdad, llamar a participar a la población en discusiones para encontrar soluciones solidarias. Democratizar y descentralizar al máximo para usar y aprovechar todo el conocimiento e imaginación dispersos. Deberán enfrentar el trabajo ilegal, no con represión, sino eliminando las facilidades aduaneras y fronterizas para el ingreso de armas y drogas.
El Estado deberá impulsar y favorecer formas de organización local para que los viejos puedan ayudar a los jóvenes y viceversa. Deberá apoyar a las Mipyme y emprendedores, dar becas para emprendimiento e innovación, transformar la educación superior y técnico profesional de acuerdo a las nuevas necesidades que trae consigo la tecnología digital.
Aunque los neoliberales odien la planificación esta es imprescindible para coordinar y superar en conjunto los problemas de la nueva sociedad que está surgiendo y que ya es una realidad.
Alicia Gariazzo
El Desconcierto
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