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lunes, julio 23, 2018
Mary Low, poeta surrealista, trotskista y revolucionaria
Homenaje a una revolucionaria internacionalista que luchó contra el fascismo en la Revolución española y fue perseguida por el estalinismo.
Con motivo de un nuevo aniversario del comienzo de la Revolución española, publicamos este emotivo artículo de Agustín Guillamón sobre Mary Low, surrealista y revolucionaria.
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El 9 de enero de 2007 Mary Low falleció en Miami, a los 94 años de edad. Atendiendo a sus últimas voluntades no hubo funeral; su cuerpo fue incinerado y sus cenizas fueron esparcidas en París y Santiago de Cuba, dos de las ciudades que más amó.
Mary Stanley-Low (1912), británica de ascendencia australiana, tuvo una formación internacional en escuelas francesas y suizas, viajando con sus padres por toda Europa. Cautivada desde niña por la figura histórica de Julio César fue profesor a de latín y participó en múltiples congresos internacionales de estudios clásicos. Intervino activamente en el movimiento surrealista europeo y escribió en numerosas revistas inglesas. Durante más de quince años editó Classics Chronicles, revista semestral dedicada al latín y la Historia de Roma. En el París de los años treinta conoció al poeta surrealista cubano Juan Breá, con quien compartió vida y combate en las vanguardias literarias y revolucionarias, es decir, en el surrealismo y el trotskismo. Ambos marcharon de París en agosto de 1936 para luchar en la Guerra de España. Amenazados de muerte por los estalinistas tuvieron que huir a Francia, el 28 de diciembre de 1936.
En 1937 publicaron en Londres Red Spanish Notebook, testimonio de sus vivencias durante los seis primeros meses de la revolución, cuando todo era posible y todavía la burocracia, y las necesidades imperiosas de la guerra, no habían asesinado ya las ilusiones. Durante algunos meses, en 1938-1939, vivieron en Praga, en estrecho contacto con el grupo surrealista checo, donde en 1939 editaron en francés el magnífico libro de poemas surrealistas La saison des flûtes, firmado por ambos. De regreso a Cuba, Mary Low publicó un libro de ensayos, escrito conjuntamente con Breá, La Verdad Contemporánea (1943), prologado por Benjamin Péret. La muerte de Juan Breá, en abril de 1941, inspiró a Mary Low los estremecedores poemas de Alquimia del recuerdo, publicado en La Habana en 1946, con ilustraciones exclusivas de su amigo, el pintor surrealista Wifredo Lam. Otros libros de poesía de Mary Low son T res voces – Three Voices – Trois Vois (1957); In Caesar’s Shadow (1975); Alive in Spite Of/El triunfo de la vida (1981), versión en tres lenguas: inglés, español y francés; A voice in Thre Mirrors (1984), ilustrado con «collages» de la propia autora, y su última recopilación de poemas: Where the Wolf Sings (1994).
Prestigiosa autora de «collages», que vendía con mucho éxito, latinista enamorada de César y viajera impenitente desde su infancia, cada año, con un ligerísimo equipaje adecuado a sus ochenta y pico años, viajaba a Europa desde su residencia en Miami, para mantener el fuego de viejas amistades, iniciar otras nuevas, asistir a congresos de estudios clásicos y revisitar ciudades y lugares de su amada Europa.
Juan Ramón Breá Landestoy (1905-1941) nació en Santiago de Cuba el 5 de noviembre de 1905. Su padre, de ascendencia francesa, había sido capitán bajo el mando del general Antonio Maceo en la guerra de independencia de Cuba. Su madre, veinticinco años más joven que su marido, era originaria de la República Dominicana, de ascendencia india siboney y francesa. Adquirió una amplia cultura autodidacta, al margen de la disciplina escolar contra la que se rebeló. En 1927, en Santiago de Cuba, constituyó el «Grupo H», única agrupación surrealista existente en la isla en los años veinte. En 1928, en La Habana, entró en contacto con el Ala Izquierda Estudiantil (AIE), grupo universitario hostil al gobierno dictatorial del general Gerardo Machado, en disidencia con el PC cubano, constituido por numerosos expulsados de este partido. Fue detenido, junto con el resto de militantes del AIE, y tras varios meses de prisión en la isla de Pinos se exilió en México, donde frecuentó a Julio Antonio Mella (fundador del PC Cubano, asesinado el 16 de enero de 1929 por sus simpatías hacia la Oposición trotskista). Marchó a España, donde fue encarcelado por su militancia comunista. En enero de 1931 coincidió en la Cárcel Modelo de Barcelona con Andrés Nin , que le convirtió a las tesis de la Oposición trotskista. En enero de 1932 la revista barcelonesa Agora publicó un poema de Breá, titulado “La revolución”. El último número de esa revista, fechado en abril de 1932, recogía el relato de su expulsión de España, y la despedida de sus amigos en el puerto de Barcelona. Breá facilitó los contactos de los trotskistas españoles con Cuba, y el envío de literatura política a la isla, en especial de la revista española Comunismo. De regreso a Cuba participó, en agosto de 1932, en la fundación de la Oposición Comunista (trotskista) cubana, junto con Marcos García Villarreal, Sandalio Junco, Pedro Varela, Carlos González Palacios, Carlos Simeón, Luís M. Busquet, Roberto Fontanillas, Armando Machado (compañero de Mary Low tras la muerte de Juan Breá) y Carlos Padrón, entre otros. Muy activo en la lucha política y las huelgas contra el régimen de Machado tuvo que huir de nuevo a Europa para evitar la represión. A su llegada a París le sorprendió la noticia de la caída del general Machado. En octubre de 1933, en la Coupole de París, conoció a Mary Low, que sería desde entonces la compañera de su vida.
Desde 1933 hasta su llegada a España, en agosto de 1936, la pareja Low-Breá no cesó de realizar viajes por ciudades de toda Europa: Praga, Viena, Belgrado, Estambul, Bucarest, Bruselas, Londres, recalando siempre en París, con cortas estancias en Cuba. Mary conoció en Santiago de Cuba a los antiguos miembros del «Grupo H» y aprendió español. Juan Breá consiguió un cargo de agregado cultural, que les permitió una larga estancia en Viena, hasta el enfrentamiento de Breá con unos estudiantes de extrema derecha, que le dejó malherido. En mayo de 1935 estuvieron en Bucarest, donde trabaron amistad con los miembros del grupo surrealista rumano: los hermanos Brauner, Luca y Perahim. En París frecuentaron a Benjamin Péret, poeta surrealista y militante trotskista, André Breton, Víctor Brauner, Domínguez, Yves Tanguy. En Bruselas, donde la vida era más barata, conocieron a Magritte y Mesens. Fue en Bélgica donde les llegaron las primeras noticias de la revolución española. Inmediatamente tomaron la decisión de marchar a España.
Juan Breá llegó a Barcelona el 9 de agosto de 1936 y Mary Low una semana después. No escondieron en ningún momento su militancia trotskista. Esto no fue obstáculo alguno en el seno del POUM durante los primeros meses de la revolución. La propia Mary Low nos habló de las amigables discusiones entre ella y Benjamin Péret, junto con Nin, paseando por la Ramblas, sobre los inconvenientes que suponía la participación del POUM en el gobierno de la Generalidad.
Juan Breá formó parte de la Columna Internacional Lenin del POUM, constituida a mediados de agosto de 1936, gracias a la colaboración del trotskista francés Robert de Fauconnet y del bordiguista italiano, capitán de la columna, Enrico Russo. El trotskista italiano Nicola Di Bartolomeo (« Fosco ») era el organizador de la columna y el enlace de estos revolucionarios extranjeros con el POUM. La columna estaba formada por unos treinta trotskistas y unos veinte bordiguistas, más una decena de independientes o de otros partidos. Era pues, pese al grandilocuente nombre de columna, un grupo internacional de unos sesenta militantes extranjeros. Marcharon, integrados en una columna del POUM, hacia el frente de Aragón el 28 de agosto, y a principios de setiembre tuvieron la primera baja, el joven trotskista francés Robert de Fauconnet, en cuyo entierro se produjeron fricciones con militantes del POUM, cuando éstos se opusieron a que se colocara sobre el féretro la bandera de la Cuarta Internacional. Juan Breá había acompañado el cadáver de Robert a Barcelona. La Columna Internacional Lenin fue prácticamente disuelta, aunque se conservó su nombre, cuando la mayoría de sus miembros rechazaron, en octubre de 1936, el decreto de militarización de las Milicias Populares. Juan Breá escribió diversas crónicas de guerra en los frentes de Aragón y de Madrid para la prensa del POUM, que una vez actualizados y ligeramente modificados fueron traducidos al inglés por Mary Low, convirtiéndose en los capítulos por él firmados en Red Spanish Notebook.
Mary Low había marchado a Barcelona una semana después de Juan Breá. Antes de pasar la frontera tuvo la fortuna de que le tocara un importante premio en la ruleta del casino de Mónaco. En Barcelona Mary Low consiguió financiar, con el apoyo de los británicos John McNair y Bob Smilie, el boletín en inglés del POUM Spanish Revolution, donde se responsabilizó de la sección «News and notes», y la traducción al inglés de artículos publicados en La Batalla. A su salida de España, fue sustituida en la dirección del boletín por la pareja de estadounidenses Lois (Cusick) Orr y Charles Orr. Mary Low fue también locutora en lengua inglesa de la radio del POUM en Barcelona; Benjamin Péret era el locutor en portugués y Virginia Gervasini (la compañera de «Fosco») era locutora en francés e italiano. Mary Low ejercía además como representante del POUM en la consejería de propaganda de la Generalidad, dirigida por Jaume Miravitlles. Fue precisamente su calidad de miembro de la consejería de propaganda la que le permitió escribir el magnífico capítulo relativo al funcionario catalanista burgués en las dependencias de la Generalidad, que tan bien retrata los peligros que acechaban a la revolución en la propia Barcelona.
Juan Breá y Mary Low habían sido además muy activos en la preparación de conferencias y actividades culturales en el Instituto de Cultura Marxista, alojado por el POUM en el Palacio de la Virreina. Las conferencias dadas por Juan Breá y Mary Low en este Instituto fueron reelaboradas y recopiladas posteriormente en el libro de ensayos titulado La Verdad Contemporánea. Algunos de los títulos de los distintos capítulos reflejan el carácter de estas conferencias: « La mujer y el amor a través de la propiedad privada », « Una interpretación marxista de la cultura », « Una interpretación materialista del Arte », « Las razones económicas del surrealismo », « Las causas económicas del humor », etcétera. Juan Breá, que ya había sido detenido por los estalinistas en dos ocasiones, sufrió un atentado en diciembre, a la salida de una reunión política del grupo bolchevique-leninista. Un coche se abalanzó sobre él en un estrecho callejón, y sólo su rapidez de reflejos al arrojarse con todas sus fuerzas contra una puerta, que cedió a su peso, evitó que fuera aplastado contra el muro. Mary Low y Juan Breá plantearon la situación límite en la que vivían a Gorkin, quien les respondió despreciativamente que el POUM ni era trotskista ni podía dedicarse a proteger trotskistas. Ante la amenaza de muerte que pesaba sobre Breá, la pareja decidió abandonar España el 28 de diciembre de 1936.
En el número de Spanish Revolution del 6 de enero de 1937 se publicó una nota de reconocimiento y despedida a Mary Low. Su marcha coincidía con la llegada a Barcelona de «George Orwell», quien dio ya la visión de una Barcelona en la que la revolución se estaba perdiendo rápidamente. La gran diferencia entre las narraciones de Mary Low y «George Orwell» radica precisamente en que Mary nos hablaba de una Barcelona que aún sostenía en alto la esperanza y la ilusión de que la revolución no sólo era posible, sino que se estaba haciendo, mientras Orwell levantó acta de la derrota definitiva de la revolución en mayo de 1937, y de su precipitada huida de España para no caer en manos de los verdugos estalinistas. Mary Low y Juan Breá dieron testimonio del triunfo de la revolución, aunque también de los primeros síntomas de su posible derrota.
Mary Low y Juan Breá fueron ejemplo de un fenómeno repetido en las filas del POUM: el de la pareja revolucionaria de extranjeros. Así sucedió con Kurt y Katia Landau, Hipólito y Mika Etchebehere , Charles Orr y Lois Cusick (Orr), Pavel Thalmann y Clara (Ensner) Thalmann, Nicola Di Bartolomeo y Virginia Gervasini. Y, además, en todos los casos nos dejaron un testimonio escrito sobre sus vivencias en España, o bien un análisis político de la situación española del momento.
De regreso en Francia, y perdido el puesto de agregado cultural que había tenido Breá, la pareja sufrió graves problemas económicos, al tiempo que asistían a la rápida degeneración de la revolución en España, que no podía conducir más que a la pérdida de la guerra y el triunfo del fascismo. En estas condiciones de miseria redactaron durante cuatro o cinco semanas de intenso trabajo Red Spanish Notebook. Cabe destacar que cada uno de los capítulos está firmado por su autor, y que no existe ni un solo capítulo firmado conjuntamente. Mary redactó sus propios capítulos y tradujo al inglés los redactados por Breá. Sin embargo, la traducción de Mary Low, en consulta permanente con Juan Breá, no se redujo a una fiel traslación de las crónicas de guerra publicadas en la prensa del POUM. Si comparamos la crónica de guerra de Breá sobre el frente de Sigüenza, publicada en POUM número 10 (27 octubre 1936), órgano de la sección de Madrid del POUM, con el capítulo sobre el frente de Sigüenza publicado en Red Spanish Notebook , podemos apreciar además de cambios menores de carácter estilístico, que diferenciarían un lenguaje periodístico de otro literario, un añadido cronológicamente posterior a la crónica de guerra, referente a la estancia de Mika Etchébèhere en Barcelona, en el que se deslizó un error importante al dar la noticia de la muerte de Mika, que en realidad murió muchos años después en una clínica de París, en julio de 1992.
Red Spanish Notebook, consta de dieciocho capítulos, once de ellos firmados por Mary Low, situados en Barcelona, y siete por Juan Breá, seis crónicas de guerra de los frentes de Aragón, Toledo y Sigüenza, y un capítulo final de conclusiones.
Red Spanish Notebook fue publicado en Londres, a finales de 1937, por Martin Secker and Warburg Limited, gracias al trotskista C.L.R. James, lector de la editorial, que prologó el libro. La reedición norteamericana (1979), fue prologada por el célebre pintor surrealista Eugenio Fernández Granell. En 2001, la editorial Alikornio publicó una traducción parcial al castellano, bajo el título de «Cuaderno Rojo de Barcelona».
Cuaderno Rojo de Barcelona reúne la traducción al español de los capítulos escritos por Mary Low en Red Spanish Notebook, libro de testimonios sobre los seis primeros meses de revolución en la España de 1936, excluyendo los capítulos de su compañero, el cubano Juan Breá. La edición de Alikornio llena un enorme y lamentable vacío en la historiografía en lengua española sobre la Guerra Civil, no sólo por el valor de los recuerdos biográficos que contiene, sino por la frescura que aportan esas coloridas estampas, escritas por Mary Low, que nos permiten compartir esa contagiosa alegría vital de la gente corriente en los días en que creían que era posible cambiar el mundo, transformar la vida cotidiana.
La pareja contrajo matrimonio en Inglaterra el 24 de setiembre de 1937. Desde octubre de 1937 permanecieron durante algunos meses en Cuba, donde prosiguieron su actividad literaria y política. Regresaron de nuevo a Europa. En París, reencontraron a Wifredo Lam, y también a Benjamín Péret y su compañera la pintora surrealista Remedios Varo, que habían abandonado España en abril de 1937. De enero de 1938 a julio de 1939 se instalaron, durante una larga temporada, en Praga, donde entraron en relación con el grupo surrealista checo: Toyen, Brouk, Heisler. En Praga publicaron en francés, el libro de poemas La saison des flûtes . Asistieron impotentes a la ocupación nazi de la ciudad. Gracias a un contacto literario casual con un agregado cultural alemán, que pertenecía a la nobleza, consiguieron un salvoconducto, que les permitió alcanzar la frontera francesa. En febrero de 1940 consiguieron embarcar en Liverpool con dirección a La Habana. Breá estaba ya muy enfermo y falleció el 17 de abril de 1941.
En 1944 Mary Low se casó con el destacado militante trotskista cubano Armando Machado (1911-1982) con quien tuvo tres hijas. Armando Machado era un viejo e íntimo amigo de Wifredo Lam. Mary, siempre activa y simpatizante con los militantes trotskistas, contribuyó modestamente a la caída del régimen de Batista, ayudando y escondiendo en su casa a militantes revolucionarios contrarios a la dictadura. Sin embargo, ésta es sobre todo una época de duro trabajo doméstico, dedicada a la cría y educación de sus hijas. Mantuvo una estrecha y asidua amistad con Wifredo Lam, que ilustró Alquimia del recuerdo, publicado en La Habana en 1946. En 1954 obtuvo el Premio Rubén Martínez Villena. En 1957 publicó su libro de poemas en tres lenguas Tres voces – Three Voices – Trois Voix. Tradujo algunos poemas de Martí al inglés. El triunfo de Fidel Castro y la guerrilla, en enero de 1959, abrieron una nueva etapa de esperanza. Mary Low, excelente latinista y muy apreciada por su dominio del francés e inglés, fue nombrada profesora en la Universidad de La Habana. Su marido, Armando, ejerció como funcionario. Pero muy pronto la apropiación del aparato estatal por los estalinistas se cernió amenazante sobre los trotskistas cubanos. Armando Machado fue detenido, aunque liberado inmediatamente por el Che. La situación política se hizo insostenible. Pese a su nacionalidad británica de nuevo se impuso a Mary Low la necesidad de huir a la persecución política. Mary salió de su amada Cuba en 1964, y tras una estancia de algunos meses en Australia, en casa de una hermana, consiguió reunirse con su marido Armando en Florida, tras unos insistentes interrogatorios de varios días por parte del FBI y de la CIA. A causa de su pasado revolucionario Mary Low no podía ejercer como profesora en la enseñanza pública, pero consiguió trabajo como profesora de historia y de latín en las más elitistas escuelas privadas de Miami: Gulliver Academy y Holy Cross.
Tuve la suerte de conocer a Mary Low, en Barcelona, el verano de 1998. Con 86 años y algo delicada del corazón, como cada verano, había escapado de la inhumana e inhabitable Miami, donde vivía en casa de una de sus hijas, para regresar a Europa. No se cansaba de repetir viejas historias y le encantaba conocer nuevos amigos. Su equipaje, mínimo, cabía en un pequeño carrito con ruedas, semivacío, adecuado para las fuerzas de su edad e imposible para su larga estancia de varios meses en Europa, con las visitas obligadas de París, Alesia e Italia. Estaba leyendo una novela de bolsillo, y a medida que avanzaba su lectura, arrancaba las hojas, que caían desparramadas por los muebles de su habitación de hotel; era la suya una lectura otoñal que se desprendía del peso innecesario de la parte del libro ya leída. En la inevitable comparación entre la Barcelona que aparecía ante sus ojos, y la del 36, le sorprendían sobre todo dos cosas. En primer lugar, la siniestra, monstruosa y perversa reconstrucción de las iglesias, que ella recordaba bella y gozosamente arruinadas o quemadas. En segundo lugar, la gran cantidad de oficinas bancarias, con o sin el logotipo “prostituido” de Miró.
Ser poeta y revolucionario en los años treinta significaba necesariamente militar en el surrealismo y el trotskismo. Ahí están los ejemplos de Juan Breá y Benjamín Péret. La lectura del capítulo titulado «Mujeres» permitirá al lector juzgar si puede atribuirse además a Mary Low el título de feminista. En todo caso algunos de sus textos de Cuaderno Rojo reflejan el machismo imperante en España en plena revolución, así como la comicidad, o novedad, de los nuevos problemas que planteaba la revolución en la vida cotidiana. Los párrafos en los que Mary Low nos describe la paradoja a la que se enfrentan unos jóvenes anarquistas ante la prostitución son cómicos, pero a la vez muy tiernos. Cuaderno Rojo de Barcelona está constituido por una serie de estampas de una gran frescura, que nos permiten acceder al día a día de las gentes sencillas, de los milicianos o de algunos líderes del POUM, pero sobre todo a las ilusiones que la revolución alumbraba en la vida cotidiana. Mary Low y Juan Breá reflejan el período álgido de la revolución: ellos se marcharon en el mismo momento en que llegaba «Orwell». «Orwell» cuando llegó a España carecía de una orientación política firme; Low y Breá, por el contrario, eran militantes trotskistas que criticaban abiertamente algunas de las tácticas del POUM, que calificaban como graves errores. En el retrato que hace Mary Low de los funcionarios burgueses del gobierno de la Generalidad palpamos el choque inevitable (que habría de producirse en mayo del 37) entre la utopía revolucionaria de los trabajadores y la resistencia de la burguesía contrarrevolucionaria.
Mary Low fue una excelente escritora, pero también una magnífica conversadora. Escuchar de sus labios las mil anécdotas de una vida tan plena y agitada como la suya ha sido algo impagable. Son anécdotas, repetidas una y otra vez, que posiblemente han sido modificadas por el transcurso del tiempo, los caprichos de la memoria y los adornos de las múltiples repeticiones a los que ningún temperamento artístico puede negarse. Pero aun así la indignación que afloraba a su semblante cuando recordaba la despreciativa respuesta de Gorkin a su demanda de auxilio, en diciembre de 1936, que por lealtad al POUM se tergiversaba en lo contrario en Red Spanish Notebook, reflejaban mejor que cualquier libro de historia las ambigüedades y contradicciones de este partido.
Cuando Mary rememoraba la quijotesca actitud de Breá ante el oficial de las SS, cediendo su silla a una mujer judía, porque en su presencia ninguna dama permanecía en pie; o la arrogancia del mismo Breá, presumiendo de su ascendencia “siboney” ante esos estúpidos oficiales nazis, o bien su respuesta «Que muera Hitler» al grito ritual del «¡Heil Hitler!»; Mary conseguía emocionar y transmitir su admiración por el salvaje valor y la inconsciencia de Breá ante el peligro. De todas formas, el recuerdo predominante en las vivencias de la huida de Praga era el de un profundo terror. Terror que se iniciaba con la ocupación de las calles de Praga por las tropas alemanas, terror que se incrementaba con la espectacular redada del barrio donde vivían, que se hizo claustrofóbico durante su detención e interrogatorio por los oficiales nazis, y que no les abandonaría hasta la llegada a la frontera, gracias a las gestiones de un agregado cultural, con ínfulas de escritor, con quien habían coincidido ocasionalmente y que gozaba de influencia entre los nazis a causa de su pertenencia a la nobleza.
Mary Low, que había posado con Juan Breá en una foto colectiva realizada en el cuartel de la calle Tarragona, antes de la partida de la Columna internacional Lenin del POUM hacia el frente de Aragón, sólo había empuñado las armas en las pruebas de adiestramiento de la columna. Y dudaba aún, a más de sesenta años de distancia, si fue Breá quien (para protegerla) había conseguido aplazar su marcha al frente, como era su deseo, hasta el momento en que la incorporación de las mujeres a las milicias ya no fue posible.
Mary Low recordaba fácilmente en sus conversaciones, con vivacidad y emoción, a numerosos amigos y conocidos en España durante la guerra: al amigo y poeta surrealista francés Benjamin Péret y su compañera Remedios, a su amiga Olga Loeillet, médico judía de nacionalidad polaca, al canadiense William Krhem, siempre vestido con una elegancia exquisita, al norteamericano « Rosalio Negrete », y por supuesto a la pareja Orr, con quienes colaboró en Spanish Revolution , órgano en inglés del POUM, financiado con los fondos recogidos en Inglaterra por John McNair y Bob Smilie.
En julio de 1999 Mary Low, siempre activa y militante, firmó el Manifiesto “ Combate por la historia ”, que denunciaba la manipulación y negación que la historiografía burguesa y estalinista hacían, y hacen, de los acontecimientos revolucionarios vividos por ella en la España de 1936.
Mary Low, mujer, poeta y revolucionaria, vivió con intensidad la aventura de una vida dedicada a la creatividad y la libertad. Nos regaló además su poesía y este Cuaderno rojo de Barcelona.
Agustín Guillamón
Barcelona, marzo 2009.
BIBLIOGRAFÍA:
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Este artículo fue publicado originalmente en Rebelión
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