lunes, abril 29, 2019

El “Notre Dame” de Victor Hugo en el cine



El “lunes santo” de 2019 quedará en la historia como el día en que Notre Dame de París fue devastada por las llamas. Habrá que esperar varios días o semanas para conocer la extensión de las pérdidas y los daños causados por el incendio, el hundimiento del armazón de la cubierta y de la aguja así como las consecuencias de los centenares de miles de litros de agua lanzados para apagar las llamas sobre las estructuras y las obras de arte que no han podido ser evacuadas. Igualmente las causas siguen siendo aún desconocidas aunque un inicio accidental proveniente de los espacios ocupados por los trabajos de renovación parece hoy la pista privilegiada por las autoridades y profesionales, que se han movilizado. Macrom como siempre promete, los especialistas debaten. De momento se han recogido cifras millonarias en un mundo en el que la piedad parece un lujo. En un momento en países como Haití sufren todavía las consecuencias del colonialismo, francés en primer lugar.
Como la práctica totalidad del personal, el lugar da nombre a la novela que le subyugó. A la obra inmortal de Víctor Hugo (1802-1885), su impacto no es comparable. Exponente sobresaliente del romanticismo al punto de trascender los tiempos para convertirse en un referente vivo y universal. Escrita en 1831, Víctor Hugo realiza un detallado y juicioso cuadro sociológico del Medioevo francés yendo desde la arquitectura hasta los roles sociales que protagonizaron la época. Como bien lo dice el autor en el prólogo, el libro está inspirado en la palabra “ANATKH” que traduce destino, pero dado el contexto de la obra debería entenderse más como fatalidad. Los personajes que darán vida a esta tragedia y que serán víctimas de la misma serán: la gitana Esmeralda, el campanero Quasimodo, el sacerdote Claude Frollo y el capitán Phoebus; quienes serán obligatorios en todas las adaptaciones que existen de la obra que a propósito, si hay algo que resalto de la novela, es la construcción que hace Victor Hugo de los personajes, tan detallada y delicada al punto de que sería posible tener cuatro películas distintas que giren en torno a cada uno ellos. Eventualmente entrarán o serán dejados por fuera personajes como el dramaturgo Gringoire, el hermano menor de Frollo Jehan Frollo y Clopin Trouillefou, rey de los bandidos en la Corte de los Milagros.
Cada uno de estos personajes vendrá a representar distintos roles de la sociedad Medioevo; es así como Claude Frollo será el exponente del poder eclesiástico, Phoebus del monárquico, Quasimodo será un personaje completamente al margen de la sociedad y Esmeralda será Nuestra Señora de París, representación del pueblo marginal y pagano de París. Como es de esperarse, el escenario donde se llevará a cabo la coreografía de los personajes será París y en particular en su Catedral y su Plaza, lugares comunes y populares que se convertirán (en especial la Catedral) en cómplices de los deseos y secretos de los protagonistas centrales, Quasimodo y la gitana que serían obviamente el centro de las incontables adaptaciones, siendo quizás la más conocida la protagonizada por Anthony Quinn y Gina Lollobrigida de 1956. Sigue siendo la más asequible, se encuentra en FILMIN, y hay parte que no decepcionan por más su realizador, el muy clasisita Jean Delannoy no está a la altura. Luego en la medida en que fue viendo cine, pienso que seguramente la mejor sea 20 con la versión de Wallace Worsley a la mayor gloria de un Quasimodo que parece tallado a las medidas de Lon Channey, el “hombre de las mil caras”, hijo de un sordomudo que aprendió a gesticular de su padre. También tuvo una considerable repercusión “Esmeralda, la zíngara” (The Hunchback of Notre Dame, USA1939) la adaptación de William Dieterle con Maureen O´Hara, Charles Laughton, Cedric Hardwicke, Thomas Mitchell…
La clave de bóveda de las tres principales versiones acertadamente inicia con El Festival de los Locos, carnaval (y lo cual es la función inherente a los carnavales) en el que París libera sus malestares sociales parodiando su realidad entregándose al placer; y digo que es un acierto no porque este sea el inicio del libro, sino porque este evento será la metáfora de la novela. A medida que se desarrolla la historia, se empieza a evidenciar la locura en la que cada personaje comienza a ser orientados, en una trama que acaba llevándolos a su propio destino trágico. Sin embargo no es esto lo que ocurre en las películas o no por lo menos de la misma manera, claro está, cada una con el fin de dar su enfoque e interpretación de la historia de acuerdo a sus intereses cinematográficos, comerciales e incluso morales e ideológicos.
La versión muda del director estadounidense Wallace Worsley de 1923. Como las películas de su época además de ser muda, se caracteriza por el uso de planos generales y medios cargando una enorme responsabilidad de la narración en la actuación de los personajes. Wallace traduce la obra convirtiéndola en un drama romántico sobre el amor imposible entre Phoebus y Esmeralda por sus posiciones sociales, historia que se verá atravesada por Quasimodo quien a su vez ama a Esmeralda. A diferencia de las demás, esta es la única versión que conozco donde Frollo no es visto como antagonista sino que al contrario, cumple con el ideal de sagrada religiosidad, decisión que me atrevo a decir fue más de carácter político y moral que fílmico. Como resultado tenemos una historia cuyo conflicto se centra en la lucha de clases entre el pueblo (en particular en gitano) y la monarquía francesa quitando del medio a la iglesia. En esta versión el papel de antagonista será reemplazado por el hermano de Claude Frollo, Jean Frollo. Pese a esto, hay algo que resalto en particular y es que esta versión, con respecto a la obra literaria, es la que hace el cuadro sociológico y psicológico más cercano a Esmeralda quien en esta versión encarna a una joven absolutamente hermosa (por su puesto desde los estándares de la época) y así mismo absolutamente inocente, conceptos que son claves si tenemos en cuenta la relación que Victor Hugo hace con su personaje y la Virgen María. Además de esto, es la única versión que abre un espacio para explicar el verdadero origen del mismo personaje.
A nivel cinematográfico exalto el manejo de cámaras alrededor y desde la Catedral, en particular cuenta con un plano muy arriesgado y dinámico para le época que consideraría uno de los primeros picados de la historia del cine, y es el momento en que Quasimodo baja por una cuerda en la escena del enfrentamiento contra el pueblo que quiere quitarle a su Esmeralda. En términos generales es una historia que podría ser la mamá de un sin número de novelas románticas. Relacionándola con la obra de Victor Hugo, debo decir que los hechos están ahí sin embargo, están lejos de las motivaciones reales y como ya lo mencioné, Wallace convierte la tragedia en drama, cosa que no será particular de este autor sino más bien una constante de las adaptaciones.
En la de 1956 de Jean Delannoy, la apuesta está en los protagonistas y en la formidable ambientación y el color, pero le falta alma. Es esta quizás una de las representaciones más fieles en cuanto a la narración de los hechos y las motivaciones. En esta no solo se respeta de forma más o menos fiel el perfil de los personajes, sino además la relación entre ellos. A diferencia de la versión de los años 20 y evidentemente por los avances tecnológicos, en esta el color entra a ser un elemento narrativo; Esmeralda viste siempre de rojo en una versión exótica, sensual y más adulta del personaje que aunque digna de despertar la pasión de los hombres y la admiración de su pueblo, rompe con relación Esmeralda. Sin embargo es la que mayor influjo tuvo en el público. Cuenta con movimientos de cámara al igual que con un manejo más resulto de los índices, como cuando Esmeralda está bailando en la Plaza durante el Festival de los Locos, y Claude Frollo la mira desde la ventana y el reflejo de la gitana se puede ver desde uno de los vitrales, primera muestra de la obsesión del clérigo por ella. Esta versión sin duda es una hermosa alegoría al libro y una excelente adaptación histórica de los hechos, sin embargo considero que tiene un montaje bastante naturalista y lineal para el tipo de obra que es Nuestra Señora de París, sin embargo no por ello quiero parecer desmeritándola. Esta versión es la única de las tres que se enmarca dentro del género de tragedia y el valor particular del director, será cargar la historia de idealismo político claramente poniéndose del lado de Esmeralda y Quasimodo, quienes al final resultarán siendo víctimas de la monarquía y la iglesia.
Notre Dame ha ardido de mala manera estos días, creando una conmoción entre la gente, que como resulta ser mi caso, la “ha visto” más desde la pantalla que en las diversas visitas. Sea de una manera u otra, la conmoción está ahí, y se le apunta como un símbolo de la decadencia de esta Europa que ha convertido el Mediterráneo en el mar de los ahogados por consenso de sus principales gobernantes, los mismos que están humillando a las clases trabajadoras, a esos “chalecos amarilloa” que somos todos los que vivimos del trabajo.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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