viernes, abril 26, 2019

¿Cuál es el Plan V ante el derrumbe del macrismo?



En medio de la corrida cambiaria y el desmadre económico, muchos han sido los que interpretan este golpe de mercado como un intento por forzar una renuncia de Macri a su reelección y su reemplazo por la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, quien tendría una mejor imagen. Así se lo manifestaron en persona a Vidal en los almuerzos que tuvo esta semana, primero un grupo de empresarios y después un puñado de burócratas sindicales afín al gobierno.
Ese Plan V, por el que presionan amplios sectores dentro y fuera de Cambiemos, merece un análisis porque no se trata meramente de un cambio de figuritas. La corrida contra el peso y la disparada del riesgo país muestran una desconfianza de “los mercados” en la capacidad de Macri para pilotear la crisis, y resuena la idea de que un gobierno de Vidal se dirigiría a una suerte de gran acuerdo nacional, que incluya al pejotismo y sectores más amplios de la burocracia sindical. Es la línea en que viene insistiendo el presidente de Diputados Emilio Monzó, contra la política de un manejo cerrado del riñón del PRO que ejecutó Marcos Peña desde la Jefatura de Gabinete. No es casualidad que el reciente anuncio sobre los nonatos Precios Esenciales haya sido discutido en una reunión del presidente con los gobernadores de Cambiemos, sin la presencia del ala Peña-Dujovne que se oponía a tales medidas.

Pejotismo y burocracia sindical

Durante su mandato en la provincia, Vidal trascendió la política de acuerdos “a la carta” para lograr la aprobación de leyes claves, consiguiendo sellar verdaderos pactos de gobernabilidad. El mayor ejemplo es haber cedido durante su primer año la presidencia de Diputados al Frente Renovador de Sergio Massa, lo cual le garantizó la sanción de las leyes de emergencia en infraestructura, en seguridad y administrativa, que le permitieron saltear licitaciones y embestir contra la estabilidad laboral de los trabajadores estatales. Cuando el massismo se derrumbó en las elecciones 2017, contó con el PJ y hasta un sector del kirchnerismo que dividieron lo que habría sido un bloque de diputados con capacidad para frenar toda aprobación que necesitara dos tercios de los votos. Así, sancionaron el desmantelamiento de las jubilaciones del Banco Provincia, metieron la reforma tributaria a medida del capital agrario, y evitaron que luchas tenaces como la de la docencia ante la disolución de ramas enteras de la enseñanza, o la de los obreros del Astillero Río Santiago contra el vaciamiento, lograran imponer leyes que limitaran los ataques gubernamentales. Año a año Vidal consiguió los dos tercios necesarios para aprobar sus presupuestos de ajuste y megaendeudamiento que colocan a la provincia rumbo al default, y con el apoyo de los intendentes peronistas impuso un Pacto Fiscal para digitar el ajuste en todos los municipios.
Pero además de la colaboración de los bloques políticos del peronismo, tuvo el invaluable aporte de la burocracia sindical. En el almuerzo mencionado con popes de distintos sindicatos, que se realizó en el local de la Uatre, Vidal afirmó que “el movimiento obrero ha sido más prudente que muchos empresarios”. Más claro imposible. Allí no se ahorró elogios ni siquiera para con los sindicatos docentes, que le facilitaron el inicio de clases en este año clave. Esto muestra que el gobierno provincial no solo contó con las entregadas de gremios como UPCN o Salud Pública, sino también con el accionar de las centroizquierdistas conducciones de Suteba o ATE, que dispersaron la energía de lucha de importantes colectivos de trabajadores con medidas aisladas, sin preparación, sin continuidad ni perspectiva, que tuvieron el efecto de desorganizar y desmoralizar cuando se multiplicaban los ataques en todos los frentes. Hasta en el momento crítico de irrupción de los obreros del Astillero, la burocracia fue desactivando el conflicto y terminó firmando un acuerdo que significó la pérdida de casi 20 puntos del salario.

“Gran acuerdo”

La apuesta de crecientes sectores capitalistas por Vidal guarda similitudes con lo que anhela Lavagna: un gran acuerdo que abarque desde el PJ al centroizquierda, y que excluya únicamente al kirchnerismo. De esta manera el Plan V no es solo una jugada para intentar sortear el hundimiento del gobierno en la consideración popular, sino para proceder a una reconfiguración del esquema gobernante para tratar de imponer la ofensiva contra los trabajadores de la magnitud que reclama el gran capital.
Que para el capital aún aparezca como poco digerible un gobierno del cual forme parte el kirchnerismo, no debe hacernos perder de vista que la propia CFK y los suyos buscan congraciarse a cada paso con el FMI y la gran burguesía, con el objetivo declarado de atraer a un frente a los mismos que garantizaron la gobernabilidad de Macri y Vidal. El mentado “frente anitmacrista” es en realidad el armado con el que el kirchnerismo se postula para pilotear la debacle económica del país preservando a la gran banca y al capital internacional.

El planteo del FIT

La campaña política del Frente de Izquierda, la única fuerza que plantea romper con el FMI y que la crisis la paguen los capitalistas, cuenta como punto de partida con la autoridad de haber intervenido en cada episodio como un factor de impulso de las luchas de los trabajadores para romper la contención de la burocracia, y de haber hecho resonar esas peleas dentro de la propia Legislatura en la que se tejieron los pactos de ajuste a medida de Vidal.

Iván Hirsch

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