“Un estallido de protestas contra las fuerzas israelíes, que socave a la Autoridad Palestina podría producirse pronto”, es la conclusión a la que arribaron “funcionarios de defensa israelíes en reuniones cerradas con políticos” (Yaniv Kubovich, Haaretz, 16-5). “La combinación de los planes de anexión de Israel y las dificultades económicas que están experimentando los territorios palestinos debido a la pandemia de coronavirus podría ser una mezcla explosiva en Cisjordania, temen los funcionarios israelíes. Un estallido de protestas pronto podría barrer la región, atacando a las fuerzas israelíes y socavando la estabilidad del gobierno del presidente palestino Mahmoud Abbas” (ídem).
Durante los últimos años la situación en Cisjordania contrastó con la de Gaza, bajo control de Hamas. Relativamente, no hubo incidentes significativos contra los asentamientos de 600 mil colonos sionistas que explotan las mejores tierras y los cursos de agua. Las fuentes israelíes –según Haaretz– “en los últimos años han atribuido la relativa calma en Cisjordania a la mejora de la situación económica de los palestinos” (ídem).
La pandemia no ha cobrado hasta ahora un número elevado de víctimas. Ambos territorios reportan a la fecha “375 casos” (ídem). A la economía maltratada de Gaz, la crisis del coronavirus presentó nuevas oportunidades. Israel a través de testaferros puso en actividad “fábricas de costura (de hasta 800 obreros que) han vuelto a trabajar a plena capacidad, produciendo máscaras, guantes y batas protectoras” (Haaretz, 25/4). En Cisjordania la taba se dio vuelta: “Las previsiones económicas para 2020 antes del brote de coronavirus eran que el PBI en la AP fuera de u$s 16.1 mil millones. Pero dada la crisis económica causada por la pandemia el pronóstico se ha reducido a solo $ 13,6 mil millones, un 13,5 por ciento menos que en 2019” (ídem). Este desbarranque demuele, en particular, a los pocos sectores emergentes que el gobierno de Abbas esgrimía como logros: la actividad turística de Ramallah y otras ciudades que ahora está en la lona.
Por otro lado, tres otros factores coadyuvan a este derrumbe:
a) “una de las principales palancas del crecimiento económico para la economía palestina son los palestinos que trabajan en Israel. Antes del brote del virus, alrededor de 120,000 palestinos iban a trabajar todos los días en Israel y los asentamientos, y se estima que decenas de miles más de residentes de Cisjordania Los trabajadores palestinos empleados en Israel y los asentamientos recibieron salarios más altos de lo que es común en la AP, lo que contribuyó de manera importante al poder adquisitivo de la economía palestina. Desde que comenzó el brote de coronavirus, solo unos 30,000 palestinos siguen trabajando en Israel y los asentamientos. Agregue a todo esto la prohibición de que los israelíes ingresen a la AP durante el brote de coronavirus, que aún está en vigencia. Esto afecta principalmente a los ciudadanos árabes de Israel, que regularmente compraban bienes en la AP” (ídem, 16/5);
b) Israel ha impuesto “el congelamiento en la transferencia de impuestos recaudados por Israel en nombre de la AP, con el objetivo de presionar a los palestinos para que dejen de pagar dinero a las familias de los terroristas. Se estima que Israel tiene hoy alrededor de u$s 203 millones en impuestos de la AP” (ídem). La causa del sostenimiento de los más de 5 mil palestinos presos en cárceles israelíes es una causa nacional en toda Palestina, como lo fue en la Irlanda bajo opresión directa de Gran Bretaña hasta los años 90.
c) la ´caridad´ internacional que sostiene especialmente a Gaza, también ha afectado a Cisjordania: “La AP está recibiendo ayuda de países árabes y europeos, pero espera una caída en el apoyo financiero que obtiene. La fuerte caída en el precio del petróleo también ha dificultado que los estados del Golfo sigan apoyando a la AP, como lo han hecho en los últimos años” (ídem).
Como se ve, el cuadro no puede ser más desolador: “El ministerio de desarrollo social palestino pronostica que alrededor de 100,000 familias caerán en la pobreza a fines de mayo. La situación económica y el temor de muchos en Cisjordania sobre su futuro financiero ha llevado a un aumento importante de la violencia en el hogar y en las calles. Aproximadamente 1,4 millones de niños en Cisjordania y la Franja de Gaza aún no han regresado a la escuela, y algunos han ido a trabajar para ayudar a sus familias” (ídem).
Norberto Malaj
16/05/2020
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