Diego Santilli quedó en off side en una entrevista en Radio Con Vos cuando, después de acusar al gobierno de ser quien incentiva la inflación por la elevada emisión monetaria, no supo responder a la pregunta de Ernesto Tenembaum acerca de cuáles son los números de esa emisión. El periodista Carlos Pagni dedicó su columna en La Nación a tirarle letra: en el primer semestre se emitían 55 mil millones de pesos al mes y ahora 200 mil millones; casi el cuádruple. Pero, ¿eso es mucho?
Victoria Tolosa Paz afirmó que no, que la base monetaria en relación al PBI se encuentra en una franca reducción, del 9 al 7% en un año. Si tuviera que contestar cómo lo lograron debería reconocer a fuerza de ajuste para achicar el déficit fiscal (y con ello las necesidades de emitir para cubrir los gastos de Estado). Martín Guzmán, entretanto, prepara una nueva megaemisión de deuda de casi 300 mil millones de pesos para pagar vencimientos y obtener financiamiento extra.
En este cruce, unos y otros dan por sentado que la culpa de la inflación la tendrían los jubilados y desocupados que perciben un programa social, por abultar el gasto público, y por ende deben ser los primeros en pagar las consecuencias de su reversión.
Juntos por el Cambio pretende instalar que es la irresponsabilidad del gasto fiscal lo que está detrás de la inflación que galopa al 52% anual, porque se financia con emisión (es decir, con transferencias del Banco Central al Tesoro). Conclusión, el ajuste sería una condición para reducir el alza de los precios. Sin embargo, mientras se habla de una supuesta campaña electoral centrada en «poner plata en el bolsillo de la gente», lo cierto es que el déficit acumulado en los primeros nueve meses es de apenas el 1,3% del PBI -según estima el Iaraf-, un tercio de lo previsto en el Presupuesto 2021 y más bajo que la mayor parte del mandato macrista.
Cabe preguntarse, de todas maneras, si el déficit se achica, ¿por qué entonces crece la inyección de billetes? En buena medida porque se empantanó la meta fijada por Martín Guzmán de financiarse todo lo posible con endeudamiento (lo que implica colocar más deuda que la que va venciendo), para reducir al mínimo las necesidades de emisión. Luego de un primer semestre con resultado positivo, gracias a la indexación de los bonos por inflación, en agosto-septiembre apenas alcanzó a colocar títulos para pagar los vencimientos (a pesar de subir las tasas de interés y ofrecer bonos linkeados al dólar).
Esto quiere decir que la política económica del gobierno también está guiada -como reclama la oposición- por la premisa de considerar al gasto público como un factor inflacionario. Más aún, es una evidencia de que esta estrategia monetaria deja al oficialismo en la palma de la mano de los bancos y grandes fondos de inversión. Por eso a pesar del chasco de las Paso no abandonó la «prudencia fiscal», como reconocen todas las consultoras tras los anuncios realizados, y como saben todos aquellos que esperaban al menos un IFE. Lo que hay que destacar es que el recorte proviene de las prestaciones sociales que en términos interanuales perdieron 24% con la inflación, con lo destinado a jubilaciones y pensiones cayendo 6,9%, mientras que los subsidios a las empresas de energía le ganaron todo el año al IPC. Con todo, lo más grueso se lo llevaron los bancos, que ya cobraron un billón de pesos por intereses de las Leliq.
Si este ajuste contra los trabajadores no baja la dinámica inflacionaria, ¿qué decir de la afirmación de que la cantidad de pesos en circulación se encuentra en niveles inferiores -respecto de PBI- que en el pasado, porque el ritmo de emisión es menor al de la depreciación de la moneda? Llegamos al punto que todos ocultan en esta campaña electoral, pero que fue el eje de esa cumbre empresarial que es el Coloquio de Idea: la huelga de inversiones. En la medida en que (como admitió el propio Guzmán) el Estado ahorra subejecutando los gastos de capital, y que los capitalistas antes de cualquier desembolso pretenden imponer una reforma laboral flexibilizadora y mayores beneficios fiscales, todo peso que se agrega a la circulación recalienta el alza de precios y la brecha cambiaria. Es una expresión del parasitismo de la burguesía argentina, tan fugadora que calificó en el podio de los Pandora Papers. Esa fuga de capitales es uno de los pilares de las sucesivas devaluaciones.
Por eso, los trabajadores deben tener en claro que cuando el gobierno aduce prudencia fiscal y la oposición acusa un desmadre de la emisión, todos coinciden en cargarle la factura a quienes en definitiva son los que padecen la desvalorización de sus ingresos. Por el contrario, el Frente de Izquierda Unidad lucha en lo inmediato por un aumento de emergencia de salarios y jubilaciones y su indexación por inflación, en la perspectiva de una reorganización social que incluya la nacionalización de la banca para destinar los recursos a la inversión y el desarrollo del país, y el cese del pago de la deuda externa y la nacionalización del comercio exterior para cortar la fuga que origina la sistemática depreciación del peso.
En definitiva, se trata de romper con el rumbo fondomonetarista, que unos y otros pretenden imponer al país.
Iván Hirsch
No hay comentarios.:
Publicar un comentario