El gobierno liberticida advirtió desde su asunción que tomaría a las elecciones de medio término como un plebiscito – y que mientras tanto gobernaría por decreto y mediante vetos; un gobierno semi ‘de facto’ y semi-constitucional. Quienes lo tildan de ‘fascista’ no dieron en el blanco, porque no era el lugar que le asignaba la burguesía internacional. Es lo que ocurre con otros fascistas en la mayor parte del mundo, sea Meloni, Orban, Bolsonaro o Trump; incluso Netanyahu, un criminal de guerra oficial, ejerce el genocidio del pueblo palestino en el marco de la singular ‘democracia’ sionista. El reforzamiento de los aparatos represivos y el macartismo ha comulgado con gobiernos pseudo constitucionales. El distanciamiento, por caso, de las Fuerzas Armadas de Brasil del golpe de Bolsonaro y de una fracción golpista del ejército, en 2023, fue ordenada por Joe Biden, mientras Lula anunciaba un gobierno de coalición con toda la derecha que había derrocado a Dilma Roussef en 2016. La burguesía internacional quiere imponer a rajatablas la liquidación del derecho laboral y el previsional en Argentina, por supuesto, pero por medios ‘constitucionales’ por ahora.
El plebiscito a favor de su gobierno, que reclama el trío Milei-Caputo-Bullrich en estas elecciones, se ha desarrollado a lo largo de los dos años de mandato, en forma diaria, a través de las medidas brutales de los liberticidas en todos los campos – económico, social, político e internacional; en este último caso mediante el apoyo a la guerra de la OTAN contra Rusia, al genocidio del pueblo palestino e incluso en negociaciones para el establecimiento de bases militares del imperialismo en Argentina (de hecho, en el caso de Malvinas). Milei ha venido ganando ese plebiscito diario con el apoyo (por acción u omisión) de toda la oposición patronal, el Congreso y la CGT. Incluso se ha anotado triunfos en las elecciones desdobaldas, en CABA, en la capital de Salta, en Chaco – aunque sean discutibles debido al elevado ausentismo electoral.
Con el comienzo de la campaña electoral, sin embargo, esa tendencia plebiscitaria se ha puesto a la defensiva. Sigue defendiendo un mentiroso “superávit fiscal”, pero, ahora, para condenar la aprobación de algunos proyectos de leyes de la oposición – la misma que le ha votado el ‘ajuste’ y una delegación de poderes diseñada para ir al asalto de los ingresos de trabajadores activos y pasivos. La consigna oficial de la campaña de los liberticidas ha pasado a ser ahora “kirchnerismo ‘nunca más”. Se trata de un recule político, aunque por sobre todo una tentativa de mofa hacia los 30 mil desaparecidos y una reivindicación de los crímenes de la dictadura militar. El oficialismo arranca la campaña en medio de un verdadero derrumbe económico. Se ha agravado el retroceso de la industria, crece la masa de despidos, fracasan las licitaciones de deuda pública, sube el riesgo país, cae el crédito, sube la mora bancaria y las tasas de interés alcanzan el 70% anual. Es un intento de contener la fuga de divisas hacia adentro y afuera del país. Desde el pseudo levantamiento del ‘cepo’, en tres meses han salido de Argentina 11 mil millones de dólares, cuando la intención había sido la contraria – atraer financiamiento extranjero, mediante el incentivo de eliminar restricciones al giro ganancias al exterior. Mientras el desfinanciamiento reemplaza al financiamiento, los bancos y los fondos comunes apuestan a un “dólar futuro” por un monto que se acerca a los 10 mil millones de dólares – una señal definitiva de la tendencia a la devaluación del peso. Con menos alharacas, el macrismo atravesó con mucha más ‘comodidad’ las elecciones intermedias de 2017, aunque para pasar, en abril de 2018, a una fuga de capitales que desató la primera etapa de la ola hiperinflacionaria después de la bancarrota de 2002. Cuando faltan dos meses para votar, el plebiscito sufre el acoso del derrumbe de la economía. El desafío de plebiscitar los comicios es arriesgar la caída del gobierno.
La ‘salida’ de los liberticidas a esta encrucijada financiera es hundir más la economía en el pantano. Es así que ofrece a los bancos y fondos que diez puntos de los nuevos encajes sean cubiertos por bonos, que en la licitación del lunes 18 serán llevados a rendimientos estrafalarios. ¡Sería el Tesoro, y no el Banco Central, el deudor de los bancos en concepto de encajes! Es el colmo del endeudamiento parasitario, peor, en naturaleza, que el de los Fernández en la pandemia, que desató la segunda ola hiperinflacionaria antes que se acallara el incendio de la primera. El Tesoro acumula, en concepto de intereses, diez veces el monto del superávit que contabiliza el gobierno. La motosierra ha terminado serruchando el excedente fiscal del que se ufana el gobierno de los financistas.
Frente a una situación histórica con semejantes urgencias, el desvelo del resto del nutrido espacio electoral ha sido la pelea por alguna candidatura ‘expectable’ – no la discusión de un programa que no tienen, ni la posibilidad ni ciencia para tenerlo. Cristina Kirchner dejó de lado su perorata acerca de la “economía bimonetaria” para ocuparse de que Fuerza Patria no se rompa, al menos en CABA y Provincia. Para eso acabó armando una lista de la que excluyó a Massa, a Máximo y a los intendentes, aunque con massistas y camporistas. Axel Kicillof y su cohorte quedó afuera del listado, a pesar de su condición de gobernador y sus aspiraciones presidenciales. Grabois obtuvo lo que quería, en especial en Ciudad, con la primera candidatura de Itai Hagman, pero co-participando con los alfiles de Massa, al que había condenado a una ‘línea roja’ que debía ser infranqueable. Las vueltas del peronismo son notables, pues fue a las elecciones porteñas con Leandro Santoro, como un puente hacia la derecha, y ahora designa a Hagman, vinculado a la gestión social de Pérsico y los ministros de Alberto y Cristina. El estillaje de Fuerza Patria se repite en otros lados. El bloque de gobernadores de Provincias Unidas, con membrete, pero sin programa, ya entró en problemas por movidas de Llaryora y Schiaretti. Conclusión, las divisiones que se evitaron para las candidaturas se van a producir en el parlamento, sin el menor lugar a dudas. El Congreso que sea elegido en octubre estará vaciado de contenido y deberá deliberar a fuerza de órdenes de afuera o desmembrado. Ahora mismo no ha abierto la boca frente a las licitaciones usurarias de deuda del Tesoro y el Banco Central.
Para abrir una perspectiva política a lo más avanzado de la clase obrera y al conjunto de ella, es necesario intervenir con un programa. ‘Ajustar” al capital para acabar con la miseria social de las masas, plantea un programa socialista, o sea las reivindicaciones y los métodos que desenvuelvan una transición histórica por medio de un gobierno de trabajadores. En medio de una guerra económica sin treguas ni límites, y una guerra militar imperialista que el propio imperialismo percibe como catastrófica, desarrollar la consciencia de clase del momento actual es la tarea número uno de los socialistas revolucionarios.
Jorge Altamira
18/08/2025
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