sábado, agosto 16, 2025

Fuera las tropas yanquis de América Latina


Trump despliega más de 4.000 militares en la región.

 Las aguas de América Latina y el Caribe se verán invadidas por más de 4.000 infantes de marina del Ejército norteamericano. Donald Trump justificó la iniciativa en nombre de un supuesto combate contra el narcotráfico. Pero, en realidad, representa un intento del imperialismo por someter política y económicamente –por la fuerza– a los países de la región, y eventualmente avanzar sobre ellos mediante intervenciones militares o maniobras golpistas. Más en general, Estados Unidos busca reforzar su injerencia en el continente en el marco de sus disputas con China, Rusia y la Unión Europea. 
 Trump ordenó al Pentágono combatir a los carteles de droga mediante un decreto que le permite llevar adelante operaciones militares terrestres y marítimas en territorio extranjero. Desde la era de la Guerra Fría, la burguesía norteamericana y sus gobiernos emprenden supuestas guerras contra las drogas; nunca terminan con el narcotráfico, pero sí logran inmiscuirse aún más en los asuntos internos de los países, a menudo desquiciándolos socialmente. México y Colombia son casos testigo del creciente injerencismo norteamericano en América Latina y del fracaso de estas tentativas, que han llevado los niveles de violencia a una escala espeluznante.
 Washington acusa a los gobiernos de Venezuela, México y Canadá de ser responsables de la entrada de fentanilo y otras drogas al imperio del Norte. Con esa retórica, justificó la imposición de aranceles a los últimos dos países. También apuntó contra Honduras y Guatemala. Al declarar como “terroristas” a los grupos narco, el gobierno norteamericano se reserva el derecho imperial a intervenir militarmente los países con el objetivo de “combatirlos”. En este marco, lanzó una campaña contra el gobierno de Venezuela, a cuyo presidente acusa de “narcoterrorista” mientras ofrece 50 millones de dólares a quien precise información sobre su ubicación. El secretario de Estado trumpista, Marco Rubio, acusó recientemente al gobierno chavista de ser una “organización criminal”. Los yanquis podrían justificar una nueva intervención golpista apoyándose en el supuesto carácter narco del gobierno venezolano; mientras tanto, la acusación sirve como estrategia de presión sobre Caracas.
 Según altos funcionarios de Defensa, la operación ha sido preparada con antelación. Este viernes se confirmó el despliegue del buque de asalto USS Iwo Jima, de la 22. ª Unidad Expedicionaria de Marines y de otros dos barcos del grupo anfibio. En marzo, el gobierno norteamericano desplegó destructores en aguas cercanas a la frontera con México. También está en carpeta asignar al Comando Sur un submarino de propulsión nuclear, aviones de inteligencia, destructores y un crucero de misiles guiados. Un megaoperativo militar que no tiene nada que envidiarle a los que Estados Unidos ha impulsado en Medio Oriente, donde apoya la ofensiva sionista contra los palestinos en la Franja de Gaza y los pueblos de países como Yemen, Siria, Líbano e Irán; o en la zona del Mar de China Meridional, con el objetivo de ejercer presión contra el gigante asiático y Taiwán. 
 Estados Unidos está radicalizando su injerencia imperialista en América Latina. Hace poco, Rubio indicó que la OEA debe intervenir más en Haití y movilizar “una fuerza”. La intervención imperialista en Haití, con la Minustah como fuerza de ocupación, condujo al país a la descomposición social y a un mayor sometimiento económico por parte de Estados Unidos. Los aranceles contra Brasil y su intromisión en el terreno político-judicial a favor del golpista Jair Bolsonaro son otro caso de injerencismo. El gobierno panameño de José Mulino acaba de autorizar el despliegue de tropas norteamericanas en el Canal de Panamá, una política enfrentada por los trabajadores con piquetes, huelgas y movilizaciones. En Ecuador, el gobierno proyanqui de Daniel Noboa se apresta a lanzar un referéndum para permitir la instalación de bases militares extranjeras en el territorio nacional. Cabe recordar que Estados Unidos ya posee 12 bases en Puerto Rico, 9 en Colombia, 8 en Perú, 3 en Honduras y México, y 1 en Curazao y Aruba; en total, tiene 750 bases en más de 80 países. 
 Otro capítulo de esta ofensiva es la guerra contra los migrantes. Trump militarizó su frontera sur y emprendió una política de deportaciones en vuelos militares, con la anuencia de gobiernos del arco “nacional y popular”, como los de Guatemala, Honduras y México. La ausencia de una respuesta a esta inédita persecución contra los latinos, dentro y fuera de los Estados Unidos, ilustra los límites de los gobiernos nacionalistas para enfrentar al imperialismo. 
 La intervención militar del gobierno de Trump significa un intento por disciplinar a los gobiernos y respaldar los negocios de la burguesía norteamericana en la región, así como una política para contrarrestar la influencia china, rusa y europea en momentos en que recrudece la guerra comercial-bélica internacional. En Argentina, Milei funge como un títere de Trump, apoyando sus aventuras guerreristas en todo el planeta y gobernando para el FMI. La tarea de emancipar a los países de la tutela imperialista y de toda forma de opresión y explotación está reservada para la clase obrera. 
 ¡Fuera las tropas yanquis de América Latina y el Caribe! 

 Nazareno Suozzi

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