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lunes, marzo 03, 2008
Antonio Núñez Jiménez: el cuarto descubridor de Cuba
Autor de numerosos libros sobre geografía, historia, espeleología y ciencias sociales, narrador cuando se lo propuso: en cada biblioteca, en cada claustro escolar, en cada nuevo hallazgo arqueológico está presente la huella del profesor Antonio Núñez Jiménez....
Autor de numerosos libros sobre geografía, historia, espeleología y ciencias sociales, narrador cuando se lo propuso -recordemos su bello libro La abuela-, y humanista de sólida cultura en el sentido más estricto del concepto, el doctor Antonio Núñez Jiménez fue ―es― uno de los intelectuales cubanos de mayor presencia en el ámbito nacional e internacional.
Su dedicación al estudio de Cuba, en su integralidad y en los más asombrosos detalles, mucho ha contribuido a que cada cubano conozca mejor su país. Fue un investigador audaz, temerario en ocasiones, amante del trabajo de campo, entendiéndose por "campo" las montañas y los ríos, las cuevas y los valles, los mares y las corrientes submarinas, la flora, la fauna y las gentes.
Si el Almirante Cristóbal Colón ostenta por derecho propio desde hace siglos el título de "descubridor de Cuba" (al menos para los europeos), la historia lo ha forzado a compartir dicho galardón con otros eminentes trabajadores de la investigación. Así, el barón Alejandro de Humboldt, que revisó la Isla en sus visitas de 1800 y 1804, mereció del insigne educador José de la Luz Caballero el calificativo de "segundo descubridor"; en tanto Fernando Ortiz, de obra monumental en todos los órdenes de la vida cubana, era bautizado por el ensayista Juan Marinello como "tercer descubridor".
Más cercano en el tiempo, verdadero hombre de nuestros días por la vigencia de sus trabajos, Antonio Núñez Jiménez fue acreedor en 1995 del diploma honorífico que lo reconoce como "cuarto descubridor". A sus méritos sumó su condición innata de maestro, de divulgador de todo cuanto descubrió, entresacó de las entrañas de la tierra o extrajo del fondo de los mares, porque sus viajes lo llevaron a recorrer el Caribe y buena parte de la América del Sur, sin detenerse ante latitudes altas o bajas, ni paralelos más o menos distantes.
Núñez Jiménez nos trasmitió su amor por la naturaleza, su espíritu ecologista (en tiempos en que ese término no era todavía tan común como hoy día), y su interés sostenido por las ciencias contribuyó a que la geografía, la historia, la geología y otras disciplinas ganaran en amenidad para el público en general.
Algunos datos biográficos se imponen acerca de este hombre nacido en Alquízar el 20 de abril de 1923. Fundador de la Sociedad Espeleológica de Cuba en 1940 y director de su revista, en 1950 se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana y cuatro años después publicó su Geografía de Cuba.
El libro no pasó inadvertido: su enfoque revolucionario de dicha materia y su defensa de los valores nacionales dieron "motivos" al régimen golpista de Fulgencio Batista para proscribir su circulación.
No era una casualidad que su autor fuera un revolucionario. Junto a las fuerzas del comandante Ernesto Che Guevara, y portando los grados de capitán del Ejército Rebelde, llegó a La Habana en 1959.
Tras el triunfo de la Revolución ocupó importantes cargos: director del Instituto Nacional de la Reforma Agraria (y de su revista INRA), presidente del Banco Nacional, fundador y director de la Academia de Ciencias de Cuba por diez años, embajador en Perú, viceministro de Cultura, presidente de la Comisión Nacional de Monumentos, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular...
Su afán investigativo no conoció fronteras.
Alcanzó el grado de Doctor en Ciencias Geográficas expedido por la Universidad Lomonosov, de Moscú. Figuró en viajes que llegaron hasta el Polo Norte, en 1972, y la Antártida, en 1982. Exploró, además, el continente africano, China, la Cordillera de los Andes, las Islas Galápagos, la Isla de Pascua.
Entre 1987 y 1988 dirigió una expedición célebre a partir de la cual publicó con posterioridad uno de sus libros más conocidos: En canoa del Amazonas al Caribe. Presidió también la Sociedad Cubana de Geografía y la de Espeleología, así como el Centro de Estudios del Arte Rupestre de América Latina y el Caribe, y al frente de la Fundación de la Naturaleza y el Hombre realizó una destacada labor en favor de la educación ambiental y el respeto a la vida en cualesquiera de sus manifestaciones.
Mas no imaginemos que fue Núñez Jiménez un erudito de escritura difícil; por el contrario, cultivó un periodismo de divulgación científica de gran amenidad, revelador de su talento. Prácticamente no hubo publicación seriada que no acogiera sus colaboraciones a lo largo de varias décadas. En cuanto a su bibliografía (libros, folletos, conferencias, textos escolares), es sencillamente asombrosa por su profundidad y la riqueza de perfiles.
El doctor Antonio Núñez Jiménez encarnó las cualidades del científico moderno. Su laboriosidad (la serie de libros Cuba: la naturaleza y el hombre alcanza las dos decenas de volúmenes) y devoción por el conocimiento así lo atestiguan.
Motivos sobrados tenemos para recordarlo vivo, con la barba encanecida y el espíritu joven. Unos porque releen en las noches su ya clásico libro En marcha con Fidel; otros porque lo consultan constantemente a través de textos como En canoa, por el Mar de las Antillas o Colón, Cuba y el tabaco, por citar solo dos.
Su desaparición física ocurrió el 13 de septiembre de 1998, a la edad de 75 años.
Aunque, a decir verdad, ese hecho no nos parece real pues en cada biblioteca, en cada claustro escolar, en cada nuevo hallazgo arqueológico sigue estando presente la huella del profesor Antonio Núñez Jiménez.
Leonardo Depestre Catony
www.cubaliteraria.com
Septiembre de 2005
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