Publicamos un interesante artículo escrito desde Colombia por el corresponsal de la Corriente Marxista Internacional en dicho país. En el cual se hace un análisis marxista sobre el balance de la primer ronda electoral, las perspectivas para la segunda vuelta y la necesidad de que el Polo Democrático adopte un programa socialista.
Desde que se eligió como Presidente de la República a Andrés Pastrana Arango en 1998 los colombianos no vivíamos la experiencia de la segunda vuelta. El pasado 30 de mayo el candidato que representa los intereses de Álvaro Uribe Vélez, y con ellos los de la oligarquía local, Juan Manuel Santos, del Partido Social de la Unidad Nacional (de la U), obtuvo 6.758.539 votos equivalentes al 46,56% de los sufragios depositados en esa jornada1. De acuerdo a nuestra legislación Juan M. Santos debe ir a segunda vuelta contra Rutenis Antanas Mockus, del Partido Verde que obtuvo 3.120.716 votos, el próximo 20 de junio.
El descontento popular contra el régimen de Álvaro Uribe expresado en diferentes jornadas de protesta y huelga a lo largo de sus dos períodos hizo pensar a algunos que Santos podría ser derrotado en las urnas. Empero, el sistema electoral colombiano nunca ha servido para expresar las decisiones políticas de las mayorías sino como medio legitimador de nuestra oligarquía local. Esto explica la tradición abstencionista en nuestro país desde que se decretó el sufragio universal. Para el caso de las últimas elecciones 50.76% de los colombianos registrados para votar mostraron su desdén por las instituciones que la burguesía llama democráticas el 30 del mes pasado.
La votación obtenida por Santos no significa que estos casi siete millones de votantes apoyen el programa del Partido de la U. Está claro para los marxistas que las ideas que se imponen en una sociedad son las de la clase dominante, a menos que se esté en una revolución. Para el caso de Colombia, donde se le niega al proletariado los espacios de participación política y donde los medios masivos repiten al unísono las consignas de la burguesía, es entendible que trabajadores y campesinos carentes de formación política voten por un candidato que es, a todas vistas, su enemigo. Pero este no es el único factor: desde hace meses se informa que los beneficiarios del programa “Familias en acción” han sido presionados para votar por el candidato del gobierno2; asimismo el MOE ha denunciado compra de votos, acciones armadas y otras prácticas ilegales en beneficio de Santos3. Por otra parte en las redes sociales de la internet corren rumores sobre urnas reemplazadas y formularios adulterados4. La Registraduría Nacional ha desmentido estas denuncias, sin embargo el fraude electoral no es un hecho extraño en este país. Ya en 1970 Misael Pastrana Borrero fue electo presidente por una votación que con dificultad se puede calificar de legítima, ya que se declaró una ley marcial que impidió un escrutinio trasparente. De manera similar, días antes de las elecciones y contraviniendo el espíritu de la Constitución Política de Colombia, el gobierno expidió un decreto regulando el accionar de la prensa con respecto a la información de orden público5. Por último, no podemos olvidar las numerosas denuncias sobre corrupción que se recibieron en las últimas elecciones legislativas el pasado 14 de marzo y que aún no han sido respondidas por el Estado.
Un sector de la burguesía y la pequeña burguesía que ha resultado afectado por las medidas de Uribe retomó las tradiciones inauguradas en nuestro país por la ahora uribista Íngrid Betancourt (fundadora del extinto Partido Verde Oxígeno y ex-prisionera de las FARC) y fundaron a finales del año anterior el Partido Verde (PV) teniendo como principales jefes políticos a los ex-alcaldes de Bogotá Luis Eduardo Garzón, Enrique Peñalosa y Antanas Mockus, este último elegido en consulta popular como candidato de esta colectividad a la presidencia. En lo fundamental el programa del PV no propone ninguna reforma fundamental que cambie radicalmente las políticas establecidas por el actual gobierno. Básicamente insisten en la difusión de ciertos principios morales de carácter demagógico: “La vida es sagrada”, “No todo vale”, etc. El cumplimiento de los dogmas verdes será apoyado por “...la policía y (...) las fuerzas armadas, pero también se desarrolla en el respeto al fiscal, al juez y al maestro6.”
Conocido el resultado de las votaciones, que dejaron a Gustavo Petro Urrego, candidato de la coalición de izquierda Polo Democrático Alternativo (PDA), en el cuarto lugar, el sector oportunista de esta organización propuso la elaboración de un acuerdo programático con el PV partiendo del principio de que un gobierno de Mockus sería preferible a uno de Santos7. El acuerdo fue rechazado por el PV aduciendo que sus acuerdos eran con los ciudadanos y no con partidos8. Dicho acuerdo estaba sustentado en la coincidencia que había entre las consignas de los verdes y el programa de la izquierda. El rechazo del acuerdo fue una prueba irrefutable del carácter demagógico del programa del PV y de los intereses políticos de Enrique Peñalosa que habría visto afectadas sus aspiraciones a una segunda Alcaldía de Bogotá si las propuestas del PDA llegaban a ser aceptadas.
Mockus no rechaza los acuerdos de libre comercio ni la presencia militar norteamericana en Colombia. En lo que concierne a los intereses de los trabajadores, campesinos, desplazados y estudiantes de Colombia no existen diferencias radicales entre los dos candidatos a la Presidencia. Las bases del PV sostienen que con su candidato se acabarían la corrupción, el clientelismo y otras prácticas tradicionales de la oligarquía. Su argumento es que Mockus nunca ha robado y su equipo de gobierno estaría conformado por importantes intelectuales del país. Esta propuesta, más aristocrática que democrática, se cae por su propio peso al reconocer la “ilegalidad” como el problema fundamental del país, cuando lo cierto es que esta no es más que uno de los tantos síntomas que presenta el desarrollo del capitalismo en un país atrasado y sometido al control del imperialismo.
Ante el rechazo del PV el Comité Ejecutivo Nacional del PDA determinó promover la abstención entre sus militantes9. Decisión que debió haberse tomado al conocer el resultado de las elecciones acompañada de las respectivas denuncias sobre fraude en los pasados comicios y no haber caído en el acto de oportunismo que fue la carta enviada a los verdes. Sin embargo, este no es el único error cometido por el PDA. Si bien la votación obtenida por Petro fue importante (1.329.512 votos – 9.1%) corresponde aproximadamente a la mitad de votos que obtuvo hace cuatro años Carlos Gaviria Díaz (2.609.412 votos – 22%). Haciendo a un lado los debates sobre la consulta interna del PDA para elegir candidato a la presidencia el error más grave fue abandonar el trabajo de base.
En palabras de Carlos Gaviria este basó su programa “en la pedagogía”. En nuestros términos: trabajo de base. Si bien aquel era un programa reformista, contenía puntos de interés para los trabajadores, campesinos y estudiantes de Colombia. Este trabajo paciente trajo resultados positivos que fueron desaprovechados ya que conocido el resultado, se abandonó el trabajo de base. Si bien el ala reformista del PDA logró editar durante un año el períodico POLO, este dejó de editarse por razones económicas y la comisión administrativa y financiera de la colectividad decidió suspender su publicación. Meses después, su director, Antonio Morales se uniría al Partido Verde a pesar de que dos años atrás había acusado a Enrique Peñalosa de contratar un experto en propaganda negra10. Si bien se continúa con el portal de Internet se olvida que no todos los colombianos tienen acceso a este medio y que un periódico para un partido es más que un órgano de propaganda: es el espacio de diálogo con las masas.
Mientras tanto, los medios masivos se dedicaron a desacreditar al PDA y a inmiscuirse en sus asuntos internos a tal punto que llegaron a ejercer una fuerte influencia alrededor del II Congreso de este partido11. Sin embargo, en ningún momento se contrarrestaron estos ataques mediáticos con trabajo de base. Peor que cometer un error es insistir en él.
Hay pocas posibilidades de que Juan Manuel Santos pierda en segunda vuelta. Aparte de los métodos ya mencionados, este fin de semana, en medio de un partido de la Copa Mundial de Fútbol, Álvaro Uribe anunció el rescate del general de Policía Luis Mendieta y del mayor Enrique Murillo, prisioneros de guerra de las FARC-EP12. Hasta el martes 14 en la mañana la televisión y la radio dieron un gran despliegue a las declaraciones de los militares sobre los éxitos del operativo yuxtapuestas a los testimonios de los militares rescatados y sus familias. Ciertamente un importante empujón mediático de Uribe para su candidato cuyos resultados se verán en el debate televisivo del martes por la noche.
Pero como se ha dicho en otras ocasiones no son las elecciones de la democracia burguesa las que llevan al proletariado a la conquista del poder sino su formación en las ideas correctas y su organización alrededor de un partido revolucionario. El programa del PDA resultó insuficiente ante la batería demagógica de Juan Manuel Santos. Es urgente dotar al Polo Democrático Alternativo de un programa socialista que, a su vez, sea debatido con las masas. Para que esto sea posible es fundamental la formación de cuadros dotados de las mejores herramientas teóricas y en permanente diálogo con los trabajadores.
El 21 de junio el Partido Verde se olvidará de sus bases para repartir las candidaturas a alcaldías y gobernaciones, comicios que habrían de realizarse en octubre del presente año. No volverán a ellas hasta que empiecen las campañas. Es difícil que en los próximos meses los trabajadores y estudiantes que votaron por el PV sigan aceptando como respuesta a sus inquietudes y necesidades consignas hueras que se repiten como dogmas al modo de las sectas evangélicas norteamericanas. El PDA debe estar preparado para proveer de respuestas y verdaderas alternativas a millones de colombianos que se verán condenados en los próximos cuatro años al desempleo, la falta de vivienda, salud y educación, a la vez que su justa protesta será reprimida por los agentes legales e ilegales de la seguridad democrática.
Hoy más que nunca se hace válidas y acertadas las palabras finales del Manifiesto del Partido Comunista: “Los proletarios, (...) no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar.
¡Proletarios de todos los Países, uníos!”
Federico León
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