sábado, enero 15, 2011

Cinco cubanos injustamente condenados


En la ciudad de Miami se colocó una valla pidiendo la libertad de cinco prisioneros condenados injustamente. La ira logró derribarla.
La campaña mundial a favor de la libertad de Cinco cubanos en Estados Unidos, condenados bajo cargos de espionaje, es un propósito que responde a valores universales.
Durante centurias, las sociedades han procurado que los condenados por delitos diversos, respondan a cargos verídicos, basados en acciones cometidas en contra del conglomerado social. También desde hace muchos siglos, quizás desde el comienzo de la historia, muchas personas sancionadas han sido el resultado de los intereses de algún grupo o ente individual que, por motivos diversos, han deseado eliminar a un individuo para satisfacer ocultos propósitos.
Este es el caso de los cinco prisioneros cubanos en cárceles estadounidenses.
Se ha dicho muchas veces y quienes creemos en la justicia, desligada de posiciones ideológicas, seguiremos denunciándolo, que estas cinco personas, agentes del gobierno cubano, fueron enviados a la ciudad de Miami para detectar acciones terroristas que, por décadas se han planeado desde territorio estadounidense, específicamente desde la Florida.
De acuerdo al lenguaje jurídico estadounidense, un espía es quien recoge datos sensibles del Estado y lo pone en conocimiento de un tercer país. También puede serlo si recoge datos sensibles de una industria para información de otra.
Este tipo de actividades no eran las que realizaban los cinco agentes cubanos. Sus funciones eran las de denunciar el terrorismo incubado desde la Florida, con el propósito de desestabilizar al Estado cubano.
Cuando los cinco agentes fueron enviados a la Florida habían vuelto a incrementarse las conspiraciones de los grupos fanáticos de origen cubano. Tanto era así que en 1994 un señor llamado Humberto Eladio Real desembarcó en compañía de otros en Cárdenas, provincia de Matanzas, asesinando a un ciudadano para robarle su auto. En ese mismo año desembarcaron otras dos personas por Caibarién, al norte de Las Villas. En 1997 muere en La Habana como consecuencia de una bomba el jovencito turista italiano Fabio Di Celmo.
La desaparición repentina del Bloque Soviético exasperó el espíritu de revancha del pequeño grupo de fanáticos que controlan la ciudad de Miami y que fueron peones y amanuenses de los planes agresivos de Estados Unidos contra las luchas sociales latinoamericanas desde los años sesenta hasta los ochenta. Actualmente, de forma más indirecta hacen lo mismo en relación a los gobiernos de la región que se han propuestos cambios sociales y políticos.
Desde aquel instante comenzó un incremento de las conspiraciones y los planes de actos agresivos y terroristas contra el Estado cubano.
Protegidos bajo el manto de salvar “balseros” surgió una organización llamada Hermanos al Rescate que pronto se dedicó a lanzar propaganda subversiva en suelo cubano. En varias oportunidades traspasaron la frontera aérea de Cuba, aprovechándose incluso de los momentos que habían celebraciones populares en las calles de La Habana. Dos de los aviones de esos aviones fueron derribados en aguas cubanas el 24 de Febrero de 1996.
Es fácil apreciar la concentración de esfuerzos que tuvieron lugar en Miami en los primeros años de la década de 1990, pensando que lo ocurrido en Rusia tendría semejante resultado en Cuba. La fragilidad de análisis para entender las problemáticas sociales y la insistencia de aplicar manidos razonamientos a las ocurrencias económicas y políticas, no les permitió comprender que se trataban de procesos conducidos de maneras diferentes, aunque orientados a un fin supuestamente similar.
A pesar de que en esos tiempos los organismos de inteligencia estadounidense no tenían la participación directa e incluso de dirección, en las agresiones, como había sido en épocas anteriores, continuaron buscando información a través de elementos en Cuba que tampoco entienden o no quieren entender, la problemática del proceso revolucionario. Sobre todo no se interesan por poner sobre sus pies las relaciones tensas que la política de dominación de Washington ha creado durante los cincuenta años de existencia de ese proceso.
La respuesta cubana ha sido defensiva. De ahí que cuando surgieron las agresiones nuevamente, se interesaron en acopiar información que evitase asesinatos como el ocurrido en Cárdenas en 1994 y los que se cometieron en las épocas más grises de esas agresiones, cuando aún eran avaladas y muchas veces dirigidas por los organismos de inteligencia estadounidenses.
La condena de los cinco respondió a la actividad que en prevención de los hechos mencionados habían estado realizando.
Por arte de magia convirtieron el caso de estos cinco cubanos, en un acto de espionaje. No habían trabajado para buscar información de Estado de Estados Unidos sino dentro de los grupos de fanáticos, que inclusive contravenían las leyes de ese país.
En la campaña porque se haga justicia y sean puestos en libertad esas cinco personas, condenadas injustamente y a través de un juicio politizado, una organización de Miami llamada Alianza Martiana, decidió colocar una valla con sus fotografías en una de las avenidas de la ciudad.
Lo más parecido a la violencia incubada en la sociedad estadounidense, por dos siglos de un enfoque mesiánico de su historia, es la intolerancia del pequeño grupo de cubanos que también posee una visión distorsionada de la realidad cubana y de lo que debieran ser las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
La valla causó estupor entre las filas de ese grupo. Son pocos, pero dominan la ciudad y poseen muchos de los negocios que subvencionan a la prensa, la radio y la televisión por donde lanzan sus consignas.
La verdad los aterra. Pensar que el castillo donde han vivido se derrumbó hace tiempo es intolerable para ellos y mucho más verlo con sus propios ojos. La valla fue la fotografía que les permitió ver las ruinas de sus falsas ilusiones. El poder que aun mantienen logró convencer a los negociantes publicitarios dueños de la misma, para que suspendieran el anuncio pidiendo justicia.
Esta es una breve historia de lo sucedido con una de las miles de gestiones que en la ciudad de Miami realizan personas que nos sentimos comprometidos con la justicia.
La verdad duele, la desesperación ahoga y la derrota a veces mata. La reacción contra esa valla es el vivo reflejo de la intolerancia y dice mucho de las personas que no resisten debatir las realidades en buena lid, con garantías y dentro de la neutralidad requerida para debates de esa naturaleza.

Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en los EEUU y subdirector de Radio Miami (www.radio-miami.com)

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