sábado, agosto 09, 2014

Argentina: Crisis de deuda y recesión



“Hoy es 31 de julio y el mundo sigue andando, igual que la Argentina” dijo Cristina Kirchner para dar tranquilidad, cuando la crisis de la deuda daba un salto con el default (no pago) parcial. A pesar del mensaje tranquilizador, la recesión es resultado del ajuste gubernamental con devaluación, tarifazos, techo salarial, suba de tasas de interés y restricciones a las importaciones, que golpeando sobre la clase trabajadora deprimió la economía, así como una “herencia” de años de abundancia de divisas despilfarradas en pago de la deuda, giros de utilidades de las multinacionales, fuga de capitales y saqueo energético.

El oficialismo niega el default porque depositó los fondos para cumplir con los bonistas que entraron en los canjes de 2005 y 2010, sabiendo que serían bloqueados por el fallo de Griesa. A esta situación cayó por aceptar la jurisdicción de EE.UU., algo que hicieron en esos canjes Néstor Kirchner, Roberto Lavagna y Amado Boudou. Esa renegociación tuvo poco de soberana, como presume el oficialismo.
Ahora busca patear una resolución hasta enero cuando vence la cláusula RUFO, que impide ofrecer a los buitres más beneficios que los ya muy generosos otorgados en los canjes previos. Mientras Griesa liberó parcialmente los fondos bloqueados, Kicillof embistió contra el Banco de Nueva York y el Citibank (agentes de pago de la deuda argentina) para que liberen el resto, desoyendo al juez. Busca ganar tiempo e impedir la “aceleración”, un mecanismo que permitiría a los acreedores defaulteados exigir la cancelación total de la deuda si reúnen el 25% de los votos de los bonistas.
Aunque el no pago es parcial porque comprende sólo la parte de la deuda que está bajo legislación de EE.UU. (hay otra parte bajo jurisdicción europea, argentina o de otros países) el capital financiero sanciona con mayor costo de endeudamiento (una tasa de interés más alta) al gobierno y a las empresas. YPF está sufriendo las consecuencias. Argentina quedó en gran medida desconectada del mercado financiero por la persistencia de los diferendos con los fondos buitre. Pero justamente el gobierno respondió a las exigencias del capital financiero imperialista cerrando los frentes de disputa con el Ciadi, Repsol y el Club de París, para volver a endeudarse a bajo costo y moderar los efectos de la escasez de dólares, que actúa como un freno sobre la economía por las limitaciones para traer insumos importados, comprar hidrocarburos en el exterior para moderar los efectos de la crisis energética y sostener los pagos de deuda externa. Es poco creíble que las inversiones chinas suplantarán a los “mercados”. Incluso una calificadora estatal china puso la deuda argentina en default. Las inversiones asiáticas, que llevarán tiempo y reafirmarán el carácter primarizado de la economía, también están en cuestión. El plan de endeudarse para obtener dólares que reactiven la economía se suspendió y está cada vez más lejos de concretarse.

La banca a la salvación de la patria

La banca nacional jugó por un momento a salvadora de la patria, pero las ganancias que reportaría comprarle a los buitres los bonos no fueron suficientes. Incluso, habrían hecho una oferta a la altura de su escasa relevancia a nivel mundial, que los buitres consideraron miserable. Los enviados de la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA) volvieron de Nueva York de capa caída. Los bancos locales tienen $73 mil millones en bonos argentinos. Con esa operación querían salvar sus propios negocios usando el dinero del SEDESA, un fondo que se arma con la plata de los depósitos. Ese dinero no es de los bancos sino de los depositantes. Kicillof los fustigó públicamente como si fuera novedad que los bancos hacen ganancias con dinero ajeno. Esa salida habría sido empujada por un sector del gabinete (Fábrega-Capitanich-Zannini), evidenciando las internas dentro del gobierno y el desconcierto frente a la crisis. Ahora la salvación de la patria quedó en manos de la J.P. Morgan, el Citibank, HSBC y el Deutsche Bank. Estos bancos tienen una enorme cantidad de bonos argentinos que se desvalorizan con el default parcial. Un arreglo con los buitres les permitiría revalorizar sus negocios y reposicionarse como comisionistas de Argentina ante los “mercados”. Pero la encrucijada en que quedó el gobierno con el fallo de Griesa hace muy difícil que la operación se concrete porque no hay garantías para que los bancos cobren en enero.

Solidaridad imperialista

Economistas “prestigiosos”, diarios financieros del mundo y el propio FMI, aún despotricando varios de ellos contra el “populismo” kirchnerista, se pronunciaron a favor de Argentina denigrando el fallo de Griesa. El juez puso en crisis no sólo a nuestro país, sino a las futuras reestructuraciones de deuda favoreciendo a los “halcones” del capital financiero, los buitres que juegan más al extremo. Argentina es un caso en un contexto de crisis mundial que tiene a muchos países fuertemente endeudados. Hay una puja entre sectores de las finanzas y plazas financieras que compiten entre sí. Por eso la crisis de la deuda, aunque evidencia ostensiblemente la dominación imperialista sobre el país, desnudando quiénes son los especuladores que tienen bonos, quiénes los comisionistas y la cesión de soberanía, despierta solidaridad de los “amigos imperialistas”. Lo que rechaza un sector de las finanzas es que una minoría pueda jaquear a una mayoría que acepta renegociar cuando hay default. El gobierno utiliza esos apoyos, los de Unasur y los Brics, para alcanzar un acuerdo en mejores condiciones. Son apoyos simbólicos que no apuntan a un repudio de la deuda ni a un enfrentamiento con el capital financiero internacional, con el cual el gobierno más tarde o más temprano se llegará a un acuerdo.

Una oportunidad para atacar a la clase obrera

Mientras la burguesía nacional e internacional debate la mejor forma de arreglar con los extorsionadores, en la industria se extienden la reducción de horas, las suspensiones, los retiros voluntarios y despidos. El índice de obreros ocupados de la industria cayó 2% en el segundo trimestre respecto a 2013. En la construcción y el comercio también avanzan los despidos. Es un “goteo” cada vez más intenso. Mientras, los techos salariales, la inflación y los tarifazos se van comiendo el poder adquisitivo del salario.
Desde el establishment y los medios de comunicación opositores se multiplicaron los pronósticos económicos desalentadores. La Unión Industrial Argentina consideró que no llegarán inversiones. Hacen “terrorismo mediático” para atemorizar al pueblo trabajador con que “nos caemos del mundo”, y hacer pasar los despidos y los ataques a las conquistas obreras. También pujan en favor de un arreglo rápido con los buitres.
Jorge Capitanitch, ya dijo que no habrá cambios en el impuesto al salario y que no se reabrirán las paritarias. En cada conflicto por despidos se ve cómo los ministerios juegan para las patronales. La crisis de la deuda es utilizada por el gobierno, la oposición y los empresarios para postergar cualquier reclamo y atacar las condiciones de vida del pueblo trabajador. En el frente burgués hay acuerdo en el ajuste y en una transición más o menos ordenada hacia el recambio presidencial, también en llegar a un acuerdo con el capital financiero, pero lucen matices acerca de cuánto ceder a los buitres. Luchar porque la crisis la paguen los capitalistas e imponer el no pago de la deuda son tareas que recaen íntegramente en la clase obrera.

Pablo Anino

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