Silvio Rodríguez ha publicado en su blog Segunda cita un estremecedor llamado que duele y como él dice, averguenza, el corazón de un revolucionario.
Denuncia Silvio que razones burocráticas ponen el peligro el funcionamiento de los Estudios Abdala, un proyecto que él y Fidel impulsaron para dotar a Cuba de la más avanzada tecnología en materia de grabaciones musicales y que implicó además el aporte de Chucho Valdés e Irakere, Luis Eduardo Aute, Chico Buarque D’Hollanda, Fito Páez y el Grupo Diákara.
Antes de reproducir aquí lo escrito por el autor de Ojalá, como los malinformadores de siempre ya están mintiendo, poniéndolo como propietario de unos estudios que contribuyó a construir altruistamente con los ingresos de su trabajo pero de los que no es dueño, y enfrentando a Silvio, no a la indolencia atrincherada en la insensibilidad de los burócratas, sino al gobierno cubano, quiero dar testimonio de su afán colaborativo y desinteresado con las instituciones en bien de su pueblo y la cultura de su país.
Trabajando yo en el Insituto Cubano del Libro (ICL), recibí una solicitud de Silvio para sostener una reunión de trabajo en la sede del ICL. Minutos antes de la hora acordada se desató un temporal que inundó buena parte de La Habana, Silvio llamó desde el vehículo para decir que estaba en la Avenida del Puerto, a unos cien metros del Palacio del Segundo Cabo, sede entonces del ICL, y acordamos esperaría a que escampara.
Pero al poco rato apareció absolutamente empapado, al extremo que hubo que facilitarle un pulóver para que se cambiara. Traía protegido bajo la ropa un bellísimo libro de boleros que le habían regalado en República Dominicana con la idea de hacer un proyecto similar en Cuba. En la conversación Silvio fue entusiasmándose y el libro creció y creció alimentado por su bondad hasta transformarse en una compilación de la canción en Cuba para la que aportó los nombres del editor, el diseñador y los investigadores para redactar los capítulos correspondientes a los distintos períodos. Planteó que Ojalá -o sea, él- financiaría la impresión de lujo que requería el libro y pagaría el trabajo editorial y el de los investigadores, lo coeditaría junto con una editorial del ICL y se entregarían ejemplares para cada biblioteca pública y escuela de música del país.
Yo, abrumado, le pregunté: “Silvio, tú tienes los recursos financieros para hacer el libro, tienes la idea, Ojalá tiene un sello editorial y nadie posee mayor poder de convocatoria para atraer a las personas que deben participar, ¿para qué vienes a verme?”, y el respondió como una flecha: “Porque yo quiero hacerlo con la institución”.
Tiempo después, a raíz de uno de los conciertos que hace por los barrios más humildes de Cuba, lo volví a ver empapado, cantando para el pueblo, y le recordé aquella ocasión. Él me habló con el mismo entusiasmo: “No vas a creer cuando veas como está quedando el libro…”
Creo muchos debemos aprender de su voluntad de hacer y aportar a cambio de nada, la misma que le lleva de barrio en barrio, ilumina lecturas siempre inquietantes desde Segunda cita y lo hace irritarse cuando las cosas no marchan como debe ser. Y por eso, merece ser difundido, escuchado y atendido con el máximo de los respetos.
Abdala de nuevo sin corriente
Los estudios Abdala en estos momentos están sin electricidad. Segunda vez en unos pocos meses.
La Empresa Eléctrica ha decidido suspenderle el servicio por falta de pago.
Abdala no puede pagar porque desde hace ocho meses está en proceso de traslado al Ministerio de Cultura, trámite que no acaba de concretarse por razones ignotas.
Hace unos días un viceministro de cultura dijo que no puede pagar la deuda eléctrica de Abdala porque las empresas deben pagar sus propias deudas.
Los estudios estaban funcionando y han tenido que parar. A partir del próximo lunes hay contratos para servicios que pueden reportarle a nuestro país unos cuantos miles. Abdala no podrá aportarlos por esta situación. Tampoco podrá pagar sus deudas y, por supuesto, seguirá deteriorándose como empresa.
Parece “un plan del enemigo”, pero no es la CIA.
Abdala, que fue un proyecto aprobado y supervisado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, agoniza con la complacencia de muchos funcionarios que conocen su situación y no hacen nada.
Algunos de estos funcionarios de Cultura nunca perdonaron la existencia de Abdala. En vez de ver a estos estudios como un aporte a la Cultura, sintieron que se hacían para poner en evidencia su incompetencia. Los que piensan así no son músicos, y si alguno lo fue dejó de razonar como tal.
Llevo mucho tocando puertas que no se abren y hablando a oídos que no escuchan. No crean que no siento vergüenza de confesar esto públicamente. Pero más vergüenza me va a dar cuando vea los estudios en ruinas.
Comentario publicado en la misma entrada el 23 de agosto de 2014, 12:57: Últimas noticia sobre Abdala
La dirección de los Estudios ha tratado de ponerse en contacto reiteradamente con el encargado de la Oficina del Historiador, lugar al que Abdala pertenece todavía, pero no le responden.
Al menos dos viceministros de Cultura también han sido llamados por teléfono y tampoco contestan.
Abdala se encuentra funcionando con la planta eléctrica. Los 200 litros de combustible para echarla a andar los puso de su bolsillo el saxofonista César López (contribuyente original a Abdala, cuando estaba en Irakere).
En estos momentos Elíades Ochoa está ensayando para grabar el lunes con las personas que vienen del exterior (si la planta eléctrica aguanta).
Iroel Sánchez
La pupila Insomne
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