viernes, agosto 08, 2014

Gaza: un mes de operaciones criminales



La operación “Barrera Protectora” ya supera en su envergadura criminal a la precedente “Plomo Fundido”, de 2009, y parece entrar en un momento de definiciones.

A un mes del comienzo de la operación “Barrera Protectora”, el gobierno sionista anunció una retirada gradual de las tropas desplegadas en Gaza. Netanyahu anunció que sus objetivos están casi cumplidos y decidió enviar emisarios a una reunión diplomática en El Cairo. Se ha establecido “zona colchón” de tres kilómetros hacia el interior de Gaza, que (…) implica arrebatarles a los gazatíes el 44% de su territorio (La Nación, 1/8).
La ofensiva aérea, marítima y terrestre sobre la Franja de Gaza mató a más de 1.800 palestinos y dejó más de 9.000 heridos y cientos de miles de desplazados internos (hacinados en refugios que también fueron bombardeados). Dos tercios de los muertos y los heridos son civiles, entre ellos chicos y ancianos. Israel intensificó el arrasamiento económico de Gaza: destruyó la única planta eléctrica de la Franja, la que “no podrá generar energía eléctrica durante al menos un año” (El País, 29/7) y afectará el suministro de agua potable.
Bombardeó también importantes fábricas. Los campesinos han perdido su ganado. Las exportaciones e importaciones están sujetas al bloqueo. De acuerdo con fuentes palestinas, las pérdidas se cuentan en 3 mil millones de dólares -el doble del PBI (Maan, 22/7).

Fascismo

En su ataque contra Hamas y Gaza, Netanyahu goza del apoyo de los gobiernos árabes de Jordania, Emiratos Arabes, Arabia Saudita y Egipto. La dictadura militar de Al Sisi destruyó túneles a la par de las tropas sionistas (Electronic Intifada, 29/7). El eje Hezbollah-Irán, por su parte, no ha dado ningún apoyo a la resistencia. Hezbollah tiene a sus milicias empantanadas en la defensa del gobierno de Siria.
Un autor israelí se interroga: “aunque eliminen a todos y cada uno de los combatientes de Hamas, ¿de verdad, alguien cree que la aspiración de los palestinos a la independencia nacional va a desaparecer con ellos?” (El País, 29/7). El sionismo, sin embargo, ha venido ejecutando un plan de expulsión sistemática de la población árabe del territorio histórico de Palestina; esto ocurre ahora, incluso, con la zona tapón que se ha creado en Gaza. Este objetivo, históricamente emparentado con el fascismo, solamente podría llevarse a término en el marco de una situación contrarrevolucionaria mundial. En oposición a esto, la resistencia armada nacional tiene una posibilidad de desarrollo muy amplia si se amplía a Cisjordania, a la enorme población palestina en Jordania y a la resistencia popular a la dictadura de Egipto.

¿Misión cumplida?

Pese a esta gigantesca destrucción del territorio, Israel no ha cumplido la totalidad de sus propósitos militares. No ha logrado desarmar a Hamas y a la resistencia ni ha podido abatir a los principales referentes de sus organizaciones. Lo que ha conseguido es disminuir el poder de fuego de ellas y la destrucción de los túneles fronterizos.
Una anexión de Gaza parece haber sido abortada por el temor a una larga campaña militar. Al adentrarse en los núcleos más poblados, el sionismo sufrió una progresión de bajas. “La guerra en Gaza nos ha agotado y ahora tenemos que encontrar una manera de detenerla” (Página/12, 31/7), habría expresado Netanyahu. El diario Haaretz (3/8) advirtió acerca de las “batallas agotadoras en los callejones de Shujaiyeh o Rafah”, el “alto precio en vidas de soldados (y) la alteración de la vida cotidiana en la mayor parte de Israel”.
Simultáneamente, han crecido las movilizaciones en Cisjordania y el este de Jerusalém a pesar del boicot de la Autoridad Palestina: el 27 de julio, 45.000 palestinos se concentraron en los alrededores de la Explanada de las Mezquitas (este de Jerusalén) en apoyo a Hamas. La activa solidaridad en Cisjordania (recolección de agua, donaciones de sangre y dinero) contrasta con las operaciones anteriores, cuando la zona había permanecido en relativa calma. En este cuadro, Simon Peres ha dicho que “la mejor jugada sería entregarle Gaza de nuevo a Abbas” (ídem, 31/7).
El límite insalvable de la invasión sionista ha quedado de manifiesto en la recepción que ha tenido el planteo de Hamas de que un cese del fuego debe ser incondicional y acompañado de la apertura de los pasos fronterizos y de que se liberen a los palestinos que volvieron a ser detenidos a partir de la agresión. Sobre esta propuesta se ha abalanzado un sector de la diplomacia imperialista, que condiciona la aceptación de esta salida a un control internacional de las fronteras y al retorno de Gaza a la jurisdicción de la Autoridad Palestina de Abbas. Para Israel, el planteo es inaceptable, ya que nunca aceptó resignar el control del espacio gazatí, y lo fuerza, además, a dar marcha atrás en su rechazo a la formación de un gobierno de unidad nacional AP-Hamas, bajo la dirección de la facción de Ahmoud Abbas. Sin embargo, después de la masacre del último mes, la fórmula de la unidad nacional ha quedado agotada ante el colaboracionismo de Abbas con el bombardeo sionista.
La resistencia armada contra la masacre ha obtenido, a partir de esto, un triunfo político, que seguramente habrá de malversar a partir de las negociaciones que seguramente encabezará la diplomacia norteamericana.

Gustavo Montenegro

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