martes, diciembre 02, 2014

Legalización de las drogas para acabar con el narcotráfico



A propósito de la extensión del narcotráfico en nuestro país y la virulencia que cobró en la provincia de Santa Fe, desde La Izquierda Diario venimos reflejando denuncias a las complicidades estatales con este enorme negocio capitalista, que implica cientos de muertes –sobre todo jóvenes- por año. En cada oportunidad, nos llegan comentarios de lectores preguntando ¿qué solución hay? Aquí intentamos dar algunas respuestas a los sentidos comunes que hay alrededor de la ilegalidad de las drogas y cómo su legalización sería el principal camino para acabar con el narco.

1. ¿Qué diferencia hay entre “despenalizar” y “legalizar” las drogas?
La “despenalización” de las drogas implica que las personas no vayan presas por tenencia para consumo personal. En varios países se despenalizaron las drogas. Por ejemplo en Portugal se puede portar en el bolsillo un gramo de heroína, un gramo de éxtasis, dos gramos de cocaína, 25 gramos de hojas de marihuana o cinco gramos de hachís.
La política de “legalización” de las drogas también plantea despenalizar el consumo: cada cuál es libre de llevar su vida como desee sin que el Estado tenga que regularla. Además, legalizar el consumo apunta a cortar con una de las principales excusas con la que cuenta la policía para la criminalización de la juventud. Pero la “legalización” va más allá: apunta a la legalización de toda la producción, distribución y comercialización de las drogas. De esta manera es una política para terminar con el gran negocio del narcotráfico que se basa en la ilegalidad de las drogas para hacer ganancias extraordinarias. La ilegalidad, además, lleva a que sea un gran negocio capitalista extremadamente violento donde toda disputa por un mercado lleva a guerras entre bandas y asesinatos.
2. ¿Por qué la legalización de las drogas serviría para combatir el narcotráfico?
Porque sin drogas ilegales no hay narcotráfico. Según los datos más conservadores de la ONU, el narcotráfico genera ganancias de alrededor de 500 mil millones al año, lo que equivale al 8% del comercio mundial. Estas ganancias extraordinarias se basan en la ilegalidad de la producción y comercialización de las drogas. Si a esto se suman las ganancias obtenidas por el tráfico de armas, de personas y de blancas, estamos hablando de un negocio capitalista que obtiene 800 mil millones al año y que está concentrado en manos de tan solo en 11 grupos económicos ilegales (las llamadas mafias o carteles) a nivel mundial.
Pero no se trata solo de mafias y carteles: para que funcione el narco, debe lavarse el dinero ilegal, convirtiéndolo “mágicamente” en dinero legal. Para ello colaboran los capitalistas “legales”, empezando por los 65 paraísos fiscales que existen a nivel mundial, incluyendo el Vaticano.
La “ilegalidad” de las drogas es un fenomenal negocio que enriquece a mafias, carteles, bancos y capitalistas encargados del lavado de dinero a nivel mundial.
Como las drogas son ilegales, todo el negocio se sostiene con ejércitos de personas armadas que lo protegen, incluyendo miembros de las policías y fuerzas militares, que asesinan testigos, competidores, etc., para sostener ganancias millonarias. Si las drogas se vendieran en comercios legales, sometidas a las mismas regulaciones que cualquier mercado legal, se acabarían los bunkers, porque sencillamente nadie iría a exponer su vida si puede comprar drogas en un comercio legal.
3. ¿No sería mejor mantener las drogas ilegales y mejorar las fuerzas de seguridad (policía, gendarmería, ejército) para que combatan al narcotráfico?
Esto no es posible. En nuestro país y en todos los países donde el narcotráfico tiene un peso importante, diariamente se demuestra que es la propia policía la que organiza el narco, así como todo el gran delito.
La política de “guerra contra el narco” promovida por EEUU argumenta que aumentando los presupuestos y efectivos de las fuerzas de seguridad (policía, gendarmería, ejército), mejorando su armamento y entrenamiento y extendiendo su presencia “ocupando el territorio” (militarización), se puede combatir el narco. Esta es la política que se aplicó en México y en Colombia, donde el narcotráfico no solo creció sino que está organizado por todos los niveles del Estado. Esta política comienza a tener expresión en Argentina, por ejemplo con la militarización de Rosario organizada en conjunto por el gobierno nacional y provincial.
En realidad, esta política de “guerra contra el narco” no detuvo el crecimiento del narcotráfico en ningún país donde se aplicó. Al contrario, se incrementaron las muertes violentas. Desde que el ex presidente mexicano Felipe Calderón lanzó la “guerra contra el narco” en su país en 2006 se calculan en 70.000 las personas asesinadas. En el mismo periodo de tiempo, México superó por más del doble a la cantidad de desaparecidos y asesinados por la dictadura videlista en Argentina.
La “guerra contra el narco” no atacó al narcotráfico sino que convirtió al Estado en un Estado Narco y fortaleció el poder represivo de la policía y el Ejército contra la población civil como demuestra el brutal caso de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa. La “guerra contra el narco” no es una guerra contra el narco, sino una guerra contra los trabajadores y la juventud trabajadora y estudiantil, mientras el Estado organiza el conjunto del narcotráfico.
4. Pero si legalizamos las drogas, ¿no estaríamos dando rienda suelta a que se consuman sustancias muy adictivas?
En realidad, las drogas actualmente ilegales no llevan necesariamente a la adicción y son menos adictivas de lo que la mayoría considera. Según datos de la ONU, consumen alguna droga ilícita entre el 3,5% y el 7% de la población mundial de entre 15 y 64 años. Pero los niveles de adicción son mucho menores: entre el 0,3% y el 0,8% de la población mundial de entre 15 y 64 años sufre adicciones o trastornos en el consumo de drogas ilegales.
Esto equivale a decir que solo 12 de cada 100 consumidores de drogas ilícitas se vuelve adicto. Lo que significa que el 88% de los que consumen drogas ilícitas lo hacen sin desarrollar una adicción a las mismas.
La ilegalidad de las drogas en realidad es un obstáculo para tratar las adicciones correctamente. Los consumidores, al estar criminalizados por ello, solo buscan ayuda en casos excepcionales. En cambio, si el consumo de drogas se legaliza hay menos obstáculos para que quienes desarrollan una adicción busquen ayuda médica. En Portugal, luego de la despenalización de todas las drogas, se duplicó la cantidad de solicitudes de tratamiento médico por adicciones.
5. Si legalizamos las drogas ¿no estaríamos legalizando sustancias que provocan muchas muertes por adicción?
En realidad, varias drogas legales causan más muertes que las ilegales. Por cada UNA persona que muere por adicción a drogas ilícitas, hay 37 que mueren por consumir alcohol o tabaco, que son legales.
Según la información de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) cada año mueren 200.000 personas en todo el mundo como consecuencia del consumo de drogas ilegales, en cambio, por alcohol mueren 2,3 millones y 5,1 millones por consumo de tabaco.
Además, la ilegalidad de las drogas habilita que se produzcan drogas de calidad para las minorías más enriquecidas, mientras las mayorías trabajadoras y pobres consumen drogas de baja calidad rebajadas con productos tóxicos. La legalización permitiría controlar la calidad y brindar información científica acerca de los efectos sobre la salud, las dosis recomendadas, etc. También se podrían controlar los precios de manera tal de promover el consumo de las drogas inofensivas como la marihuana y erradicar las drogas dañinas.
6. ¿Legalizar las drogas aumentaría la cantidad de consumidores y adictos?
No. En EEUU el alcohol estuvo prohibido durante años. Cuando se levantó la prohibición no aumentó el alcoholismo, solo se eliminó el mercado negro que manejaba la mafia.
Portugal ocupaba uno de los primeros lugares de uso de drogas en Europa, pero desde que despenalizaron el consumo de todas las drogas en 2001 bajó el nivel de consumo y adicción. Según los resultados arrojados por el Instituto Cato (Instituto de Discusión de Políticas Públicas) desde 2001 a 2006, las tasas de uso de drogas ilegales en jóvenes del séptimo hasta el noveno grado escolar cayeron de 14 a 10%, y por consecuencia su uso en adolescentes mayores también cayó. Las infecciones de VIH por usuarios de drogas inyectables bajó 17% y las muertes por uso de heroína se redujeron en más de la mitad. La legalización de las drogas debe ir acompañada de políticas de salud integrales, donde haya centros de rehabilitación de calidad y gratuitos.
7. ¿Pero no sería suficiente solo con despenalizar el consumo de drogas? ¿Por qué hace falta legalizarlas?
La despenalización del consumo de drogas, aunque sea solo de la marihuana, es un paso elemental, para evitar que el consumidor sea criminalizado por las mismas policías que organizan el negocio del narco. Pero no es suficiente. El caso de Portugal lo demuestra. Aún con la despenalización, Portugal es uno de los “puntos calientes” del narcotráfico en Europa, y puerta de ingreso al continente de la cocaína producida en América del Sur y el hachís producido en Marruecos. La legalización es superior a la despenalización porque garantiza los mismos derechos al consumidor individual que garantiza la despenalización (e incluso algunos más, como la posibilidad de controlar la calidad de las drogas), pero además apunta a desarticular las mafias estatales y para-estatales que controlan el gran negocio del narcotráfico, y sus consecuencias de muertes violentas.

Cecilia Rodríguez

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