viernes, agosto 05, 2016

De la resistencia a la cooptación



A 35 años de Teatro Abierto.

El 28 de julio de 1981, 21 dramaturgos y otros tantos directores, con más de 200 actores, dieron a luz Teatro Abierto, un agrupamiento artístico de resistencia a la dictadura. La respuesta gubernamental no se hizo esperar: una semana después, la sala El Picadero (actualmente recuperada en el pasaje Discépolo), donde el ciclo iba a estrenarse, fue incendiada por un comando paramilitar. Ese atentado, sin embargo, potenció a Teatro Abierto, que se convirtió en un referente ineludible del movimiento democrático y en una semana ya era un hecho político de importancia. De ahí que Política Obrera, antecesora del Partido Obrero, contribuyera desde su prensa a difundir las actividades de aquel grupo.

De los sótanos a El Picadero

Luego de años de trabajar en los sótanos, clandestinamente, Carlos Somigliana, Eduardo Pavlovski, Tito Cossa, el recientemente fallecido Carlos Gorostiza y otros dramaturgos llevaron su teatro a la sala El Picadero, por entonces recién inaugurada.
Sin embargo, se sabe que la represión, según sea la situación política, suele tener resultados contrarios a los que busca. La violencia brutal del ataque a Teatro Abierto dio a conocer al gran público el movimiento de resistencia artística que se cocía en los sótanos del país de las torturas y desapariciones. Decenas de salas se ofrecieron para el estreno de las obras (se hizo finalmente en el Tabarís, con el doble de capacidad que El Picadero) mientras reconocidos pintores donaban sus obras para que se pudieran recuperar los gastos.
La punta de lanza que fue Teatro Abierto se difundió rápidamente. Así surgieron Danza Abierta, Poesía Abierta (la impulsó Ernesto Sábato), Cine Abierto, Música Siempre y Tango Abierto, si bien no lograron extenderse al interior del país.

De la lucha a la “reflexión”

Las obras, breves y realistas, lograron una rápida aceptación del público, que convirtió a este movimiento en una tribuna de denuncia. El teatro retomaba así su condición política.
Aquel primer período de Teatro Abierto fue el más vital de todos. Luego llegarían la guerra de Malvinas, las salas a medio llenar y la “pausa de reflexión” a la que se llamó el grupo apenas llegados la restauración parlamentaria, la obediencia debida y el punto final.
No es posible hacer un balance de aquel movimiento, que sucumbió ante sus propias contradicciones, desde una mirada inocente: el Partido Comunista, la Juventud Peronista, el radicalismo y, en general, todas las corrientes democratizantes, se ocuparon de diluir la rebeldía artística de Teatro Abierto. Poco después, Gorostiza era designado secretario de Cultura del gobierno de Alfonsín, mientras Sábato -uno de los impulsores de Teatro Abierto- tomaba parte en la confección del “Nunca más”, para empezar a explorar el camino de la “reconciliación”. En otras palabras: la cooptación estatal funcionó a pleno. Después ya no hubo movidas teatrales parecidas. Por eso, retomar aquella experiencia en un nivel superior es tarea pendiente.

Maria Negro

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