“En 41 años, los organismos de seguridad cubanos conocieron y desmantelaron 634 complots homicidas contra Fidel Castro, en diferentes estadios de elaboración, sin contar los que pudieran no haber sido descubiertos, un record que ningún otro líder mundial ha alcanzado en la historia de la Humanidad”. De ellos, 60 estaban ejecutivamente dirigidos por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) y 10 contaban con participación del crimen organizado estadounidense”.
La información -rigurosamente verídica- ha sido aportada por el ex General de los servicios de inteligencia cubanos retirado en 1996 Fabián Escalante Font, en un artículo con su firma divulgado en al sitio CUBADEBATE con título de La obsesión yanqui por matar a Fidel. Escalante investigó a tal efecto los archivos de la Seguridad del Estado de Cuba, los procesos penales incoados a los autores y a los juzgados por los Tribunales, así como documentos diversos desclasificados en Estados Unidos.
Venenos sofisticados, dardos mortales, fusiles para cazar elefantes, armas modernísimas, y otros artilugios fueron diseñados, preparados, o utilizados, entre otros, por los frustrados asesinos para concretar tales macabros planes.
Pero, no sólo trataron de asesinar físicamente a Fidel Castro sino también moral e intelectualmente, afectar su imagen y desacreditar sus ideas. Para ello utilizaron, entre otros medios, polvos con drogas que afectaran sus sentidos, campañas mediáticas para denigrar su pensamiento y ejecutoria. Toda la creatividad y el poderío tecnológico y científico de la superpotencia fueron puestos a disposición de ese objetivo.
Películas, documentales, historietas infantiles, conferencias en Universidades de todas las latitudes, lanzamiento de cientos de falsos rumores sobre su muerte para promover inestabilidad, campañas radiales y televisivas, en fin, lo posible y lo imposible fue realizado con abultados presupuestos. Pero fracasaron una y otra vez; la imagen y el pensamiento del líder cubano se hicieron cada vez más fuertes en los pueblos de América Latina y el resto del tercer mundo.
“En estos días, a propósito de su desaparición física –dice el General Escalante– ha sido la personalidad, impronta y legado de Fidel Castro, la huella dejada en sus contemporáneos, el ejemplo de tenacidad, disciplina, valentía, solidaridad, optimismo y su visión de futuro lo que más se ha hecho resaltar al recordar los numerosos planes, complots y conspiraciones que urdió Washington durante más de medio siglo para asesinarlo”.
Son muchas las personas en todo el mundo que se preguntan el motivo de esta formidable obsesión criminal en un poderoso gobierno – la única superpotencia mundial actual- por eliminar, asesinar y sepultar las ideas de un hombre que, encabezando un pequeño país empeñado en ejercer su soberanía y alcanzar niveles superiores de vida para sus compatriotas, jamás le agredió.
Escalante considera que las razones para este odio visceral habría que buscarlas en la ejecutoria de la Revolución cubana a solo 90 millas y a que Washington no estaba preparado para ceder en un desafío que eventualmente podría conducir a la pérdida de América Latina como su patio trasero.
Durante años, el control de Cuba por Estados Unidos se ejerció con la complicidad de gobiernos corruptos en la Isla que mantenía aquel paraíso para sus inversiones y su ocio, mientras, según sus proyectos, la isla se convertía en al “Las Vegas del Caribe”.
El primer día de enero de 1959 se encontraron que en aquella apacible y hasta entonces bucólica Isla del Caribe, se había desencadenado, tras más de 25 meses de lucha armada en las sierras y llanos, una verdadera Revolución, que muy pronto transformaría el “status quo” existente, llevando a cabo un programa de transformaciones sociales, políticas y económicas sin precedentes en el continente americano.
El 6 de agosto de 1960 Fidel Castro proclamó al mundo, la nacionalización de todas las empresas norteamericanas y la finalización de sus operaciones en Cuba. En septiembre de ese año, aprovechando una visita del líder cubano a la ONU en Nueva York, la CIA contrató a la Mafia para asesinarlo. Comenzó así la cacería que se prolongaría infructuosamente por medio siglo. La Revolución continuaría profundizándose, meses después proclamó su carácter socialista… y la cacería continuó.
Sin embargo, fracasaron una y otra vez sus tramas criminales contra la vida del líder de la revolución cubana.
“No pudieron eliminarlo físicamente, murió cuando y como él quiso, después de una larga y provechosa vida al servicio de su pueblo y de la Humanidad. Fidel estará por siempre en nuestro corazón, nuestro pensamiento y nuestro actuar” -concluye el ex General Fabián Escalante.
Manuel E. Yepe
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