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miércoles, enero 11, 2017
El legado vivo de los indios sioux
La reserva india de Standing Rock, en Dakota del Norte y del Sur, es casi tan grande como Asturias pero sólo tiene 8.000 habitantes, un lugar que ha añadido un nuevo capítulo a la historia de la resistencia de la nación dakota o sioux. Una nación india que como la apache, sigue resistiendo por su dignidad tantas veces mancilladas.
No hay que decirlo, entre nosotros esta historia es conocida por nosotros por la gran pantalla, y en menor grado en una cierta bibliografía. Cuando hablamos de los sioux, de una manera u otro no estamos refiriendo a películas como Bailando con lobos (Dance with woives, USA, 1990) donde los mejor con mucho son los propios nativos, o entre los clásicos a Yuma (Run af the arrow, USA, 1957), obra de Samuel Fuller en la que Sara Montiel fue una valerosa “squaw”. Nos remite al trasfondo trágico de las aventuras de Buffalo Bill, o de las desventuras del general Custer, el emblemático protagonista de la Batalla de Little Big Horn. Este momento liberador tuvo lugar el 25 y 26 de junio de 1876, cerca del río Little Bighorn, territorio de Montana (Estados Unidos de América), siendo ésta una de las muchas batallas de la Guerra de Black Hills entre soldados del 7.º de Caballería…1/
En la misma línea se sitúan algunos de sus líderes míticos como Crazy Horse y Sitting Bull, objetos de sendos “biopic”, 2/ y personajes claves de numerosos “western”, normalmente con bastante justicia, al menos después de la II Guerra Mundial. Los pieles rojas sioux fueron unos guerreros y jinetes extraordinarios. Estaban establecidos en el siglo XVI en la cabecera del río Missisipi hasta que fueron presionados por otras tribus a emigrar al norte de las praderas. Apenas mantuvieron contacto con los blancos hasta el siglo XIX, cuando emigrantes europeos inician la colonización del Far West. En 1830 fueron obligados a (mal)vivir en reservas, y en 1890, empujados por su extrema miseria, se unieron en un movimiento mesiánico basado en el culto del peyote (recogiendo el sentido místico y curativo secular del alucinógeno) o Santa Medicina (el que hace vivir).
Su vida transcurrió en las praderas, con una manera de vida de respeto absoluto a la naturaleza. Sus “casas” eran los tipi o tienda de campaña triangular, la vivienda típica de los indios y terreno exclusivo de las mujeres, que ejercían un papel muy activo en estas sociedades. Las jóvenes indias mantenían además una libertad sexual semejante a los hombres y desde luego bastante más laxa que en Occidente, incluyendo la homosexualidad. La vivienda estaba adaptada a una tradición de vida seminómada, que exigía expresar el arte en objetos fácilmente transportables, como mantas, pipas, pieles y tocados de plumas. Cada pluma equivale a una hazaña y simboliza las actitudes que el indio quería tener ante la vida: valentía, fuerza…
Los sioux lideraron las últimas resistencias indígenas al Ejército yanqui a finales del XIX formando alianzas con otras naciones indias, como los cheyenne y arapahoe, y lucharon ferozmente frente a la pérdida de sus signos de identidad. La tercera parte de la exposición. En lo referentes a sus creencias y rituales, los sueños y visiones, al hombre-medicina (chamán) y los ritos de purificación, adquieren pleno sentido en su forma de vida. Profundamente religiosos y místicos, los hombres indios (y pocas mujeres) se provocaban visiones mediante el ayuno y el aislamiento, lo que les permitía comunicarse con un espíritu guardián que les ayudaba toda su vida. Los sioux creían que el sueño les presagiaba mensajes de enfermedad o guerra y que les orientaba hacia actividades futuras. Y estaban persuadidos de que el mundo que les rodeaba estaba poblado de espíritus y poderes sobrenaturales que les moderaban la vida humana y la naturaleza…Estos días ha regresado a nuestra memoria con la batalla de Todo Standing Rock, un lugar que contiene un aire de pobreza desolador: los alcohólicos tumbados en medio de las calles de casas prefabricadas, una batalla que han ganado después de una lucha que nunca ha cesado.
Regresando al cine, cabe recordar Corazón trueno (Thunderheart, USA, 1992), una trama policiaca que narra las vicisitudes de del agente del FBI Ray Levoi (Val Kilmer) que es destinado a Dakota del Sur para investigar el asesinato de un indio Sioux que nos plantea el choque de culturas asimétricas: conquistadores contra conquistados, materialistas contra espiritualistas, modernistas contra tradicionalistas, sociedad mayoritaria contra gueto. La película, que indaga en los mitos y costumbres de los nativos americanos, cuidando todo el aspecto de sus ritos y sus ceremonias, fue realizada por Michael Apted sólo semanas después de haber rodado el documental Incidente en Oglala (Incident at Oglala), sobre el activista indio Leonard Peltier, sobre el que el director de la película –producida por Robert de Niro-, el director de la película, Michael Apted realizó un documental que fue mucho más valorado.
En resumen, la historia de los nativos norteamericanos vuelve al primer plano de la actualidad. Nos plantea una tragedia, un expolio, sobre el que todavía está todo por hacer en unos Estados Unidos que e encuentra en una crisis abierta y ha escogido para la presidencia lo peor de lo peor. Una historia que nos sitúa ante los espejismos del desarrollismo y del progreso, a la revalorización del “buen salvaje” frente una forma de vida, la burguesa, que representa una enfermedad que amenaza la propia sostenibilidad del planeta Tierra.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
Notas
1/ Es importante registrar un cambio generalizado en la conciencia de la izquierda norteamericana que tradicionalmente se había mostrado cegata hacia los “indios salvajes”. Este giro se hizo evidente en los años cincuenta cuando aprendimos en el cine algo que expresó Juan Mª Serrat, al cantar que preferimos a los indios que al 7º de Caballería.
2/ Aparte de la versión bastante simplista de Chief Crazy Horse (El gran jefe, George Sherman, USA, 1955), con el estólido Victor Matura, recordemos Crazy Horse (USA, 2010), magnífico documental de Frederick Wiseman…Anotemos también Sitting Bull, casta de guerreros (Sidney Salkow, USA, 1954), film modesto pero que contó con una magnífica interpretación del notable característico J. Carrol Naish.
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