sábado, agosto 12, 2017

Cine Emma Goldman



Por diversos motivos, Emma Goldman, Kaunas, 27 de junio de 1869 – Toronto, 14 de mayo de 1940) fue seguramente la anarquista más famosa de su tiempo. También fue una de las admiradas, sentimiento que comparte Richard Porton 1/ que la sitúa justamente en el Partenon anarquista al mismo nivel que Proudhon, Bakunin y Kropotkin, aunque también es cierto que, ocasionalmente, se permite efectuar algunas objeciones. En una evoca su relación con Johann Most, uno de los “ejemplos más ardientes de la propaganda mediante la acción”, con el que Emma rompió por su “autoritarismo”, y cita la conclusión de Richard Drinon según la cual Emma y Alexander Berkman “trataron de forma insensata de aplicar las tácticas revolucionarias rusas (populistas) directamente a los problemas estadounidenses” (p. 30). En otra anota que Emma “atacó al cine como `el opio de las masas´, y su desprecio hacia él refleja su oscilación distintiva entre un individualismo nietzscheniano, cuasi elitista, y una defensa más tradicionalmente anarquista de la democracia radical” (p. 261).
Hay una anécdota célebre que ilustra esta fama, fue cuando un fiscal de Washington cuando se enteró de la noticia de que seis días an­tes de la Navidad de 1919 salía hacia la Rusia soviética en el “Buford”, un desvencijado navío militar, pudo comentar con ironía: “Con la prohibición que se avecina y Emma Goldman que se va, este país será muy monótono”. Una historia que ha dado pie a diversos documentales, Santiago Jun-Navarro menciona un título de 1934, Emma Goldman Newsreel, pero existes otros más recientes como Emma Goldman: The Anarchist West, (USA, 2001), de Coleman Romalis, duramente criticado por las plumas que admiran la trayectoria de Emma.
En sus memorias, Emma da cuenta de la existencia de diversos guiones escritos por su compañero de muchos años, Alexander Berkman, ninguno de ellos filmados. Escribió uno dedicado a los años de formación de Macknó, que Berkman persistió hasta el final de su vida en colocarlos en Hollywood, de manera que envió una y otra vez sinopsis de las película que soñaba a jerifaltes más o menos liberales de la industria, tales como Jesse Lasky (habitual colaborador del reaccionario DeMille), al gran actor Lionel Barrymore, y al productor Carl Laemmle, el creador de la Universal, y productor de Sin novedad en el frente. No le prestaron ninguna atención. Seguramente lo último que deseaban tales profesionales es verse ligado con un hombre que había pasado buena parte de su vida en las presiones, y que se mantenía fiel a sí mismo.
Muy poca cosa, pero lo que no deja de ser un tanto curioso que el cine sería bastante más generoso con una serie de personaje que tuvieron una relevancia en la intensa trayectoria de Emma. Personajes que podían ser definidos como “liberales de avanzada” en el sentido norteamericano del concepto, y bastante fronterizos con el anarquismo. Así, como feminista, Emma tuvo una estrecha relación con Margaret H. Sanger (1879-1966), enfermera y activista sobre el control de la natalidad, se hizo anarquista por influencia directa de Emma quien fue durante un primer tiempo su principal fuente de ideas sobre la “limitación de la familia”, y el derecho de la mujer a dispone de su propio cuerpo. El subtítulo de su periódico The Women Rebel era “Sin dioses, sin amos”, y publicó artículos de Emma y de Voltairine de Cleyre. Margaret fue una activista en la famosa huelga de Paterson, y luego evolucionó hacia posiciones más socialdemócratas. Poco de toda esta dimensión política quedará en los retratos que sobre ella nos han llegado a la pequeña pantalla.
Así es en Margaret Sanger. A Women Rebel (USA, 1976) que cuenta como esta mujer trabajadora hija de emigrantes irlandeses comienza a trabajar de enfermera y descubre la dantesca situación de miles de miles de trabajadoras que tratan de abortar en condiciones abominables. La cámara está al servicio de una mera ilustración de unas entrevistas que ella concedió antes de morir, cuando los la lucha por la socialización de los métodos anticonceptivos ya había ganado batallas decisivas. El papel de Margaret Sanger fue interpretado con plena convicción por Piper Laurie…Años después, se rodará otro “biopic” más ambicioso, Difícil elección. La historia de Margaret Sanger (USA, 1995), que se puede encontrar en versión castellana en la Red. En este caso, la trama biográfica se detiene en la descripción de las condiciones de vida de las mujeres trabajadoras en el Nueva York de 1914, ofrece datos espeluznantes sobre los problemas derivados de los embarazos indeseados, y sobre la actitud de los hombres, sin excluir ciertas críticas a los socialistas por no querer ir hasta el fondo de la cuestión. Pero el hilo argumental se centra sobre todo en la lucha de Margaret y de sus compañeras –entre las que se reconoce una vehemente Emma Goldman- contra el todopoderoso cartel de las ligas de la decencia que emplean a la policía como meros lacayos a su servicio para castigar todas las actividades a favor de llevar los métodos anticonceptivos y de planificación familiar más evolucionados a las trabajadoras…Dirigida por el modesto Paul Shapiro, un cineasta con ciertas inclinaciones feministas, está interpretada por Diana Delany como Margaret, Henry Czerny es su primer marido, un militante socialista que se implica pero que tiene sus dudas, en tanto que el veterano Rod Steiger encarna con dureza y convicción al prepotente jerarca puritano, un señor que manda en periódicos y policías, y que se muestra dispuesto a todo con tal que la mujer (trabajadora, porque las burguesas pueden practicar la doble moral) permanezca bajo la férula del Estado y la Iglesia, de lo que él llama furiosamente “decencia”, un arquetipo tanto masculino como femenino muy presente en el mejor cine norteamericano. Un legado que comparten tanto Margaret Sanger como Emma Goldman, y que llegará hasta mujeres revolucionarias como Hildegarde Rodríguez que motivó una película parcialmente interesante, pero sobre todo a movimientos amplios como el de las Mujeres Libres de la guerra española, magnificado como es sabido en la película Libertarias.
En la misma onda, se encuentra indudablemente Isadora Duncan, intima amiga de Emma en el París de los años veinte, fue bailarina legendaria, considerada como la madre de la danza moderna, de fuerte educación artística y feminista, combinó el ejercicio de su profesión artística con el compromiso político revolucionario para escándalo de los bienpensantes. De ahí su éxito en la mismísima Unión Soviética donde trato de crear una escuela de danza para la hija de los trabajadores. Su vida fue llevada al cine en Isadora (1968), de Karel Reisz con el que ya había trabajado en Morgan, un caso clínico, una punzante reflexión sobre el destino de la revolución en Gran Bretaña. Esta película fue bárbaramente mutilada por la productora, de tal manera que resulta difícil avanzar una opinión, aunque nadie discutió la soberbia interpretación de Vanessa Redgrave, una actriz igualmente reconocida por su fuerte compromiso militante y cuya película más popular en este aspecto quizás sea Julia (1977), de Fred Zinnemann, y que otorga un protagonismo central a una mujer liberada y liberadora. Isadora fue una artista de ruptura, una mujer que llega a Inglaterra sin un céntimo, pero pronto deslumbra a la alta sociedad londinense, dando recitales en fiestas privadas y causando sensación con su desprecio por los convencionalismos sociales. En Berlín fascina al público con su nuevo estilo de danza inspirada en modelos griegos, bailando descalza y con túnicas que permitían gran libertad de movimientos. Isadora se enamora de Gordon Craig (James Fox), un escenógrafo poético y visionario con el que tiene una hija, pero con el que se niega a casarse para no perder su independencia. Tras una gira por toda Europa, Isadora y Craig se separan en Holanda. Isadora regresa a la danza, creado una escuela en la cual los alumnos aprendían sus ideas revolucionarias sobre el baile, la verdad y la belleza. La película se anima con la presencia del fabricante Singer (Jason Robards, el inolvidable Dashiell Hammet en Julia), y consigue un tono épico en el curso de sus actuaciones en la Rusia soviética donde vivirá una historia de “amour fou” con el célebre de origen campesino. Serguei Esenin, que no tardará en suicidarse, según algunos historiadores por discrepancias con el curso que estaba tomando la revolución. Al llegar a Moscú en 1922 bailó el himno de la Internacional desafiando a los señores de Europa y de Norteamérica y trató de crear una escuela de danza para las hijas de los trabajadores…
El lector quizás lo recuerde con el rostro familiar de Jack Nicholson en Reds. Este encanaba a o Eugene O´Neil (1888-1953), uno de los dramaturgos norteamericanos más destacados del siglo XX, tuvo sus afinidades libertarias desde que, tras abandonar sus estudios en Princeton, comenzó a frecuentar la librería de Benjamin Tucker en Manhattan, mostrando un vehemente inte­rés por Tolstói, Kropotkin y Stirner. Por esta época conoció a Emma Goldman y a Alexander Berkrnan, y su primer poema publicado apareció en la revista de éstos, Mother Earth. Entre sus amistades anarquistas se encontraban Hippolyte Havel (anarquista checo que fue uno de los animadores del Centro Ferrer de Nueva York) y Terry Carlin (anarquista irlandés que fue muy amigo de O´Neil), a quienes inmortalizó como Hugo Kalmar y Larry Slade en The Iceman Cometh, obra basada parcialmente en el caso McNa­mara, en el que estuvieron implicados varios anarquistas (trata del caso de dos militantes obreros culpados de una explosión de dinamita en 1919 y que mientras eran defendidos por Clarence Darrow, inopinadamente, se declararon culpables).Existen numerosas adaptaciones cinematográficas, y algunas gozan de un considerable prestigio, pero entre las más libertarias destaca la versión de The Iceman Cometh, efectuada por John Frankenheimer en 1973, considerada por Porton como muy fiel al original. También existe una lejana adaptación para la televisión de Sidney Lumet
Según señala Paul Avrich, Christine, era una conocida coci­nera y militante anarquista de Greenwich Village, y fue la que le inspiró a O´Neil para el personaje de Anna Christie en su obra del mismo nombre, que ya fue filmada en el cine mudo (con la olvidada Blanche Sweet) y de la que existe una famosa versión cinematográfica de 1930 que se cuenta como el debut en el cine sonoro por parte de Greta Garbo y que se cuenta entre los títulos más reconocidos que el aplicado Clarence Brown dirigió al servicio de ésta; trata de una mujer (Anna) con un pasado tormentoso que se enamora de un brutal lobo marino (Charles Bickford); Brown también dirigió la adaptación de Ayer como hoy (1935), con Wallace Beery y Lionel Barrymore y que está considerada como una vibrante y profunda descripción de una crisis intergeneracional; según Porton cuenta la historia de un padre bondadoso “que provoca a su hijo levemente rebelde con el rótulo de anarquista sirve como sutil recordatorio” de las inquietudes del dramaturgo. Se trata de un intenso drama familiar en el que hay mucha más cosas que las se dicen. Anotemos también que en la extensa filmografía de Brown se distingue un vibrante alegato antirracista basado en un novela de William Faulkner, Intruder in the dust (1949), que sorprende por su modernidad y radicalidad.
También se puede hablar de Clarence S. Darrow (1857-1938) sin duda el más famoso de los abogados estadounidense (unas frases muy propias de película con abogados son: Pero ¿quién te crees que te va defender, Clarence Darrow?, ¿Pero quién te has creído que eres, Clarence Darrow?, o ¿Qué habría hecho ahora Clarence Darrow?, etc). Avrich lo define como socialista, librepensador, partidario del impuesto único y pacifista tolstoniano. Mantuvo una fuerte relación con el movimiento anarquista durante las décadas de 1880 y 1890, cuando habló en actos conmemorativos por los mártires de Haymar­ket, contribuyó en la recaudación de fondos para crear un monumento en el cementerio de Waldheim en honor de los “mártires de Chicago”. En 1901, Darrow presi­dió una conferencia de Kropotkin en Chicago y consiguió la libertad de los anarquistas detenidos tras el asesinato del presidente McKinley. En 1903-1904, fue (junto con el poeta Edgar Lee Masters) abogado de John Turner, anarquista británico amenazado con ser expul­sado del país bajo una ley promulgada tras el asesinato de McKinley. En 1905 defendió a Moses Harman, el sexólogo anarquista y editor de Lucifer. En años posteriores, Darrow tomó parte en muchos casos similares, en los que estaban implicados anarquistas, afiliados a los IWW y socialistas. Colaboró en la prensa anarquista y fue miembro reconocido del Centro Ferrer…
Entorno a Darrow existen al menos dos “biopic” (inéditos en estos pagos), uno protagonizado por Henry Fonda, y otro por Kevin Spacey. Orson Welles lo interpretó bajo el nombre de Jonathan Wilk en la Impulso criminal (1959), una de las películas más memorable de Richard Fleischer que Welles pensó que su productor le ofrecería la dirección a él, pero no fue así, y finalmente cooperaron en la reconstrucción del crimen perpetrado en Chicago en 1924 por dos estudiantes universitarios superdotados llamados Nathan Leopold jr., y Richard Loeb (la misma historia que inspiró La soga, de Alfred Hitchcok), asesinaron a un niño, siguiendo las elucubraciones de Nietzsche…El despliegue argumental y moral de Darrow-Welles en contra de la pena capital, su capacidad para matizar y reflexionar ha pasado a la historia del cine, aunque no estaría de más notificar que al final el ateo Darrow es representado más bien como un agnóstico.
También ha pasado a la historia de las ideas y del cine el Clarence Darrow interpretado por Spencer Tracy Creo en La herencia del viento (1960), el mayor alegato que el cine ha ofrecido en defensa de la teoría de la evolución sistematizadas por Charles Darwin, cuya obra resulta normalmente inexcusable en cualquier documental sobre la evolución de las especies, y que por lo mismo, sigue siendo blanco de las furias de los llamados “creacionistas” norteamericanos. Con todas sus limitaciones, se trata de una de las mejores películas del menospreciado pero sin duda interesante e importante Stanley Kramer, uno de los más emblemático productores y directores de la mejor estirpe liberal y que entonces estaba en su mejor momento. La herencia del viento consiguiera del Festival de Cannes dos premios, y que sea considerada como un clásico todavía se encuentra muy por encima de otras adaptaciones de la misma obra, y que a pesar de contar con un duelo actoral no menos notable entre Jason Robards y Kirk Douglas.
Aquí también cabría incluir otro personaje central de la cultura mundial que mantuvo una notable afinidad con ciertos puntos de conexión con el anarquismo, el noruego Henry Ibsen, Premio Nobel de Literatura al igual que O´Neil, y del que Emma Goldman fue una apasionada partidaria amén de difusora, una actitud por lo demás bastante compartida en los medios libertarios de principios del siglo XX. Su teatro fue defendido apasionadamente desde los medos libertarios que se sentían muy representados. Sobre Ibsen se puede acceder en cine a numerosas adaptaciones, pero las más asequibles y “libertarias” son dos, Un enemigo del pueblo (1979), del anodino George Schaefer, que es conocida no tanto por sus valores (reducidos a la mera trascripción del original teatral), como por el hecho de resultar el último papel de un actor tan atrayente como Steve MacQueen ya agonizante. Steve la produjo como si buscara a través de ella dejar una suerte de testamento con el que dar a conocer el tipo cine que le habría gustado interpretar ,y Casa de muñecas que aquí se tituló Chantaje contra una esposa (1973), perteneciente al periodo decadente de Joseph Losey, y que fue producida y –magníficamente- interpretada por Jane Fonda, muy en su papel de la esposa asediada por el chantaje. Digamos simplemente que la presumible dimensión anarquista de Ibsen quedó por lo general más bien deslucida en la gran pantalla.
En Edgar (2011), es un oscuro “biopic” sobre J. Hoover, aunque se trata de una obra discutible pero sin duda apasionante en la que Emma Goldman aparece desde otro ángulo. Se nos cuenta que Hoover sobredimensionó sus “peligrosidad social” para sus propios propósitos, que eran, a su vez, los del una clase dirigente que trataba de aniquilar el “peligro rojo” hasta la raíz. Aunque Eastwood no se olvida de sacar a la luz las extorsiones y los chantajes de Hoover, ni sus turbias relaciones con la Mafia desde nuestro punto de vista, se queda muy corto. En la película se da un cierto protagonismo al “caso Emma goldman”, pero pienso que la idea es presentarla como una puritana de izquierdas que hace proclamas en no importa qué lugar. Desde luego, esta imagen no se corresponde a la verdad. De haber sido así, Emma no habría causado mucho problema al las autoridades. Eastwood describe el “pánico social” de las clases dirigentes por la revolución de Octubre, y el provecho que saben extraer de ello el siniestro Hoover, pero en ningún momento acerca la cámara hacia una instantánea que ayuda a explica lo que significaba “la mujer más peligrosa del mundo” que ya no lo era tanto…
Anotemos que Emma Goldman fue una de las mujeres más famosa de su tiempo. Está situada en el Partenón anarquista al mismo nivel que Proudhon, Bakunin y Kropotkin, aunque en su caso, esta admiración es extensible a buena parte de la izquierda norteamericana, quizás porque encarnó momentos de gran fuerza y unos tiempos en los la palabra “libertades” tenían todavía un cierto significado. La película de Eastwood nos acerca al episodio de su expulsión, cuando un fiscal de Washington cuando se enteró de la noticia de que seis días an­tes de la Navidad de 1919 salía hacia la Rusia soviética en el “Buford”, un desvencijado navío militar, pudo comentar con ironía: “Con la prohibición que se avecina y Emma Goldman que se va, este país será muy monótono”. Una historia que ha dado pie a diversos documentales, Santiago Juan-Navarro menciona un título de 1934, Emma Goldman Newsreel, pero existes otros más recientes como Emma Goldman: The Anarchist West, (USA, 2001), de Coleman Romalis, duramente criticado por las plumas que admiran la trayectoria de Emma. Por Cint Eastwood no es alguien comprometido con otra causa que no sea su obra, una obra bastante desigual. Sin embargo, no es descabellado pensar en una cierta veta libertaria en algunas de sus mejores películas.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

1/ Cine yanarquismo, Ed. Gedisa, Barcelona, 2001

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