miércoles, agosto 02, 2017

Las luchas silenciadas de esclavos, cimarrones y los palenques



Alicia Anabel Santos y Renzo Revia producen el documental “Afrolatinos. La historia que nunca nos contaron”

Cerca de 200 millones de descendientes de africanos viven hoy en las américas, según contabiliza a grandes trazos Naciones Unidas (unos 90 millones, en Brasil). El documental “Afrolatinos. La historia que nunca nos contaron”, producido por Alicia Anabel Santos y dirigido por Renzo Revia, rastrea la historia en buena parte desconocida de los afrodescendientes que llegaron a América Latina. Numerosas investigaciones han penetrado en la historia de la esclavitud -desde el punto de vista afroamericano- en Estados Unidos. Sin embargo no han proliferado del mismo modo los estudios sobre la población afrolatina. Éste vacío divulgativo es el punto de partida del audiovisual de siete capítulos (cada uno de la serie, de una hora de duración), cuya producción comenzó en 2008 y finalizó en 2017. El trabajo, para el que se han grabado más de 200 horas de entrevistas, aborda aspectos como el de los africanos esclavizados que recalaron en América Latina, su religión, gastronomía, la influencia de la música, la “cuestión” social, el rol de las mujeres y las identidades.
Los historiadores han discutido repetidamente sobre las cifras, que varían según la fuente. Pese a los desacuerdos entre especialistas, el documental plantea que entre los siglos XV y XIX más de 12 millones de africanos esclavizados fueron desplazados a América, de los que en Estados Unidos terminaron medio millón. Se estima que a cien millones de africanos se les “sacó” de África rumbo a otros continentes. Fue la historia de la opresión por parte de los europeos blancos, pero a la que también se agregaron otros factores. Así, diferentes reinos africanos (Ashanti, Dahonmey, Oyo, Benín y Kongo, entre los más relevantes) dominaron y esclavizaron a otros grupos de menor envergadura, a los que se arrebató tierras y recursos. “Cuando el comercio con los europeos comenzó, benefició a estos reinados y las elites africanas se hicieron más poderosas”, explica el audiovisual.
La mano de obra no se extraía de África al azar. Según el antropólogo Jesús Palomino, la mayoría de los africanos deportados a América Latina tenían entre 15 y 45 años de promedio. “En África se quedó la niñez y la tercera edad; de hecho, se buscaban personas jóvenes y robustas, que en buena medida provenían de África Central y Occidental”. Individuos de grupos étnicos como los Mandingo, Ashanti, Ewe, Mina, Fon, Nago e Igbo, entre otros, fueron forzados a atravesar el océano. El caso de Cuba permite observar la importancia y las implicaciones del fenómeno esclavista. Entre los siglos XVIII y XIX, explica el documental, fueron desplazados a la isla 240.000 carabalís, cerca de 200.000 ararás y unos 400.000 kongoleses. Y entre 1820 y 1875 fueron deportados a Cuba 275.000 esclavos yorúbá. Estos desplazamientos masivos de población podían acelerar la “caída” de reinos africanos. El tráfico de esclavos asumía, además, estrategias que facilitaban la dominación. Así, los conquistadores trataban de no juntar a personas esclavizadas del mismo grupo étnico, de modo que las barreras lingüísticas y comunicativas dificultaran las revueltas.
La escritora y activista Alicia Anabel Santos ha presentado el documental en el Colegio Mayor Rector Peset de la Universitat de Valencia, en un acto organizado por el Movimiento por la Paz y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Nacida en Nueva York y de padre dominicano, Santos imparte talleres por diferentes universidades y actualmente proyecta el documental por todo el mundo. En ocasiones le preguntan si no resultaría preferible olvidar la etapa esclavista, y centrarse en las luchas del presente, a lo que responde: “Venimos de una historia muy dolorosa que hemos de conocer; de lo contrario, ¿cómo vamos a saber hacia dónde vamos?” Otras veces le dicen que hay que anteponer las luchas sociales al folclore, a lo que contesta en conversación mantenida tras la presentación del documental: “El folclore ha sido una salvación para la persona negra; se ha usado para conectar con nuestros ancestros, las celebraciones o rendir honores a los muertos; para todo”.
La de los afrolatinos en América Latina es asimismo una historia de revueltas. Además de la religión, el folclore fue uno de los elementos que contribuyó significativamente a las resistencias. El documental destaca que grupos étnicos como el bantú sufrieron de modo especial la esclavitud. En este grupo existían tribus como los bakongo y otros también desplazados a lo largo de las américas, desde México hasta Argentina (en este país aún se observa la influencia de los cantos bantú). El fenómeno se repite en Uruguay: “Un 65% de los deportados a Montevideo eran de origen bantú (actualmente Angola, Mozambique o Congo)”, resalta el historiador Óscar Montaño. La huella del bantú se extiende al vudú haitiano; mientras, en Panamá y la República Dominicana hoy se toca y bailan todavía los “congos”, que en su día avivaron la lucha por la libertad de los esclavos.
Pero si un proceso histórico se asocia a las luchas de los afrodescendientes por romper con la esclavitud en América Latina es el cimarronaje. Los ejemplos se extendieron por la región. Los españoles denominaban “cimarrones” a los esclavos fugitivos. Muchos fueron grandes líderes. El antropólogo Carlos Andújar establece una distinción de los esclavos en función de la procedencia: “Los grupos más rebeldes en América, como los Ashanti, eran a su vez de sangre noble y esclavistas en África”. Uno de los caudillos cimarrones más célebres fue Sebastián Lemba, estandarte de la identidad afrodominicana que, tras alzarse contra los amos, se escapó a las montañas con sus seguidores en 1532. Atacaron pueblos y plantaciones en La Española, en una batalla que se prolongó hasta 1547. Ese año lo atraparon y asesinaron. En caso de captura, los cimarrones no se libraban del castigo, que incluía desde los azotes hasta ver como se les cercenaban las extremidades. En México, otro dirigente cimarrón, Gaspar Yanga, permaneció tres décadas fugitivo. De origen en la realeza africana, Yanga fundó en 1570 un pueblo cerca de Veracruz.
El documental destaca que los esclavos negros huidos de las haciendas constituían palenques o comunidades palenqueras, fortificadas. El palenque impulsado por Gaspar Yanga, según resalta la antropóloga Sagrario Cruz, albergó a 500 personas. Además el líder cimarrón, buen conocedor del terreno, practicó con sus seguidores la lucha guerrillera en las montañas y atacó el camino real entre Veracruz y Ciudad de México. ¿Perviven en la actualidad vestigios de esta lucha legendaria? El audiovisual revela que en el pueblo de Yanga quedan hoy muy pocos afrodescendientes. Además, “en los libros de educación no hay un tema sobre la esclavitud y que enfoque la figura de Gaspar Yanga”, recuerda el dirigente afromexicano Jaime Gordillo. En parte fue así para evitar que la memoria del líder cimarrón aguijoneara las revueltas. Además este caso no resultó una excepción: a muchas de las historias de los cimarrones y las comunidades palenqueras la historia oficial las condenó al olvido. Tal vez represente una excepción el municipio colombiano de San Basilio de Palenque, en el departamento de Bolívar. Allí es bien conocido Benkos Biohó, fugitivo en el año 1599 y fundador del palenque de San Basilio con otros cimarrones.
¿Cómo se produjo el proceso de abolición de la esclavitud? Portugal hizo efectiva la derogación en 1761. Con una influencia muy marcada de la Revolución Francesa, Haití alcanzó su independencia en 1804 y se suprimió la esclavitud en el sector occidental de La Española. El profesor Luis Álvaro López pondera los hechos históricos: “Fue una cosa extraordinaria que este grupo de esclavos derrotara a los colonos franceses y a los ejércitos francés, inglés y español; y crearan una nación libre en el Caribe”. ¿Se zanjó el esclavismo con las legislaciones derogatorias? La pregunta da mucho de sí. La esclavitud se suprimió en Chile (1823), México (1829), Bolivia (1831), Nueva Granada (actualmente República de Colombia, en 1851). Pero muchos “negreros”, explica el documental, “continuaron el negocio a través del contrabando”.
Cuba representa un caso especial, si el historiador se atiene a la estadística. En 1860 Cuba disponía de 1.365 ingenios azucareros, y desde mediados del siglo XIX se había convertido en el principal productor y exportador de azúcar del mundo. Para este liderazgo resultaba capital la mano de obra esclava. La esclavitud se abolió oficialmente en la isla en 1880, aunque en la práctica se prolongó otros seis años; Brasil se sumó al proceso abolicionista en 1888. Sin embargo, la historia no fue fácil después. El líder afro-peruano Rolando Palma Quirós explica que como los esclavos no habían tenido derecho a la educación, ni conocimiento de un oficio, ni hogar al que dirigirse, “muchos tuvieron que volver a la hacienda del patrón, y trabajar a cambio sólo de comida y un poco más de libertad”. Además, se indemnizó a los esclavistas para compensarlos por la abolición, “mientras que la población esclavizada no recibió un centavo”, agrega Rolando Palma Quriós. El documental de Alicia Anabel Santos y Renzo Revia pone cifras a la ignominia: en 1855 el gobierno de Perú pagó en reparaciones a los amos de esclavos más de siete millones de pesos de la época.

Enric Llopis

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