Calvete es una figura clave en el esquema de sobornos que se negociaban en la Andis y sacaron a la luz los audios del abogado de Javier Milei, Diego Spagnuolo, su exdirector. Ocurre que como titular de Indecomm, una empresa suya que es proveedora del Ministerio de Salud, se organizaba la cartelización de las compras a las empresas del sector. La maniobra delictiva, dice La Nación (19/11), “se estructuró alrededor de la manipulación del sistema informático que utilizaba la Agencia para adquirir medicamentos e insumos de alto costo y baja incidencia. Los funcionarios crearon dos circuitos paralelos de compras: uno 'regular' donde invitaban a competir a entre 14 y 16 droguerías, y otro de 'compulsas reducidas' donde solo participaban 3 o 4 empresas cuidadosamente seleccionadas: Profarma, Génesis, New Farma y Floresta”. Su rol es parangonable al de Carlos Wagner en la “causa de los cuadernos”. El extitular de la Cámara Argentina de la Construcción durante los gobiernos K tuvo a su cargo el funcionamiento de “la camarita”, también llamado “el club de la obra pública”, el ámbito donde un grupo selecto de capitalistas se repartían los negocios más jugosos con el Estado. En el juicio que se desarrolla actualmente por los “cuadernos de Centeno” hay 80 acusados, entre ellos, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y 63 empresarios que representan la flor y nata de la ´patria contratista´, en la cual revistan tanto ´kirchneristas´ como ´macristas´. Actualmente, Wagner colabora con la Justicia en calidad de ´arrepentido´. Su capitulación fue clave para que se iniciaran delaciones en cadena entre los empresarios y funcionarios involucrados. Hay otra analogía posible: así como el chofer Centeno apuntaba prolijamente día, hora y monto de los bolsos de dinero que recogía, Calvete llevaba una planilla donde apuntaba puntillosamente discriminados los “costos” y la “diferencia” que quedaba para los involucrados en la maniobra, junto a iniciales como KM (¿Karina Milei?) y SC (¿Santiago Caputo?). La primera fue apuntada por Diego Spagnuolo como la receptora del 3 % de la recaudación paralela, mientras que el segundo es el responsable político tras bambalinas de todo lo que ocurre en el Ministerio de Salud. El fiscal que sigue la causa del robo en la ANDis se llama Franco Picardi. “La trama, de acuerdo con lo investigado por Picardi, se remonta a mucho tiempo antes del arribo de los libertarios al poder” (Clarín, 19/11). Todo el mundo recuerda que Spagnuolo, en una de las grabaciones, menciona precisamente que la ´mordida´ aumentó del 5 al 8 % -” más chorros que los K”- y afirma también que esa diferencia llegaba directamente a Karina Milei. Hoy Spagnuolo se presentó a declarar y dijo que los audios “fueron manipulados” – en la Cámara Federal, en cambio, sus abogados dijeron que los audios eran ciertos, pero que violaban su intimidad (Página/12, 19/11)-. La ruta del dinero recaudado por Spagnuolo y Calvete condujo a una financiera, Sur Finanzas, dirigida por Ariel Vallejo, un personaje cercano a “Chiqui” Tapia y muy vinculado al negocio del fútbol. A través suyo se habría blanqueado el dinero. Sin embargo, Vallejo no está imputado en esta causa sino en otra, por lavado de dinero. Hay más conexiones: la hija de Calvete y su esposo son funcionarios del Ministerio de Economía y también participaban de ´la rosca´: les encontraron 700.000 dólares en su departamento y mensajes entre padre e hija preparando la coartada en caso de que se produjera el allanamiento. En uno de los cuadernos encontrados en el domicilio de Calvete también aparece Gustavo Balabanian, expareja de Karen Reichardt, la exvedette que secundaba a José Luis Espert en las listas electorales de provincia de Buenos Aires. Balabanian es apuntado por Calvete como “exmarido de Karen, relación con Fred Machado”.
(Curiosidad: Calvete se encuentra detenido, pero por otra causa, donde está acusado de proxenetismo.)
Hay un tercer elemento análogo, se podría decir, entre las causas de los cuadernos de Centeno y los de Calvete. “La corrupción en la obra pública” fue ventilada ampliamente desde el Departamento de Estado norteamericano. Washington incluso había advertido que tomaría cartas directamente en el asunto si la investigación local no avanzaba. Antes, había dado un impulso fundamental al “caso Odebrecht”, porque la gigantesca contratista brasileña había penetrado en todos los países del continente -desde Cuba hasta Argentina- repartiendo sobornos a presidentes y funcionarios, impidiendo de hecho el ingreso de empresas norteamericanas al negocio. Ahora, el caso de Calvete y la corrupción en la compra de medicamentos tocan otro negocio sensible, el de los laboratorios. No es casual que el “acuerdo marco” que firmaron Trump y Milei haga mención específica a este rubro y a la protección de patentes. En su editorial de Odisea (17/11), el periodista Carlos Pagni se refiere a “las quejas” de los laboratorios extranjeros por este tema -el de las patentes-, pero agrega otras, sobre todo aquellas que formulan por “otra forma de protección que tienen los laboratorios nacionales respecto a los extranjeros: las ventas al Estado”. Se refiere a “una especie de colonización del Estado por parte de determinados laboratorios nacionales que venden a través de droguerías”, y cita como ejemplo los contratos del PAMI, “que consume el 40 % de los medicamentos del país y, por lo tanto, fija precios”. “Estas son protecciones paraarancelarias, que no tienen que ver con el arancel ni con las patentes, sino con la captura del Estado por determinados sectores económicos”, concluye.
Lo que exponen los cuadernos de uno y otro es el entrelazamiento de los grupos capitalistas con el Estado, su carácter parasitario y las mafias que se conforman en torno al presupuesto público. En muchos casos el negocio se completa a través de la compra de deuda pública. En el marco de una nueva transición política y económica, agitada por los preparativos de guerra internacional, estos negocios han ingresado en una fuerte zona de disputa.
Jacyn
19/11/2025

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