“Liberté, Égalité, Fraternité”
El canciller cubano, Felipe Pérez Roque, en información brindada a la prensa nacional y extranjera radicada en Cuba, en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex), anunció el Día Mundial de los Derechos Humanos, que Cuba suscribirá el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, como resultado de “la decisión política adoptada por nuestro país, libre y soberanamente, obedeciendo a los actos de nuestra voluntad”.1
Pérez Roque explicó que el ordenamiento jurídico cubano recoge con amplitud los derechos defendidos en ambos pactos internacionales y que la firma se concretará en los próximos meses, como muestra de nuestra decisión de cooperar con los mecanismos de la ONU y como resultado de la eliminación del mandato anticubano y el cese de la manipulación del tema por parte del gobierno de Estados Unidos en los organismos de esta institución.
El titular del Minrex reiteró el reclamo de nuestro pueblo para que sea abolido el “brutal e injusto bloqueo que dura casi 50 años”; pidió el cierre del centro de torturas que opera en la base naval de Guantánamo y exigió la devolución a Cuba de esa porción del territorio nacional cubano que ocupan “ilegalmente en contra de nuestra voluntad”;2 demandó la libertad para los Cinco antiterroristas encarcelados en Estados Unidos; solicitó el otorgamiento de visas a Adriana Pérez O’Connor y Olga Salanueva Arango, para que puedan visitar a sus esposos Gerardo Hernández Nordelo y René González Sehwerert, en cumplimiento de los más elementales derechos humanos, y demandó que se enjuicie a Luis Posada Carriles como terrorista. Estos cinco puntos planteados por Pérez Roque constituyen la síntesis de las exigencias de nuestro pueblo en la actual batalla de ideas.
De la misma forma, el ministro felicitó a la brigada médica caribeña que presta servicios en Guatemala por haber recibido en esa nación el Premio Nacional de Derechos Humanos, reconocimiento que hizo extensivo a los 37 000 colaboradores cubanos de la Salud, de ellos más de 18 000 médicos, que brindan su aporte solidario en 79 países del mundo.
Un país como el nuestro, que intenta construir un futuro de “libertad, igualdad y fraternidad” plenas para todos sus hijos, ha tenido que luchar denodadamente por más de 20 años, primero en la desprestigiada Comisión de Derechos Humanos y luego en la Comisión de Asuntos Sociohumanitarios de la Asamblea General de Naciones Unidas, para que, al fin, en el el pasado mes de noviembre, se aprobara, por 168 votos a favor y solo siete en contra, el proyecto de resolución presentado por Cuba, que elimina definitivamente el mandato que Estados Unidos había impuesto contra nuestro país.
“Esta decisión —afirmaba entonces la Declaración del Minrex— consolida el triunfo de nuestro pueblo en su enfrentamiento tenaz a la manipulación en el tema de los derechos humanos de que nuestro país fuera víctima durante 20 años y reafirma, una vez más, el aislamiento internacional de la política del gobierno norteamericano contra Cuba.
”A menos de un mes del contundente rechazo, por la propia Asamblea General de Naciones Unidas, del bloqueo contra nuestro país, esta es una victoria histórica”.3
Al fin, los pueblos del mundo representados en las Naciones Unidas han reconocido la razón y la justeza de Cuba.
El tema de los derechos humanos apareció en la palestra pública con la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano (1789), documento histórico de enorme influencia en el pensamiento progresista de su época, en el que se definían como derechos naturales del hombre la libertad, la igualdad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
Muchos años después, en 1947, se reunió por primera vez la Comisión de Derechos Humanos, con la tarea de redactar la Declaración Universal de Derechos Humanos, que se completó en un año y fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, fecha en que, desde entonces, se conmemora anualmente el “Día de los derechos humanos”, aunque, en realidad, no hay mucho que conmemorar.
En el articulado de la resolución se afirma que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos […] deben comportarse fraternalmente los unos con los otros […] sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política […] Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre […] (ni) será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes […] Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión […] de reunión y de asociación pacíficas […] al trabajo […] a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo […] a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios […] La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales […] Toda persona tiene derecho a la educación […]”.
Esta síntesis del articulado evidencia que la Declaración Universal… está muy lejos de poder ser considerada como cumplida a pesar de que fue aprobada, repito, el 10 de diciembre de 1948, hace ya 59 años. Más de medio siglo no ha sido suficiente para que la humanidad cumpla esas modestas metas que, a su vez, están alejadas de los verdaderos y plenos Derechos Humanos —así, con mayúscula.
A partir de los años noventas del pasado siglo, la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se ha venido “preocupando” por los derechos económicos, sociales y culturales, incluido el derecho al desarrollo y a un nivel de vida adecuado, problemas que, en realidad, están muy lejos de hallar una solución en la inmensa mayoría de los países del Tercer Mundo. También se ha intentado prestar más atención a la protección de los derechos de los grupos vulnerables en la sociedad —incluidas las minorías y los pueblos indígenas—, así como a la protección de los derechos del niño y la mujer. Todo ello, muy dentro de los límites que presupone el mundo globalizado de hoy; de modo que muchas de las medidas y “ayudas” ofrecidas por los países del Primer Mundo apenas contribuyen a colocar una “curita”, sin profundizar en los grandes problemas del mundo y de los pueblos subdesarrollados.
La realidad es que Cuba se yergue en el mundo como un singular ejemplo de todo lo que un país pobre pero con voluntad política puede lograr en materia de derechos humanos.
Los tiempos cambian, la verdad se abre paso pese a las campañas mediáticas contra nuestro pueblo y, a pesar de los pesares, esta pequeña Isla del Caribe se crece por sus logros en materia de salud y educación, y representa un bastión inexpugnable en defensa de la dignidad y los derechos de todos los seres humanos.
María Luisa García Moreno
Nota
1 Declaraciones de Felipe Pérez Roque a la prensa, 10 de diciembre del 2007.
2 Ibídem.
3 Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores. “Derechos Humanos: Histórica victoria de Cuba tras 20 años de batalla”. La Habana, 17 de noviembre de 20
No hay comentarios.:
Publicar un comentario