“¡Un ser humano política y socialmente consciente, y de espíritu libertario, siempre está listo a ofrendar su vida por las causas más bellas y justas!”, palabras de Raúl Reyes en mensaje enviado el pasado mes de noviembre (2007) a la revista RESISTENCIA nacional , órgano informativo de la insurgencia.
Ante la insistencia de nuestros lectores por obtener información y claridad sobre los últimos acontecimientos, solicitamos paciencia mientras nuestros organismos de dirección hacen su pronunciamiento oficial, que probablemente será en los próximos días.
Entretanto, invitamos a la firmeza revolucionaria, a no claudicar en el esfuerzo en favor del canje humanitario , a continuar nuestro propósito de paz, y de construcción de una democracia efectiva con justicia social. Ese es el mejor homenaje a todas y todos los camaradas caídos en combate.
RESISTENCIA agradece el enorme acumulado de mensajes de solidaridad y afecto de sus lectores y suscriptores, que ya suman varios miles, enviados desde cercanas y remotas localidades de Colombia. Agradecemos las palabras de apoyo confidenciales, provenientes desde muy diversas organizaciones sociales. Sepan que nos fortalecen sus mensajes, tanto los locales, como los que provienen de nuestros apoyos y amigos en el ámbito internacional... Quedan en nuestra memoria. Lamentamos que por momentos, se haya colapsado nuestro portal.
La sangre derramada por los guerrilleros de las FARC-EP, su legado revolucionario, social, político y humano, y su memoria engrandecen nuestra causa.
Editorial de la revista Resistencia, órgano de las FARC
Reyes se unió a la guerrilla luego de amenazas y el asesinato de varios compañeros sindicalistas
Tras un largo periodo de actividad sindical y política, Raúl Reyes ingresó a las filas guerrilleras a mediados de los años 70. En Florencia, su ciudad natal, ubicada en el sur oriente del país y considerada la puerta de ingreso a la Amazonía colombiana, Reyes, cuyo nombre era Luis Edgar Devia, fue empleado de la compañía Nestlé, en cuyo sindicato dio sus primeros pasos como dirigente popular.
Posteriormente se vinculó activamente a la política como militante de partidos de izquierda, hasta que las amenazas en su contra y el asesinato de varios de sus compañeros lo impulsaron a la clandestinidad.
Su formación académica y política, así como su temperamento firme pero a la vez apacible, lo llevaron a convertirse rápidamente en uno de los jefes guerrilleros más respetados.
Al comenzar los años 80 fue elegido miembro del Secretariado de las FARC, la máxima instancia de dirección de esta guerrilla. En aquella época, el Secretariado estaba integrado por cinco miembros y en la actualidad lo componen nueve comandantes insurgentes y un suplente.
Este organismo colectivo de dirección está bajo el mando del máximo comandante, Manuel Marulanda Velez, también conocido como Tirofijo.
A los miembros del Secretariado de las FARC los designa el Estado Mayor Central, integrado por 35 miembros, que a su vez son elegidos por las Conferencias Guerrilleras. Estos eventos insurgentes tienen lugar cada cuatro o cinco años y el más reciente ocurrió a finales del año pasado.
En su condición de miembro del Secretariado, Reyes paso más de una década al lado de Marulanda y a comienzos de los años 90 fue designado para crear y dirigir el Bloque Sur de la principal guerrilla de Colombia, cuyo radio de acción se extiende a lo largo de toda la frontera con Ecuador, en zonas de selva pero también en las altas montañas de los Andes colombianos.
A la vez, Reyes era el coordinador de la llamada Comisión Internacional, encargada de mantener contactos y –en algunos casos– vínculos formales con gobiernos, partidos políticos y organizaciones sindicales y populares de todo el mundo.
En 1998, al iniciarse los diálogos de paz entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana y la guerrilla, Reyes fue designado jefe del equipo negociador de la insurgencia.
Durante más de tres años actuó como portavoz y encabezó una delegación de guerrilleros que viajó a siete países europeos en una gira conjunta con funcionarios gubernamentales.
En la sede de los diálogos, situada en una zona desmilitarizada conocida como el Caguán, Raúl Reyes recibió a delegaciones nacionales e internacionales de alto nivel interesadas en la posibilidad de una salida política al conflicto armado que padece este país sudamericano desde comienzos de los años 60.
En septiembre del año pasado, el jefe insurgente abatido hoy recibió en uno de sus campamentos al enviado de La Jornada y concedió una larga entrevista, en la que ratificó la voluntad de la guerrilla para realizar un canje de prisioneros, hecho que calificó como “paso hacia la búsqueda de un nuevo proceso de paz”.
En dicha entrevista no descartó la posibilidad de un encuentro entre el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el máximo jefe de las FARC, Manuel Marulanda.
En el encuentro con este corresponsal, Reyes bromeó sobre la obsesión del gobierno colombiano por capturar o abatir a un miembro del Secretariado.
“Ellos creen que con un hecho de estos se acabarían las FARC, pero para nosotros no sería más que un episodio normal dentro de la guerra. Para eso tenemos una sólida estructura militar y un grupo de cuadros capaces de ponerse al frente si uno de nosotros llegara a caer”, le dijo Reyes a este corresponsal.
Bajo de estatura, pero dueño de gran fortaleza física, Raúl Reyes manejaba una gran ironía y era muy amigo de ilustrar sus planteamientos con dichos y refranes populares. Según los primeros informes, Gloria, su compañera, también fue abatida en los bombardeos. Reyes deja tres hijos, dos de ellos profesionales, dedicados a la medicina.
Jorge Enrique Botero
La Jornada
Los 17 caídos
El pasado sábado 1 de marzo aviones del ejército colombiano, asesorados por el Comando Sur de Estados Unidos, invadían el espacio aéreo y terrestre de Ecuador y masacraban a 17 guerrilleros de las FARC. Entre ellos, estaban el número dos de la organización, Raúl Reyes, el cantante de vallenato Julián Conrado y, presumiblemente la esposa del primero e hija del número uno de la organización, Manuel Muralanda “Tirofijo”, Olga Marín.
Reyes llevaba más de treinta años en la guerrilla viviendo en la selva, salió de ella durante los diálogos con el presidente Andrés Pastrana entre 1998 y 2002 para explicar al mundo las propuestas de las FARC mediante una gira por varios países de Europa y América Latina. Anteriormente, en 1997, estuvo en Costa Rica reunido con representantes del gobierno de Estados Unidos. Después abandonaría los cómodos hoteles europeos y costarricenses para volver a la selva, al lado de sus compañeros de armas y causas.
A Olga Marín la conocí en Europa hace más de diez años, logró encontrarme a través de amigos comunes que me convencieron para asistir a una cita a ciegas, en unos tiempos en los que yo tenía muchas reticencias para reunirme con colombianos desconocidos. Aunque aparentemente discreta y sencilla, comprendí que era una mujer firme de ideas muy claras. Ella me preguntaba sobre la política española y sobre cómo difundir las propuestas de las FARC al mundo. Yo le interrogué por las relaciones de su organización con el narcotráfico y me respondió con la iniciativa de la guerrilla para la sustitución de cultivos ilícitos. Cuadramos la forma segura de seguir comunicándonos, me regaló un CD de Julián Conrado y nos volvimos a ver meses después en el mismo país y algún año más tarde en otro continente. Llegaron los atentados del 11-S, la calificación de organización terrorista y las FARC dieron instrucciones a todos sus portavoces y representantes en el extranjero para volver a la selva. Olga lo cumplió y nunca la volví a ver.
Sobre Julián Conrado quiero recordar estos versos suyos dirigidos a esas mismas tropas que les mataron: “Soldados abran los ojos / que están cayendo sus mismos hermanos, / la gente humilde que protesta por la mala situación. / Mientras un pobre civil es aporreado por un pobre uniformado, / feliz de la vida el rico mira como se le moja el barrigón. / Mandan al hijo ajeno a pelear, / pero ellos nunca pelean, / de la patria el hombre es lo principal / y al hombre de la patria lo estropean”.
Sus enemigos dicen que las FARC son sólo un grupo de narcotraficantes, pero los narcos, aunque algunas veces se escondan, viven en yates y palacios, conducen lujosos automóviles y llevan guardaespaldas. No viven en la selva, y menos todavía salen para reunirse con gobernantes extranjeros a proponerles acuerdos de paz. Los narcos no se interesan por acuerdos humanitarios que permitan la liberación de sus socios y compañeros, como hacen las FARC. Y, por supuesto, no van aireando propuestas de sustitución de cultivos ilícitos que permitan a los campesinos colombianos abandonar la coca. Los narcos no exponen su seguridad concediendo entrevistas donde piden una salida dialogada al conflicto o liberando retenidos como prueba de sus intenciones negociadoras. Mienten –y lo saben- quienes les acusan de narcotraficantes y terroristas
No sé si Raúl, Olga, Julián y el resto de sus compañeros que cayeron el día 1 de marzo luchaban de la forma más acertada por un mundo más justo, pero sé que estaban convencidos de que lo hacían. Ello les convierte en mil veces más honorables que quienes les han matado en nombre de la lucha contra el terror y el narcotráfico.
Pascual Serrano
Rebelión
www.pascualserrano.net
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