domingo, noviembre 08, 2009

1989. Un año terrible


“Lo peores que el adversario puede hacer suyas las exigencias de algunas partes del pueblo,ya que nosotros no las entendimos a tiempo, no la quisimos o pudimos cumplir.” Egon Krenz

El silencio nos rodeo a todos, las sombras fueron bienvenidas puespermitieron a algunos esconder emociones. Acabábamos de visualizar, gracias a la magia del DVD, La vida de los otros y Good by Lenin, películas que nos hicieron viajar de vuelta en el tiempo. Rumbo a una galaxia muy, muy lejana...
…Salimos del Eiscafe Kristal, recordando los lagos de Mecklemburgos donde unas carretas tipos colonizadores de oeste eran usadas como cabañas y llamaron nuestra atención por pintorescas, estábamosimpresionados por el nivel de vida del pueblo alemán y porlas bellísimas obras vistas enlas visitas a Dresden y Leipzig.
Berlin y la avenida Unter der linden se abrían ahora antenosotros. Los días siguientes sin embargo un silencio asfixianteiba a ensombrecer al grupo, el motivo eraBuchenwald en las cercanías de Weimar, el famoso campo de concentración.
Jóvenes curtidos e indocumentados como éramos, varios ocultaron sus lágrimas con espejuelos nada necesarios en el clima invernal de Alemania.
Después comenzaron las conversaciones oficiales que terminaron a orillas del Landwehrkanaldepositando una ofrenda floral donde asesinaron a Rosa Luxemburgo. Era un15 de Enero de algún año de casi inicio del 80 del siglo pasado.
Los que mantuvimos esos recuerdos en la memoria, estábamos seguros de la irreversibilidad del socialismo y poníamos como exponente cimero la RDA. Un alto nivelde vida, un destacado trabajo ideológico, atención diferenciada a la Juventud, internacionalismo –con características europeas claro- destacado.
Existían señales de exceso de satisfacción del Partido, y algunos errores de seguridad, pero nunca nos imaginamos su gravedad, la apología oficial y la prensa socialista comprometida y objetiva dificultaba ver el escenario. La dirección del PSUA adolecía de ciertaautocomplacencia, oportunismo,formalismo, y doble moral que imposibilitó hacer los correctivos necesarios, evidentes desde mediados de 1986.
En lo económico la unidad entre la política económica y social era violada constantemente y en aspectos de la seguridad,el Minint y la Stasi –muy exitosos en el área de la inteligencia exterior- hiperbolizaron su actuaciónen las tareas interiores de carácter ideológico empleando la represión y la coacciónmuy desmedidamente, suplantando la labor del partido. Si a todo esto se agrega la inteligente política de relaciones y absorción paulatina implementada por Alemania Occidental y el buen uso del nacionalismo veremos la gravedad de la crisis.
Y de pronto, a escasos meses de un encuentro, ahora habanero, y de una evaluación ciertamente inquietante pero no terminal, -si se hacían bien las cosas,- cae el muro.
Años después, Egon Krenz revelaría un interesante dialogo entre dos dignatarios del Pacto deVarsovia en los momentos de la grancrisis:
“Estamos en la cuerda floja, sobre un campo minado. Se trata de no dejarse sobrepasar por el enemigo, sino siempre estar delante de él…Eso suena bien,- pienso-, pero ya nos sobrepasaron. Lo peor es que el adversario puede hacer suya las exigencias de algunas partes del pueblo, ya que nosotros no las entendimos a tiempo, no la quisimos o pudimos cumplir…En realidad en el buró políticoacostumbrábamos a valorar la realidad desde la tribuna y las mesas de la presidencia.
Un amigo nos confesó: La demora en hacer los cambios que proponíamos constantemente a la dirección, nos acortó el aire y se le puso la tapa al pomo cuandoignorando la voluntad del pueblo atacamos la Perestroika. Cumplir algunas órdenes nos fue muy difícil. Pero lo que nunca pueden decir es que no advertimos de errores interiores, ni que no apreciamos correctamente el peligro de occidente.
Todo parecía indicar que la libertad había derrotado a la justicia, la democracia al autoritarismo, el individualismo al colectivismo, el nacionalismo al internacionalismo,y el egoísmo a la solidaridad.
Tendría razón el capital, éramos unos desvergonzados que manteníamos al pueblo bajo una tiranía, por demás hipócrita, que predicaba lo que no hacíamos.
Respondió: No es cierto. Fuimos derrotados por no saber o no querer integral esos valores, por cagarnos en la teoría y las enseñanzas de los fundadores, por abandonar el marxismo creativo, por subestimar al enemigo y desconfiar del pueblo. Incluso, por no usar el sentido común. Por nuestraalergia crónica a la realidad y por implementar una forma de poder que era más trágico para la emancipación propuesta por la izquierda que el realizado por el enemigo. Especialmente fuimos derrotados por predicar el socialismo de las cavernas y por no enfrentar el socialismo de la corrupción del poder.”
El muro no cae solo. Con el muro se derrumban los regímenes que empezaron anunciando la dictadura de los proletarios y terminaron ejerciendo la dictadura de los funcionarios. Se viene abajo la conciencia política reducida a fe religiosa por los partidos que invocaban a Marx, pero actuaban como iglesias inspiradas por aquel dictamen del papa Gregorio VII: “La iglesia nunca se ha equivocado y, según los testimonios de la Escritura, no se equivocará jamás.”
Sin derramar una lágrima y ni una sola gota de sangre, en todo el este de Europa el pueblo asiste, cruzado de brazos, a la agonía del poder que actuaba en su nombre.
"Los burócratas comunistas se convierten en hombres de negocios. Para eso habían estudiado “El Capital”: para vivir de sus intereses”. Espejos. Eduardo Galeano
Las premisas económicas y socio-político-culturales fueron muy adversas en los países pioneros, el precario conocimiento de la teoría emancipadora también, la subestimación de las potencialidades del enemigo, el dogmatismo económico, la violación constantedel principio de retribución socialista, la castración de la verdadera democracia de los trabajadores, el irrespeto a las leyes creadas por los mismos revolucionarios, la rutina y simplificación del trabajo educativo e ideológico, errores groseros en la política deincentivo y de investigación al desarrollo científico técnico y el divorcio generacional fueron elementos que coadyuvan al desastre.
Fue desastrosa la imbricación partido-estado, las distorsiones del centralismo democrático, la planificación burocrática, el funcionarismo resultante, el nepotismo y la corrupción emparentados con la doble moral. La desmedida exageración de los periodos de gobiernos -a pesar de vejez incapacitante y/o miserable- que permitió al enemigo ventajas mediáticas y prácticas.
Peor fue la arrogancia y soberbia de algunos sectores revolucionarios que se creyeron los únicos poseedores de la verdad y la virtud, los únicos autorizados a pensar, lo cual ocasionó la división interna primero y después la división del campo socialista. La copiaacrítica del modelo estalinista y la subestimación de los rasgos nacionales jugaron su papel negativo. Y tremendamente desmoralizantes fueron la separación entre la palabra y los hechos y la incapacidad, a pesar de numerosos intentos, de corregir lo que ya se había, incluso, aceptado como errores.
Si agregaron los errores en la políticasobre las nacionalidades y la religiosa, la total subestimación de derechosreconocidos por toda la humanidad y el descontrol con que actuaban los órganos de represión y los órganos de seguridad, los que usurparon espacios que solo correspondían a la labor ideológica del partido, tendremos un cuadro amplio de distorsiones en la política interna que explicaría el desastre.
La crisis –estructural- estalló enuna coyuntura extraordinariamente difícil y compleja. En 1989, a la unión de la depresión mundial capitalista y en todo el mundo cada día mas interconectado con el campo socialista, se unió la caída del precio del principal producto soviético de exportación, el petróleo y el desgasteextraordinario que significó elderrocheen guerras“revolucionarias” en el tercer mundo, las que -por cierto- tenían poco que ver con el ideal socialista y el cansancio ideológico moral de una poblaciónjuvenil, desilusionada de tantos intentos de reformas anteriores que se fueron al abismo.
La flexibilidad del capital, la utilización mejor de los adelantos científicos técnicos, la ampliación de las formas de la libertad y los derechos en los países del campo adversario fue, junto a la presión militar y sicológica de estos y sofisticadassistemáticas de las operaciones encubiertas para comprar, desmoralizar o neutralizar,los factores externos que coadyuvaron a la derrota.
“La paradoja del comunismo en el poder fue que resultó ser conservador”, señala Erick Hobsbawm, un gigante del pensamiento filosófico e histórico marxista del siglo XX.
La experiencia histórica nos dice que en el “socialismo de estado” la forma de organización de la producción y la sociedad no rebasaban la lógica de las relaciones burguesas de producción y representación, o lo hacía muy primitiva y limitadamente.
Esto, unido a la conformación de una vanguardia de corte militarista y elitista y a la falta de correspondencia entre fines y medios, llevaba a la agudización aún mayor de las contradicciones propias del capitalismo
La experiencia histórica nos dice que la ignorancia, los extremismos, los maximalismos no ayudan a la revolución. Hay que recuperar los ideales emancipatorios, acabar con la explotación en todas sus formas, sean de individuos o monopolios, acabar con la democracia indirecta y formal, hacer de la solidaridad una opción y no una obligación. La libertad y la justicia, el nacionalismo y el internacionalismo, el individualismo,el colectivismo y la solidaridad, no tienen que estar reñidos. La armonía de los valores es indispensable y si tenemos que elegir hay que elegir teniendo en consideración la opinión de todos.
La experiencia histórica nos dice que si la "propiedad social" de los medios de producción se identifica solo con la propiedad estatal, y el estado se controla solo y absolutamente por un grupo de revolucionarios que –indefectiblemente- se convertirían en funcionarios permanentes, propiedad y estado generan su propia aristocracia que deviene, irremediablemente también en gerontocracia, debido a la ausencia del adecuado control por parte de los trabajadores y el pueblo y de medidas tendientes a ir evaporando ese aparato en el seno de la nueva sociedad, no importa cuán dedicados a la causa fueran esos combatientes. Se reproducirían, de esa manera, las raíces de una nueva forma de dominación explotación y sobre todo y peor, de enajenación cuasi religiosa.
La experiencia histórica nos dice que fracasó una forma de dirección social quedesarrollaba unas relaciones de producción que repetían la esencia del régimen anterior, explotadora y dominadora, que subvaloró la participación y la democracia, que relativizó la ética y la moral, que ahogó y reprimió las alertas y las criticas, que incumplía promesas. Tal concepción llegó incluso a desacreditar y a enfrentar por la fuerza a otros intentos socialistas en su misma época. Obviamente el enemigo potenció y utilizó todo esto para su beneficio y en perjuicio de la idea socialista.
En realidad –y duele al alma reconocerlo- en todas esas sociedades surgió otro sistema de dominación, enajenación y explotación, atenuado, pero real, más justo materialmente quizás, pero opresor en demasía, que no llegó a adentrarse en el llamado periodo de transito y que en compleja y prolongada lucha interna y externa, se alejó sistemáticamente de los ideales y jamás tuvo confianza en la clase que suponía representar. No dimos lo único que nunca podrá o no puede dar el capital, incluso ni en las llamadas sociedades de bienestar o capitalismo popular, la democracia económica, la utilización del plus producto en función de los intereses de todos tomando en cuenta la opinión de todos. Y en cuanto a la democracia política y social, dimos menos que el capital, con la justificación de que debíamos preservarnos de sus ataques.
Es Indispensable unir la política con la honradez. Es impostergable hablar de la verdad antes que del deber. Se necesita cada idea y en el intercambio de ideas no se excluya a nadie. Y se necesita especialmente el constante monitoreo de nuestras acciones para evitar que medidas necesarias a una etapa se eternicen y debiliten el avance. Negarnos a aceptar la traición como causa esencial del desastre es indispensable si queremos conocer todas las causas de la crisis... La traiciónanula cualquier otro análisis.
Al recordar todo, es difícil,no leer con estremecimiento las proféticas palabras con que Rosa Luxemburgo, trazó el posible destino de la revolución y su rechazo de la política antidemocrática:
….” sin una libre lucha de opiniones, la vida muere en toda institución pública, se torna una mera apariencia de vida, en la que sólo queda la burocracia como elemento activo. Gradualmente se adormece la vida pública, dirigen y gobiernan unas pocas docenas de dirigentes partidarios de energía inagotable y de experiencia ilimitada. Entre ellos, en realidad, dirigen sólo una docena de cabezas pensantes, y de vez en cuando se invita a una élite de la clase obrera a reuniones donde deben aplaudir los discursos de los dirigentes, y aprobar por unanimidad las mociones propuestas. En el fondo, entonces, una camarilla. Una dictadura, por cierto: no la dictadura del proletariado sino la de un grupo de políticos, es decir, una dictadura en el sentido burgués, en el sentido del gobierno de los jacobinos. Sí, podemos ir aun más lejos; esas condiciones pueden causar inevitablemente una brutalización de la vida pública..."

Leonel González

La Habana, 3 de noviembre de 2009

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