jueves, noviembre 26, 2009

La caída del muro de Berlín. La martingala de la conquista continua


La guerra fría aparece y desaparece como el ave fénix; muere y renace en gloria y majestad.
Estuvo quieta a continuación de la algarabía por la caída de los viejos muros. Surge nuevamente para encontrar una explicación a las confrontaciones del presente.
Pocos quieren admitir que es una cultura o una condición intrínseca que se instaló para enfrentar un enemigo. Y allí está, cambiando su plumaje como una de las grandes amenazas a la condición humana.
No es un ave por cierto, esa es la metáfora. En la realidad continúa siendo uno de los capítulos que no se cierra de la historia. Es un continuo, como el problema matemático sin solución.
Se le cita y se le recuerda, y hasta los candidatos de la elección presidencial en Chile la mencionan para fundamentar un argumento. Podría ser hasta una excusa. Apareció con particular justeza en el discurso de un nieto del general Pinochet el día de su entierro.
Cada vez que el capitalismo entra en crisis después de 1991 se le cita, y aparece como martingala pero no lo es. Es un ámbito de confrontación permanente porque el capitalismo no puede resolver sus contradicciones.
La guerra fría apareció en plenitud nuevamente celebrando la caída del muro de Berlín, y nadie de los que celebraban, se atrevió a difundir que mientras el muro de Berlín no existía, el instrumento que lo creó, la guerra fría, continuaba más vigente que nunca.
El fin de las guerras o de los muros es ficticio. Alemania y Japón han estado pletóricos en su reivindicación al participar en las guerras de Irak y Afganistán. Son guerras locales que Occidente las ha convertido en internacionales bajo el pretexto o pátina de la globalización.
Es tanto el pavor que causó el fallido socialismo soviético, que el capitalismo por su degradación y sin confianza en sí mismo debe siempre acudir a la vieja excusa del otro sistema que lo acosa, y aplicar su herramienta favorita: la guerra fría.
Las raíces de las actuales guerras y su antecesora inmediata -esa guerra fría- , se pueden rastrear en la noche y en la noche de las ciudades occidentales principalmente que se sintieron vencedoras de la Segunda Guerra Mundial especialmente en EEUU y Europa Occidental.
La noche, como contexto temporal y físico es un fenómeno de dimensiones urbanas. La noche no es igual en todas partes, pero donde es definitivamente diferente y se expresa como su nido natural, donde más pertenece en los tiempos actuales, es en la ciudad, en la jungla de asfalto, lo señala Nicholas Christopher, en “Somewhere in the Night” (Free Press. NY.1997), una original aproximación sociológica a la guerra fría en un libro dedicado al “cine negro”.
Christopher nos entrega un cuadro para tenerlo en cuenta en futuras celebraciones de la caída del muro de Berlín y los otros muros que están allí, pero que el análisis difundido en millones de dólares en propaganda los esquiva.
En los años 50 y 60, la revista Time, Der Spiegel, Le Monde , The Guardian, toda la parafernalia de la propaganda, los folletos de la defensa civil, los diarios de las escuelas, incluyendo material de cine documental, “manifiestan lo inevitable de la guerra fría con un tinte de religiosidad”.
Una docena de Hiroshimas potenciales en la ex URSS y en USA son anticipadas para una aniquilación inmediata. Es la anticipación de la Tercera Guerra Mundial.
Según Christopher, “la vida urbana refleja las profundidades complejas, infernales y más bajas de la vida, la cual está formada como si fueran partes intercambiables en una pesadilla de sangre, cemento y metal. El crimen organizado, violencia callejera, corrupción política, pobreza –las enfermedades sociales de la urbe– se amplifican por medio del ácido aún más corrosivo, de la desesperanza, el odio, y la paranoia”.
En su visión, los veteranos de batallas regresaban como los conquistadores, pero como ellos traían también enfermedades al Nuevo Mundo, aunque no epidemias, sino males letales a la cabeza y al espíritu, después de vivir durante años, día a día con muertes y violencia.
“Choqueados por los morteros, las vainas de los proyectiles, y convertidos en cínicos, estos soldados de regreso venían transformados en seres volátiles, cargados de angustias, con patologías síquicas que recién hoy confirman sus orígenes; descubriendo que llegaban con el alma desmembrada, destituidos en ellos mismos. Crecen las adicciones y sobretodo el alcoholismo en los retornados de la guerra.
“Muchos soldados sin uniforme se incorporan a las redes de la delincuencia, son empleados en los distintos escalafones del aparato del crimen y la corrupción donde imperan grandes ganancias.
“Eran los momentos de una alta inversión en la economía después de la guerra, en preparación para la otra guerra. Para que no sucediera una nueva guerra, para que la amenaza roja no se materializara, para que por último, en una eventual tercera guerra, se pudiera preservar la forma de vida”. Christopher. (Traducción y edición, J.F.Coloane).
Este sentir se expande como forma de vida al resto del mundo y hasta en la más remota aldea del Sudán, se podía respirar el aire mucho después de la caída del muro de Berlín.
También se expande la consolidación de un sentir: que el modelo de vida occidental era el mejor. En Europa se gesta la comunidad europea o los Estados Unidos de Europa en 1957 (Roma) para contener la expansión del socialismo. Hoy día esa gesta se ha transformado en una burocracia gigantesca de control y poder letal, que ni el más osado Stalin podía haber ambicionado.
Es el universo de la guerra fría continua, y que constituye el nuevo gran muro que la algarabía por la caída del muro de Berlín pasó por alto.
Los demonios en la conciencia colonial de Occidente, están allí embotellados y cuando se desatan de tanto en tanto, permiten que la guerra fría les plasme el continuo poder en su plan de conquista y guerra continua .
Una comunidad internacional marcada por los desequilibrios de siempre y débilmente organizada permite que así sea.
Hay muy poco que celebrar con la caída del muro de Berlín y menos en las programadas celebraciones de los bicentenarios de la independencia de los españoles en algunos países de la región.
Otra martingala para hacernos creer que vivimos en “nuestras tierras y con nuestra cultura”.

Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)

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