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viernes, septiembre 03, 2010
Hace 50 años: VII Reunión de Cancilleres de la OEA
CON OEA Y SIN OEA GANAREMOS LA PELEA
Fidel: ¡No encontrarán aquí su Guatemala, sino que encontrarán aquí su Waterloo!
Dentro del arsenal de acciones del gobierno de Estados Unidos para ahogar a la Revolución cubana estuvo siempre previsto que la Organización de Estados Americanos (OEA) impusiera sanciones a Cuba. Precisamente, el 17 de marzo de 1960, en la reunión donde el mandatario norteamericano aprobó el Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro, el propio presidente Eisenhower manifestó que le gustaría sentar las bases con la OEA para oponer los países de América Latina contra Cuba, y al final exclamó: “Se trata en esencia que la OEA nos ayude”.
Pocos meses después de las declaraciones del mandatario norteamericano, a solicitud del gobierno de Perú, la OEA convocó la VII Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores para los días del 22 al 29 de agosto de 1960, en la ciudad de San José de Costa Rica. La solicitud del gobierno peruano en realidad correspondía a una postura servil ante el gobierno estadounidense.
Días antes, de iniciarse el cónclave, Fidel Castro, había desnudado que esa reunión no era más que una maniobra yanqui para hacerle una encerrona a Cuba y destacó que la OEA no había hecho nada mientras Cuba era objeto de numerosas agresiones. Sin embargo, bastó que la Unión Soviética declarara apoyo a Cuba si se cometiera contra ella el crimen de una agresión, para que convocara a esta reunión.
El líder revolucionario fijó la atención en el crucial detalle de que, en el mismo momento en que el gobierno de Perú hacía la propuesta para discutir interferencias extra continentales, el gobierno de Estados Unidos hizo público que prestaba 53 millones de dólares al gobierno de Perú. ¡Qué casualidad!
Al dar a conocer que Cuba iría a esa reunión no solo a denunciar la agresión contra su economía, sino a denunciar todas las agresiones que se han perpetrado contra la economía de los pueblos de América Latina, Fidel proclamó: “Si los yanquis intentan destruir la Revolución Cubana por la fuerza, ¡no encontrarán aquí su Guatemala, sino que encontrarán aquí su Waterloo!”[1]
LA VII REUNIÓN
Por esos días, en Cuba solo se escuchaba una voz: ¡Con OEA o sin OEA ganaremos la pelea! Con este respaldo popular, comenzó el martes 23 de agosto, la VII Reunión de Consulta de los Cancilleres de América. El jueves 25, tocó el turno al Canciller cubano. La intervención de Raúl Roa, publicada en el periódico Revolución del 26 de agosto, fue una denuncia rigurosa a las maniobras intervencionistas del gobierno de Estados Unidos, y dijo:
La voz que habla por mí es la voz limpia, entrañada, entera de Cuba, que suma a sus vibrantes timbres martíanos, bolivarianos, juaristas, los más nobles registros de Lincoln y Reeve.
Aunque en la agenda de la reunión no aparecía mencionada, Cuba fue el centro de imputación de la Asamblea. Por ello, Roa significó que lo más grave que enfrentaba la América Latina, no provenía de una hipotética amenaza extra continental, sino de los continuados actos de agresión contra Cuba por parte del gobierno de Estados Unidos, y expresó
Ese debió haber sido el enunciado del primer punto de la agenda. A menos que a Cuba se le pueda amenazar y agredir, sin que ello afecte ni conmueva al sistema interamericano.
Con una claridad inusual para los presentes, Ros declaró:
Digámoslo ya sin ambages. El Gobierno Revolucionario de Cuba no ha venido a San José de Costa Rica como reo, sino como fiscal. Está aquí para lanzar de viva voz, sin remilgos ni miedos, su yo acuso implacable contra la más rica, poderosa y agresiva potencia capitalista del mundo.
Luego con ironía, Raúl Roa, trajo a la memoria reflexiones de los hijos más ilustres del continente:
“Los Estados Unidos parecen destinado por la providencia para plagar a América de miserias en nombre de la libertad”. Por si alguno de esos titulados expertos latinoamericanos se apresuran a achacarle a Carlos Marx la paternidad de ese dictum, me permito aclararle que fue estampado por Simón Bolívar en carta al coronel Campbell.
“El respeto al derecho ajeno es la paz”. Fue Benito Juárez, y no Carlos Marx, el autor de esa lúcida advertencia.
Por último, el Canciller de la Dignidad, leyó:
[...] “Viví en él monstruo y le conozco las entrañas; y mi onda es la de David”; no lo dijo Nikita Khrushchev; lo dijo José Martí. [...] Ese lenguaje de pura cepa americana es el lenguaje de la Revolución Cubana. [...]
El canciller concluyó afirmando que nuestra Revolución era tan cubana como la Sierra Maestra, tan americana como los Andes y tan universal como los cimeros valores humanos que encarna, porque se gestó durante un siglo, en las entrañas mismas del pueblo cubano.
Tras la votación de los gobiernos latinoamericanos contra una propuesta cubana que denunciaba la agresión a un Estado americano por otro Estado del continente, la noche del 28 de agosto, se retiró la delegación cubana, de la Conferencia. El día anterior, el canciller cubano había denunciado la injerencia de los Estados Unidos en la redacción del proyecto de resolución de la Conferencia, ejerciendo presión sobre distintos cancilleres con el fin de torcer su voluntad en contra de Cuba.
Asimismo, Roa reveló las anormalidades que estuvieron presente en el desarrollo de los debates, y destacó que allí no podía discutirse “bajo la presión del vicepresidente Nixon, que expresó que “bastaba solamente terminar con el gobierno de Fidel Castro”, y la declaración del Pentágono que manifestó tenía “listas sus tropas para asaltar a Cuba ante cualquier indicación de la Conferencia de Cancilleres”.
Antes de retirarse de la sesión plenaria el Canciller de Cuba, declaró:
Señor presidente y señores Cancilleres: la delegación de Cuba que me honro en presidir ha decidido retirarse de esta Reunión de Consulta de Cancilleres Americanos.
La razón fundamental que nos mueve a ello es que no obstante todas las declaraciones y postulaciones que aquí se han hecho en el sentido de que Cuba podía tener en el seno de la Organización de Estados Americanos a la cual pertenece, protección y apoyo contra las agresiones de otros estados americanos, no han tenido eco, resonancia ni acogida alguna. Me voy con el pueblo, y con mi pueblo se van de aquí los pueblos de Hispanoamérica. [2]
Al ponerse Roa de pie, parte del público comenzó a aplaudirlo y se escucharon inmediatamente exclamaciones de “Patria o Muerte”, “Venceremos”, y algunos cantaron el Himno Nacional cubano. Cuando el canciller cubano salió a la calle, se oían gritos y exclamaciones de un numeroso público que escuchaba por radio el curso de la sesión. Roa se dirigió a una residencia en un barrio extramuros, y cuando llegó se encontró la casa rodeada de policía y continuamente llegaban más destacamentos, mientras en las aceras lo esperaba una comisión de costarricenses amigos de la Revolución Cubana y de cubanos residentes, para comunicarle que en esos instantes se dirigía al lugar una manifestación. El canciller cubano los convenció de que debían suspender tales actos de adhesión en esos momentos.
La VII Reunión aprobó una resolución, llamada Declaración de San José de Costa Rica, que atentaba contra la soberanía e independencia de Cuba. El canciller venezolano Ignacio Luis Arcaya puso su cargo en manos del presidente Betancourt al negarse a firmar los acuerdos y la Declaración de la Conferencia.
Mientras, en La Habana, la noche del 29 de agosto, en el homenaje a 1 400 maestros voluntarios que regresaban de un curso de capacitación en la Sierra Maestra, Fidel se refirió a los acontecimientos ocurridos en la OEA, y precisó que él nunca esperó una rebelión de las cancillerías de América, y proclamó que Cuba si pudo rebelarse contra el imperio porque no era un gobierno de los privilegiados, ni de los oligarcas, ni de las misiones militares americanas, ni de los explotadores, ni de los monopolios norteamericanos.
Las cancillerías, señaló Fidel, traicionaron a Cuba, no se pusieron al lado del país agredido, sino del agresor. Y dijo:
¡Estados Unidos fue a Costa Rica con la bolsa de millones en una mano y con el garrote en la otra mano! [...] el gobierno que nos arrebató nuestra cuota y la repartió entre otros gobiernos de América antes de ir a la conferencia a discutir las agresiones a Cuba; el gobierno que en plena conferencia acuerda un crédito de 500 millones de dólares para “ayudar” a esos gobiernos que estaban reunidos en Costa Rica; el gobierno que en medio de la conferencia acuerda un crédito de 100 millones de dólares para Chile.[3]
Luego de condenar a los cancilleres que se plegaron a las órdenes del imperialismo, Fidel expuso el ejemplo del pueblo venezolano que estaba en la calle protestando contra la traición de Costa Rica y destacó:
¡Venezuela, es uno de los pueblos más heroicos y revolucionarios de este continente! ¡Venezuela es un país donde hay una tremenda conciencia revolucionaria! ¡Venezuela es un país donde hay una tremenda conciencia antimperialista! ¡Venezuela es un país que ha tenido que sufrir mucho la opresión de las tiranías militares y la explotación de los monopolios yanquis! ¡Venezuela no es un país cruzado de brazos! ¡En Venezuela hay un pueblo que es amigo de Cuba! ¡Venezuela es el pueblo de donde surge Simón Bolívar, y de Venezuela surgieron los soldados que dieron la libertad a la mitad del continente sudamericano! [4]
Según reflexionó Fidel la reunión de Costa Rica, fue una lección para los pueblos de América, que no perdonarán jamás la traición de los que, en bandejas de plata, le fueron a llevar al imperio los derechos de la nación cubana, y expresó que quienes suscribieron la declaración “¡pasarán a la historia como los Judas Iscariote de América!”[5]
Por último, Fidel declaró que aun faltaba la respuesta de Cuba a la Declaración de San José de Costa Rica y anunció que esta la daría el pueblo de Cuba, en Asamblea General, frente a la estatua de José Martí, el viernes 2 de septiembre en la Plaza Cívica.
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[1] Revolución, 8 de agosto de 1960, pp. 7 y 14.
[2] Revolución, 29 de agosto de 1960, pp. 1 y 2.
[3] Revolución, 31 de agosto de 1960, p. 4.
[4] Ibídem.
[5] Ibídem.
Eugenio Suárez Pérez
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