miércoles, diciembre 08, 2010

Peter Pan y el tráfico de niños


A los enemigos de Cuba les resulta particularmente difícil justificar por qué razón a los ciudadanos norteamericanos les está prohibido viajar libremente a Cuba.
Hace unos diez años, casi al finalizar su segundo mandato, el presidente William Clinton trató de devolver ese derecho a sus compatriotas. Entonces declaró que forma parte del interés de Estados Unidos el hecho de que sus ciudadanos viajen a Cuba, pues resulta el mejor modo de influir en la Isla.
Pero los derechos e intereses de los ciudadanos norteamericanos no son respetados. Grupos mafiosos de La Florida exigieron al sucesor de Clinton, el odiado presidente George W. Bush, que revocase esa política pues, increíblemente, quienes resultaban influenciados eran los visitantes en lugar de los visitados.
Todo lo contrario a lo que ocurre respecto a los países subdesarrollados, el interés de esos grupos radicados sobre todo en Miami es provocar que los cubanos abandonen la Isla y se refugien en Estados Unidos. Los vecinos no pueden comprender que mientras a ellos les levantan muros, les oponen toda clase de trabas, los cazan, los maltratan, los expulsan y hasta los matan; a los cubanos, si llegan fugitivos a territorio norteamericano, se les confiere refugio y toda clase de privilegios. En nombre de la democracia y la libertad.
Esa arbitraria disposición ha sido causante de un incesante tráfico humano que se ha convertido en un lucrativo y mortal negocio.
Todo comenzó hace ahora 50 años, cuando en 1960 la CIA forjó una falsa ley profusamente reproducida y distribuida por sus agentes. Mediante ella, se hacía creer que el Gobierno cubano despojaba a los padres de la Patria Potestad sobre sus hijos y se abrogaba de ella el Estado.
Una rara masa de confundidos niños preparándose a viajar solos hacia Estados Unidos, comenzó a colmar el Aeropuerto José Martí de La Habana. Porque unas 14 mil familias no pensaron ni actuaron con sensatez y se dejaron engañar por el criminal plan organizado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), con el criptográfico nombre de Operación Peter Pan.
Los investigadores José Wajasán y Ramón Torreira la califica como "la siniestra manipulación por parte de Washington de los grandes temores de los padres cubanos".
En el libro Operación Peter Pan, los autores citan documentos de la Biblioteca Kennedy, desclasificados del National Security Files, en los cuales, por una carta del general Maxwell Taylor, se informa sobre el programa de acciones encubiertas para derrocar al Gobierno cubano.
La emisora Radio Swan, creada por la CIA, habló el 26 de octubre de 1960 por primera vez de una supuesta ley para quitar los hijos desde 5 años de edad hasta los 18, a fin de "convertirlos en monstruos del materialismo".
El complo de la Patria Potestad se había comenzado a manejar, boca a boca, desde meses antes. La CIA dio la tarea en principio al grupo conspirador dirigido por el ex primer ministro del Gobierno del presidente Carlos Prío, conocido como Pony Varona, derivación de su nombre, Tony, en honor a su carencia de finura personal.
Después se involucró a otros grupos, pues Varona abandonó el país y dejó la encomienda en manos de sus principales socios, Leopoldina y Ramón Grau Alsina, sobrinos del ex presidente, Ramón Grau San Martín, quienes al ser detenidos confesaron su culpabilidad. Ellos imprimieron la falsa ley, diciendo que la habían robado de la oficina del presidente Dorticós, y la hicieron circular clandestinamente. El apócrifo documento expresaba en el artículo 3: "A partir de la vigencia de la presente ley, la Patria Potestad de las personas menores de 20 años será ejercida por el Estado a través de las personas u organizaciones en el cual se delegue esta facultad."
Entre miles de familias cubanas prácticamente cundió el pánico. Estructurado el plan a nivel nacional y continental, el Gobierno de Estados Unidos declaró que podía llevarse a todos los cubanos que lo desearen, sin visas ni papeles. En esa violación de sus propias leyes de inmigración, Washington gastó grandes sumas con las compañías aéreas para recibirlos en Miami
El Padre Bryan O. Walsh, a quien las autoridades colocaron al frente del programa, pudo declarar años después que recibió a unos 15 mil niños. Era una gran paradoja: abandonaban sus hijos a una incierta suerte, con la ingenua intención de protegerlos.
La mayoría de esos niños sufrió un gran trauma que desembocó en desarraigo. Hubo desde quienes aprendieron solos a situarse en la vida, hasta casos dramáticos como el de Robert Rodríguez, que a los 55 años presentó demanda ante un juez de Miami, denunciando que durante los cinco años que estuvo bajo la "protección del programa de la arquidiócesis de esa ciudad, fue víctima, junto a otros niños, de continuos abusos sexuales y emocionales". Aseguraba que "lo maltrataron y abusaron sexualmente de él en los distintos campamentos donde lo tuvieron, al igual que a otros infantes llevados allí".
Durante los últimos 50 años distintas variantes de la Operación Peter Pan han salido de Miami y Washington. La última ensayada desde el año 2003, no extrañaba a nadie. Era muy propia de los desmanes de la Administración Bush que en todo el planeta ha creado desprecio por su inescrupuloso modo de gobernar. Pero al mantener a Cuba incluida en la lista de países que trafican con niños -según se anunció el 14 de junio último-, el Gobierno que se suponía con un mínimo de decencia del presidente Barack Obama, destroza las pocas esperanzas de cambio que algunos podrán tener todavía.

Gabriel Molina

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