sábado, diciembre 04, 2010

Irlanda se derrumba luego de ser el ejemplo de la globalización


Luego de duras negociaciones, finalmente los ministros de Finanzas de los países de la Unión Europea pusieron sus firmas al plan de rescate de la economía irlandesa. Un programa de "ayuda" financiera con el auxilio del FMI que, como siempre, impone un duro plan de ajuste.
Cuando todo el mundo discutía la "guerra de monedas" el empeoramiento de la situación europea desató un nuevo fantasma: el llamado efecto cascada o dominó, porque la deuda de los estados europeos es un verdadero enredo donde se deben unos a otros. El peligro entonces es el contagio, y que finalmente la crisis de la deuda golpee a España. Si esto sucediera la UE estaría en serios problemas, porque a diferencia de Grecia, Portugal o Irlanda, la economía española es la más grande de la periferia y haría tambalear toda la arquitectura monetaria de la eurozona. El pronosticador de moda Nouriel Rubini, ya había adelantado en la última reunión del Foro Davos "si cae Grecia será un desastre para el euro; pero si cae España, es una catástrofe". El problema es que la deuda española es demasiado grande para rescatarla y su economía es demasiado significativa en la zona del euro como para dejarla caer. (Al momento de redactar esta nota los cables informan que el gobierno Rodríguez Zapatero acaba de anunciar un nuevo plan de ajuste que incluye reducción de beneficios sociales, privatizaciones y beneficios impositivos a las empresas).

Lo peor está llegando

Los temores no son infundados. Cuando desde esta columna a principios de año comenté desde Bruselas que mis colegas allí reunidos lejos de ver que "lo peor de la crisis había pasado" me decían que para ellos "lo peor estaba por venir" no se equivocaban. Pocos días después estallaba la crisis griega, provocando reuniones y más reuniones para finalmente aprobar un plan de salvataje que imponía reducir su déficit del orden del 12 al 3 por ciento. Se dio así por contenida la crisis y volvió a hablarse de los "brotes verdes", porque las economías de Francia y Alemania comenzaban a recuperarse.
Seis meses después la realidad es muy otra. La economía europea está estancada, Alemania su locomotora principal apenas crecerá 0,7 por ciento este año, Portugal ha hecho saber que esta estudiando salir del euro por un tiempo. Preocupa la más que abultada deuda de los estados, como consecuencia de la fuerte emisión para salvar a los bancos y en estos días la disolución de la alianza que gobernaba en Irlanda, producto de su incapacidad para resolver la crisis, hizo que el llamado Tigre Celta ocupara el centro de la escena, pero no precisamente por sus virtudes.

Ajuste tras ajuste

Irlanda, que era tomado como país modelo de éxito en la globalización europea, con una fuerte alza inmobiliaria, creación de empleo y un sistema bancario que financiaba todo, se derrumbó de la noche a la mañana y está tambaleando. Dos años atrás el Estado salvó de la quiebra a las cinco principales entidades bancarias inyectándoles 50.000 millones de euros, porque como en los EE.UU. nadie allí podía hacer frente a las hipotecas. Desde entonces es el primer país en aplicar la ortodoxia fondomonetarista, un fuerte ajuste del orden de los 14.000 millones de euros. Pero ese salvataje hizo estallar el déficit fiscal, llevándolo de un 11,5 a un inimaginable 32 por ciento. Sólo para tener una idea de magnitud: la mayoría de los países, excluyendo Alemania, tienen déficits que van desde el 7 por ciento de Portugal al 14 de Grecia. Pues bien, Irlanda ostenta ahora el récord. El BCE y el FMI pretenden que lo reduzca al 3 por ciento de aquí al año 2015. Nadie cree que esto sea posible.
Está ya al borde de la cesación de pagos, su deuda pública es el 150 por ciento del PBI, si se le suma la privada supera holgadamente el 300 por ciento. Así el rescate se hizo inevitable. Se trata de un crédito por 85.000 millones de euros a devolver en tres años, de los cuales algo más del 30 por ciento será aportado por el FMI y el resto por el BCE, con una particularidad, participará también Gran Bretaña que no integra la zona euro pero es el principal acreedor.

Lo de siempre

La contrapartida de este rescate no es otra cosa que un nuevo ajuste, que se suma al que ya estaba en curso, que significará un nuevo recorte de 15.000 millones de euros, y contempla rebajas de salarios y pensiones; perdida de 25.000 empleos públicos; aumento del IVA. Paradojalmente mantiene en el 12,5 por ciento el impuesto a la propiedad cuando el promedio en Europa es del orden del 25%.
La resistencia irlandesa a aceptar el rescate ha sido vencida, el país ha quedado sometido a las políticas del BCE y del FMI. Como sus socios de la eurozona ha perdido su soberanía monetaria no tiene la posibilidad de manejar su tipo de cambio y devaluar para conseguir mayor competitividad. Como los otros países no tiene otra posibilidad que el ajuste interno y este se descarga, como siempre, sobre los más débiles.

Ajuste y reacción social

Todos los países de la periferia europea se han lanzado a reducir sus déficits. Los gobiernos, presionados por Alemania, el BCE y el FMI, no han encontrado mejor alternativa que descargar el enorme esfuerzo que significa hacerse cargo de las deudas sobre los trabajadores y el conjunto de las clases subalternas, y de paso llevarse por delante lo que queda de las redes sociales heredadas del Estado del Bienestar.
Así los 16 países que componen la eurozona han sido empujados a una carrera enloquecida por ajustar sus cuentas públicas. Buscan avanzar en el equilibrio fiscal tendiendo como objetivo retornar al tope de 3 por ciento de déficit impuesto por los Acuerdos de Maastrich. Las dificultades para llevar adelante semejante esfuerzo, que destruye empleos, ingresos y consumo y por lo tanto induce a la recesión, hacen prever que la crisis se prolongara en el tiempo y la reacción social comienza a hacerse sentir.
Varias huelgas generales en Grecia; grandes huelgas y manifestaciones masivas en Francia; también en Italia. El 29 de septiembre hubo una gran huelga general en España y otra en Portugal el pasado 24 de noviembre, que fue calificada como la mayor de su historia. Fuertes movilizaciones estudiantiles en diversos países.

Rechazo masivo

Todas acciones e iniciativas que muestran como la crisis esta empujando a los trabajadores y a sus sindicatos, junto con otros sectores de la población, a movilizarse en rechazo de las políticas de ajuste y en defensa del empleo y de los restos del Estado del Bienestar. Sin embargo por ahora todas estas acciones se dan en los marcos de cada uno de los estados nacionales y a un ritmo que va por detrás del ritmo de la crisis. Así las resistencias, aunque profundas y masivas en muchos casos, resultan descentralizadas y disociadas en el tiempo. Ahora se está preparando una jornada europea para el próximo 15 de diciembre, un intento de coordinar las luchas por sobre las fronteras de los estados. Una jornada que puede abrir una perspectiva distinta a los ajustes estructurales.

Eduardo Lucita

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