lunes, enero 03, 2011

Cuba, los medios y el precipicio

La noche de este 31 de diciembre de 2010, el noticiero de la Televisión Cubana transmitía elogiosas referencias a Cuba de los jefes de estado de Brasil, Venezuela y Haití. Los tres países que, por razones distintas, ocupan frecuentemente espacios estelares en los principales medios de comunicación del mundo, conceden a sus relaciones con la mayor de las Antillas una especial prioridad. También los tres, desde situaciones diferentes, intentan salir del precipicio en que el capitalismo global ha colocado a la mayor parte de sus pueblos. La epidemia de cólera y el desastre social que enfrenta Haití, la desigualdad y la violencia del narcotráfico contra la que luchan los gobiernos del PT en Brasil, y la herencia de corrupción y saqueo que desafía la Revolución Bolivariana en Venezuela son algunos de los síntomas de esa situación.
Hay otra coincidencia, es el modo hostil en que los grandes medios de comunicación han tratado esas tres figuras, precisamente por pretender modificar las relaciones de dependencia con Estados Unidos y poner por delante los intereses de sus pueblos. Si algo han revelado los cables publicados por Wikileaks es la absoluta subordinación de países del llamado Primer Mundo a Washington, y también los oscuros procederes de los diplomáticos norteamericanos contra las naciones del Sur que no se han doblegado a sus presiones. Ése es precisamente el desafío histórico al que se ha enfrentado Cuba, que subyace en el testimonio de los tres líderes mencionados. Es una pena que más allá de los televidentes cubanos pocos se enteren.
Cuando el presidente cubano, Raúl Castro, afirmó: “O rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos, como dijimos con anterioridad, el esfuerzo de generaciones enteras…” , agregaba a continuación “desde el indio Hatuey, que vino de lo que hoy es la República Dominicana y Haití -el primer internacionalista en nuestro país-, hasta Fidel, que nos ha conducido genialmente por estas situaciones tan complicadas desde el triunfo de la Revolución.”
Sin embargo, todos los grandes periódicos, agencias de prensa y canales de televisión coincidieron en destacar lo primero -colocándolo en sus titulares- y silenciar lo segundo, a pesar de que ambos planteamientos forman parte de la misma oración. ¿Casualidad?, de Hatuey a Fidel Castro, en Cuba se ha luchado por ser independientes, primero de España y después de Estados Unidos. Para los cubanos, caer en el precipicio es perder lo alcanzado y volver a un pasado de “inequidades, discriminaciones y miserias”, como ha dicho el historiador Eusebio Leal. Sería retornar al yugo de la dominación extranjera, a un pasado que es presente para buena parte del planeta y al que no han cesado de querer regresarnos tanto a fuerza de agresiones como de seducciones.
Quienes manipulan titulares y noticias asumen que no sabemos que en el precipicio del que salimos en 1959 también está la dominación mediante el engaño y la ignorancia que ampara guerras injustas y entrega a los bancos privados la riqueza pública. Esos grandes medios, derrotados ya en su intento de separar las ideas de Fidel de las de Raúl, ahora pretenden influir en el debate que por derecho nos damos los cubanos. Las críticas más duras nos las hacemos y haremos nosotros, precisamente porque sabemos lo que nos jugamos, pero no somos lo suficientemente ingenuos como para creer que nuestras preocupaciones son las mismas que las de un diario como El País, alarmado porque en Cuba “no se permitirá la acumulación de capital…”. Es el mismo periódico que dice que “nadie sabe bien cómo puede propiciarse un salto de este calibre sin financiación”, y no menciona el hecho de que en virtud del bloqueo norteamericano nuestro país no puede acceder a créditos para el desarrollo en organismos como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo.
El presidente haitiano en sus declaraciones a la televisión cubana aludía a las similitudes entre el cerco a la Revolución Haitiana –hace doscientos años- y las actuales agresiones contra Cuba. Es cierto que hacia el precipicio nos han empujado nuestros errores con el peso de ser un país que, como ha dicho recientemente Fidel, “ha sido obligado a invertir enormes energías, tiempo y recursos para resistir los embates del imperio más poderoso que ha existido en la historia”. Sin olvidarlo, enfrentaremos la responsabilidad que nos corresponde, porque sabemos que desde Espartaco hasta hoy no hay perdón del imperio –y sus voceros- para los esclavos rebeldes.

Iroel Sánchez
La pupila insomne

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