sábado, febrero 19, 2011

La pobreza mundial


Según los estándares internacionales, pobre es quien tiene menos de 1,25 dólares al día para vivir. Dado que el planeta está habitado por 7.000 millones, una séptima parte de la humanidad sobrevive en miserables condiciones.
Este aviso del Banco Mundial no sirve de nada, pero plantea, mejor, replantea, la distribu­ción de la riqueza en el mundo de la que son responsables prácti­camente únicos el capitalismo y las democracias occidentales. Esa distribución o bien es "irracional", es decir, inconsciente, en cuyo caso el ser humano debe erradicar el sistema para hacer coherente su condición de racionales quienes lo dirigen, o bien la distribución es "racional", es decir, deliberada, en cuyo caso excluye perversa­mente a una gran parte de la humanidad.
El mundo, el planeta, están sobreexplotados por el sistema capita­lista. Lo explota bien mediante la propaganda para que los países que no pertenecen a él se unan al expolio que practica el capita­lismo, bien a la fuerza de las invasiones armadas.
Antes era el cristianismo el encargado de predicar e imbuir al mundo de entonces la idea de que es necesario que haya pobres que se salven por la resignación y la confesión, para que haya ricos que se salven por la caridad. Pero hoy día la Iglesia canalla cuenta poco. Y ahora es el catecismo capitalista el que nos enseña todos los días que la libertad sólo es posible en sus democracias. Le es indiferente que siendo la libertad muy relativa, sus víctimas sean la igualdad y los esfuerzos baldíos de muchos por lograrla. Los cínicos del capitalismo repiten constantemente que las democracias popula­res reparten pobreza. Y lo repiten y se lo creen ellos, ellos que viven a cuerpo de rey no de su industriosidad sino de lo que roban a sus conciudadanos y a los pueblos más o menos sometidos...
Esos 1.000 millones de pobres no lo son porque no trabajen ni quieran trabajar ni carezcan de méritos para vivir con holgura. Esos 1.000 millones viven así porque son lo suficientemente débiles como para no poder responder como se merecen a sus depredadores; de­predadores que, por cierto, no están precisamente entre los pueblos organizados por el marxismo comunista.
Siga alertando el Banco Mundial, y ya verá que el aviso alienta más el canallismo a escala planetaria. Siga, ya verá cómo cuanto más avisos más se agrandará el abismo. Siga, y ya verá cómo los mil millones que pasan hambre, en poco tiempo pasan a ser dos mil millones...

Jaime Richart

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